El diestro recrimina al presidente que no le concediera una merecida oreja en el primero de la tarde. En Sevilla, de todas formas, no se enteran de Morante
ZABALA DE LA SERNA / EL MUNDO
Cuando a las 18.30 sonó el alegre revoloteo de los clarines y se escuchó el cerrojazo del portón como un golpe de martillo que aplastase su vuelo, Morante de la Puebla deslumbró al mismo sol de 40 grados. Su vestido anaranjado como un atardecer por La Algaba, cosido como una orfebrería repujada de plata cargada, siendo hilo blanco, contrastaba con el oro del chaleco.
A las 18.48 José Antonio Morante brillaba de otro modo con un sobrero de Olga Jiménez berreón, que de salida había embestido recto abortando verónicas; por el derecho habían caído un par de lances sedosos de empaque y garbo. Por esa mano, a la hora descrita, Morante dibujaba un derechazo gigantesco, un redondo soberbio, entre muchos otros que conducían a su altura al toro. Que no era nada del otro mundo.
La faena creció sobre el talento del genio, el temple, su plomada, su cintura y el toreo de peso. Un natural sobrenatural crujió la plaza. Como los pases de pecho que no se acababan nunca. Todo sereno, maciza la pieza, superior a la manejable embestida del toro que punteaba porque no iba cómoda, ayuna de clase.
Desprendió una torería mayúscula antes de enterrar la espada. Trasera, algo tendida, arriba. La muerte lenta llegó. Pero los tendidos no se poblaron de pañuelos en la medida en que merecía la obra. Puede que sí. Puede que no. Una mayoría suficiente para que el presidente hubiera obrado con sensibilidad, sobre todo teniendo en cuenta otra mierda de orejas que se dan. Nada. En Sevilla, de todas formas, no se enteran de Morante, quien ostensiblemente cabreado verbalizó un «no tienes vergüenza». Eran las 19.09.
Morante de la Puebla no hizo declaraciones hasta después de dar muerte a su segundo, al que cortó una oreja de muchísimo peso. El diestro sevillano afirmó que acababa de realizar «una faena muy sentida, de mucha cercanía y belleza, y de mucha rabia contenida», recordando lo ocurrido en el primero de la tarde.
«El toro primero fue bastante complicado, había que pasar un trago, sobre todo por el lado izquierdo; he estado a la altura del éxito pero ha habido un señor que ha metido la pata, y da rabia porque es un amigote pero esta ya para jubilarse», finalizó con sorna José Antonio Morante.
Fuente: https://www.elmundo.es/cultura/toros/2023/04/24/6446bcf021efa069558b45c1.html