El inventor, de 81 años, ha fallecido en su casa de Londres este miércoles tras una larga enfermedad que arrastró los últimos diez años de su vida.
DANIEL RODRÍGUEZ HERRERA / LIBERTAD DIGITAL
Sir Clive Sinclair fue un genio, con un CI de 161, pero nunca fue un empresario exitoso. Lo que lo apasionaba «eran las ideas, el desafío», según ha declarado su hija, Belinda Sinclair, al Guardian. «Si se le ocurría una idea decía: ‘No tiene sentido preguntarse si alguien lo quiere porque no pueden imaginárselo’». De ahí que su vida fuera una sucesión de empresas en bancarrota después de que uno o varios inventos fracasados se engulleran las ganancias de sus éxitos.
Hijo de ingenieros, en lugar de estudiar quiso trabajar pronto a fin de lograr el capital necesario para fundar su propia empresa. Tras unos años en el sector editorial, dirigiendo revistas y escribiendo libros de electrónica, pudo fundar su primera compañía en 1961, pocos días antes de cumplir los veintiún años. Sinclair Radionics comenzó vendiendo kits de electrónica para equipos de radio y alta fidelidad. Su primer gran éxito tuvo lugar en el verano de 1972 con la Sinclar Executive, la primera calculadora de bolsillo, cuyo tamaño era más o menos parecido al de un iPhone. Sus ingenieros lograron reducir el consumo de estos aparatos de 350 a 30 milivatios, cortando la corriente doscientas mil veces por segundo. Al ser tan rápido, ni a la pantalla ni a los chips les daba tiempo a apagarse del todo, de modo que recordaban qué estaban haciendo y podían cumplir su cometido. Gracias a ello pudieron emplear pilas de botón en lugar de las que se empleaban entonces, mucho más grandes.
Pero en lo que sería una constante en su vida, un reloj digital lanzado en 1975, el Black Watch, llevaría a su empresa a la ruina. Era un cacharro tremendamente sensible a la electricidad estática, tanto que en muchas ocasiones ya salía de fábrica estropeado, o se fastidiaba cuando lo rozaba una prenda de nylon. Para colmo de males, las baterías duraban sólo 10 días, y se atrasaba o adelantaba dependiendo de la temperatura ambiente. Lo salvó el Gobierno laborista, pero tras otros fracasos lo acabaron despidiendo de su propia compañía en 1979.
Sinclair Research y el ZX Spectrum
Clive Sinclair tenía una empresa en la reserva, llamada Sinclair Instruments, que revivió cuando fue despedido y utilizó para lanzar más dispositivos. Un artículo del Financial Times que auguraba que en el plazo de cuatro o cinco años habría ordenadores por menos de cien libras lo impulsó a llevar ese lejano futuro al presente. En enero de 1980, ocho meses después de la publicación de aquella predicción, y con la empresa renombrada a Sinclair Research, lanzó el ZX80, que costaba 80 libras en forma de kit y 100 libras ya montado, al que seguiría al año siguiente el ZX81, que era 30 libras más barato. Ambos ordenadores utilizaban diversos trucos para reducir su precio que compartirían con su exitoso sucesor: una poco duradera membrana táctil como teclado, un televisor como monitor y un casete como sistema de almacenamiento, no incluidos en el precio, naturalmente. El primero vendió medio millón de unidades y el segundo millón y medio.
El ZX Spectrum fue lanzado en 1982. Venía en dos versiones, de 16 y 48Kb, y podía mostrar colores en pantalla y emitir sonidos. El teclado había mejorado, levemente, con la introducción de teclas de goma encima de la membrana táctil que seguía registrando las pulsaciones. Entre el modelo original y sus sucesores se venderían unos cinco millones. Era más caro y ya no se vendía como kit, pero por 125 libras, o 175 si se quería con más memoria, se disponía de un ordenador bastante completo que para muchos británicos (y españoles) supuso su primer contacto con la informática.
Pese a su intención educativa, lo cierto es que el Spectrum terminó convirtiéndose en una máquina dedicada principalmente a los videojuegos; de ello se encargarían principalmente los mismos jóvenes que gracias a él pusieron sus zarpas encima de un ordenador por primera vez. Se han programado para el Spectrum alrededor de 20.000 títulos, que a pesar de incluir software profesional como bases de datos o procesadores de texto fueron principalmente juegos.
La ruina vino con el coche eléctrico
Sinclair empezó a ser una figura popular en Gran Bretaña, donde se le conocía como «tío Clive». El Gobierno de Thatcher, al que apoyó incansablemente, le otorgó el título de caballero. Pero llegaron los fracasos, y con ellos la ruina. El primero fue el ordenador destinado a suceder al Spectrum, al que llamó QL, más caro e incompatible con éste, pensado para un mercado profesional que ya se estaba volcando hacia el PC. Pero lo peor, no obstante, fue el desarrollo y lanzamiento del C5, un viejo empeño que arrastraba Sir Clive desde los años 70. Era un vehículo eléctrico que alcanzaba sólo los 25 kilómetros por hora y era incapaz de subir cuestas si no se le ayudaba pedaleando. Encima se presentó en el duro invierno británico, y el cacharro no tenía techo: se vendieron 12.000 unidades. En la ruina, Sinclair se vio obligado a vender su empresa a Amstrad, su principal competidor, que produciría nuevas versiones del Spectrum hasta 1990.
El tío Clive siguió en activo pese a todo. En 1990, ya sólo tenía dos empleados. En 1997 él era el único que trabajaba en Sinclair Research. Se centró en las bicicletas plegables y construyó un prototipo de bicicleta eléctrica en 2010 que nunca llegó al mercado.
Fuente: https://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/tecnologia/2021-09-17/muere-clive-sinclair-el-creador-del-zx-spectrum-y-la-primera-calculadora-de-bolsillo-6818797/