Por Itandehui Rodríguez
@itandehui_roma
Marruecos es LA SORPRESA del mundial, ¿o no? ¿Cuándo demonios se iban a imaginar a Cristiano Ronaldo llorando por culpa de un equipo de jugadores morenos, guapos, altos y de barbita, un par de ellos con sonrisas bien bonitas?
Yo, la neta, sí me andaba tomando unas vacaciones por Marruecos, nomás para ir ver el… paisaje.
Volviendo al punto, Marruecos llegó al mundial en el lugar 22, luego de terminar invictos en las eliminatorias africanas.
¿Por qué están sorprendiendo en el mundial? Dicen los que saben que es porque el entrenador optó por combinar a jugadores nuevos con experimentados y poner en la defensa a la figura del PSG, Achraf Hakimi.
La experiencia de los mayores, el ímpetu de los jóvenes y la generosidad de la figura, han logrado que el equipo marroquí trabaje como corresponde, en equipo y no con la esperanza de que un jugador haga todo por los otros 10 que están en la cancha.
Eso es lo que nos tiene a todos con el ‘Yisus’ en la boca y a Cristiano Ronaldo llorando como la muñeca fea.
Ahora, pasemos a lo que importa, ¿qué tienen en común esta selección marroquí y la política mexicana?
¡ABSOLUTAMENTE NADA!
En México, así como hay un Memo Ochoa que sabe que va a ser convocado a la selección solo por su nombre y sus chinitos, sin tener que hacer ya el menor esfuerzo o mérito, hay también toda la cantidad de políticos que están esperando a que les digan cuál nueva plurinominal les va a tocar o en qué dirigencia los van a imponer. ¿Y el trabajo en tierra, ‘apá? ¿Y los resultados? ¿Y la agenda de los ciudadanos? Bien, gracias.
¿Y por qué quieren ser? Pues por «ser», simplemente por eso. Porque el «hacer», se les olvidó hace un chingo de tiempo.
Volvamos de nuevo al punto. Entonces ¿qué debería pasar en este bonito país? Requerimos una renovación de cuadros, URGENTE, necesitamos a menos «Memos Ochoa» en la política y a más jóvenes que quieran trabajar juntos sin distingo de colores partidistas y de la mano de políticos decentes y experimentados, –lo sé, son pocos, pero los hay– esos que se toman el tiempo para compartir experiencia y conocimientos con los más jóvenes.
Hay gente muy valiosa en el PAN, en el PRI, en morena, en MC y en todos los partidos, que debería dejarse de diferencias partidistas y evitar caer en la manipulación diaria de uno de los mejores oradores que ha visto este país, para así, empezar a hablar de consensos en favor de México.
El señor de la mañanera ya se va, ¡los que seguirán sin él, son ustedes! ¿Por qué no empezar a construir desde hoy?
La horizontalidad y la transversalidad –el trabajo en equipo–, son lo que podrían sacarnos adelante de la crisis económica, política, social, de salud y seguridad por la que estamos atravesando.
Necesitamos actoras y actores dispuestos a construir, a hablar de reconciliación, de suma, de reintegración, pero además, necesitamos que la ciudadanía se sume a la acción, porque la crítica violenta pero cómoda, que se emite desde los dispositivos electrónicos y en las redes sociales, sirve para dos cosas, para nada y para lo mismo.
¡Hay que involucrarse, señoras y señores, porque nos falta mucho para poder ser como la selección de Marruecos!
A Octavio Mercado
Si ese viernes de principios de mayo de 2003 que los conocí en la explanada de los cines de la U.H. de la Margarita, me hubieran dicho cuán importante se iba a convertir esa familia para mí, jamás se los habría creído.
Silvia Tanús era candidata a diputada federal por el PRI en el DTTO. 12.
Octavio Mercado, su coordinador de campaña y esposo, era un señor con una mirada muy amable y una sonrisa linda, fumaba mucho y como yo también fumaba en esa época y era «estudihambre», pues le robaba los cigarros; él era muy compartido y había que aprovechar.
Siempre tenía una cajetilla más en la bolsa de la camisa o en el cajón de su escritorio, antes de abrirla, la golpeaba para apretar el tabaco y repartía cigarros a todo aquel fumador que estuviera cerca. Si andaba tranquilo, nos echabamos una ‘coquita lait’ o un café y chismeabamos, porque el chisme es deporte nacional y lo practicábamos con un chingo de gusto.
Octavio era un hombre alegre, amable, dicharachero, divertido, jodón como pocos, travieso, de una calidad humana incomparable y con una cantidad infinita de anécdotas que contar. Mi favorita era la de «la caída del sistema» de 1988… ¡Qué historia!
Un día me dijo que yo iba a ser una gran esposa, porque, según él, soy la mujer más manipuladora que ha conocido, le respondí que estaba completamente equivocado, porque nunca me voy a casar. Risó muy fuerte y cambiamos de tema.
Los días que vienen serán muy complejos para su familia, pero sepan que Tavo tocó tantos corazones, que eso lo va a mantener presente por un largo, largo tiempo.
Para ustedes, Silvia, Memo y Carlos, mi amor siempre, sepan que, como él, viven permanentemente en mi corazón.