La intérprete, que se convirtió en una estrella del cine español en los cincuenta y marcó una época en la televisión, padecía alzhéimer desde 2009
MIGUEL ÁNGEL PALOMO / EL PAÍS
El nombre de Carmen Sevilla evocará en muchos espectadores televisivos la figura de una afable y madura presentadora que cometía pintorescos lapsus en sus intervenciones como presentadora de Cine de barrio en TVE. Para muchos aficionados al cine, supondrá el lejano recuerdo de una actriz embarcada en mediocres películas seudoeróticas en la década de los setenta, antes de retirarse de la gran pantalla. Sin embargo, Carmen Sevilla triunfó como cantante durante dos décadas, participó en El show de Ed Sullivan cuando la presencia de cualquier artista español en la televisión estadounidense era una quimera y estuvo presente en 60 películas junto a los artistas más grandes de su época, desde Jorge Negrete a Luis Mariano, desde Jorge Mistral a Vittorio de Sica, y llegó a rodar a las órdenes de Nicholas Ray y a ser partenaire de Charlton Heston.
Carmen Sevilla ha muerto este martes en Madrid, a los 92 años. Sufría de alzhéimer desde 2009, cuando aún presentaba Cine de barrio, programa en el que realizó su última aparición en televisión en diciembre de 2010. El volumen de la carrera artística de esta cantante y actriz resulta, aún hoy, apabullante. También casi desconocido. Según su biografía oficial, María del Carmen García Galisteo, su nombre real, nació en Sevilla el 16 de octubre de 1930, aunque la artista siempre recordó que, en realidad, lo hizo en 1931. Cuando comenzaba su carrera, de la mano de la legendaria Estrellita Castro, quien la había descubierto cuando contaba solo 12 años, se vio obligada a mentir acerca de este dato para conseguir el carnet profesional del Sindicato del Espectáculo. Empapada desde niña de ambiente flamenco, también llegaría a formar parte de las compañías de El Príncipe Gitano y de Paco Reyes. Carmen Sevilla debutó en el cine español en 1947, con un breve papel en Serenata española, a las órdenes del por entonces mítico Juan de Orduña. Solo un año más tarde ya compartía pantalla, de igual a igual, nada menos que con Jorge Negrete en Jalisco canta en Sevilla.
La carrera de Carmen Sevilla se dispararía en los años cincuenta, década en la que rodó 24 películas y se convirtió en una estrella indiscutible del cine español. Su desparpajo frente a la cámara y su habilidad como cantante le valieron la simpatía de los espectadores y, aunque siempre fue una artista que basaba sus interpretaciones en la naturalidad, supo pulir su talento a lo largo del tiempo hasta convertirse en una actriz más que notable, aunque casi siempre encasillada. Tras el éxito de La hermana San Sulpicio, dirigida por Luis Lucía en 1952, llegaría la explosión de popularidad lograda ese mismo año con Violetas imperiales, en la que compartía pantalla con el por entonces intocable Luis Mariano —con quien ya había trabajado en El sueño de Andalucía y con quien volvería a coincidir en La bella de Cádiz—. En 1957 Sevilla sorprendió a los espectadores con un notable personaje dramático en la estupenda La venganza (la primera película española candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa), dirigida por un Juan Antonio Bardem ya encumbrado gracias a filmes de la talla de Muerte de un ciclista y Calle Mayor.
En 1961 Carmen Sevilla se puso bajo el mando de un mito cinematográfico como Nicholas Ray en Rey de reyes, superproducción de Samuel Bronston rodada en España, en la que encarnó a María Magdalena. En la cima de su popularidad llegaría El balcón de la luna, película que hoy puede verse como todo un emblema kitsch que reunió por primera vez en un largometraje a Carmen Sevilla, Lola Flores y Paquita Rico. Camino del Rocío, de Rafael Gil (1966) y Enseñar a un sinvergüenza, de Agustín Navarro (1969), serían algunos de sus éxitos en la década de los sesenta, en la que Sevilla se consolidó también como cantante, lanzando al mercado más de 15 discos, muchos de ellos con canciones compuestas por quien era su marido, Augusto Algueró, uno de los músicos más populares del país. Su unión despertó el entusiasmo de la España de la época, como lo demuestra el hecho de cerca de 300.000 personas se congregasen en los alrededores de la basílica del Pilar de Zaragoza el día de su boda, en febrero de 1961. Eran años en los que Carmen Sevilla trabajaba de modo frenético convertida en una absoluta estrella. En la Navidad de 1965 llegó a participar como invitada en el legendario programa de la televisión estadounidense El show de Ed Sullivan.
Los años setenta vieron, sin embargo, el declinar de su carrera cinematográfica, que sufría ante la llegada de un nuevo cine, alejado de los postulados en que se había movido toda su carrera. Carmen Sevilla intentó acceder a papeles dramáticos, aunque no llegó a ser bien acogida por los nuevos directores y hubo de participar en demasiadas películas indignas de su talento, algunas de ellas de baja estofa en forma de mediocridades seudoeróticas. No obstante, Carmen Sevilla regalaría en la pantalla un pequeño papel junto a Charlton Heston en la coproducción Marco Antonio y Cleopatra, dirigida por el propio actor, y protagonizaría una interesante película de Gonzalo Suárez, La loba y la paloma. Queda como su última aparición cinematográfica la película Rostros, en 1978.
La popularidad de Carmen Sevilla, sin embargo, estaba lejos de declinar y su resurrección de cara al público llegaría por la televisión. Con 61 años, y una década después de alejarse del mundo del espectáculo, Valerio Lazarov, director de la recién creada Telecinco, la reclutó para ejercer de presentadora televisiva en el espacio diario Telecupón, en una colaboración que duraría hasta 1997. En esos seis años presentaría también en la cadena espacios como El juego del zodiaco, Date un respiro o Mañana serán estrellas, junto a un también redivivo Manolo Escobar. Tras abandonar Telecinco en 1997, Carmen Sevilla, ya convertida en un icono catódico, fichó por Antena 3, donde presentaría programas como La noche de Carmen. La carrera de Carmen Sevilla despuntaba de nuevo y las cadenas televisivas se convirtieron en su medio natural. Después de pasar por Canal Sur y la desaparecida Canal 9, la artista desembarcó en TVE para abordar su última y muy exitosa etapa como presentadora: en 2003, la cadena pública la reclamó para presentar Cine de barrio, un espacio por el que aún es recordada gracias a su habitual simpatía y cercanía hacia los invitados y los espectadores. El 14 de diciembre de 2010, con 80 años, grabó su último programa.
Finalizaba así la presencia pública de Carmen Sevilla. Una artista con mayúsculas, que supo ganarse el favor del público popular y que peleó por acceder a otros registros interpretativos, que en muchas ocasiones le fueron negados para, finalmente, convertirse en una presencia querida en los hogares españoles gracias a la pequeña pantalla.