Por Itandehui Rodríguez Martínez
@Itandehui_RoMa
«Peña bombón, te quiero en mi colchón”, provocó que esto sucediera. Este será el legado de López Obrador.
¿Cuál es, se preguntarán? Y estarán pensando que me gusta darle muchas vueltas a los asuntos. Y sí, como buena chismosa.
El legado de Enrique Peña Nieto, mejor conocido como “Peña bebé”, fue una reforma electoral en materia político-electoral de 2014. Cuando se elevó a rango constitucional la garantía de la paridad entre mujeres y hombres en las candidaturas a la Cámara de Diputados, Senado y Congresos Estatales.
La reforma establece en el artículo 41 Constitucional que:
“Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal , libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, en candidaturas a legisladores federales y locales”.
Fue así como México se convirtió en un país que, de tener un 30% promedio de mujeres en el Poder Legislativo, llegó a tener el 50%.
“Sin querer queriendo”, como diría Roberto Gómez Bolaños a través de ese personaje -Chespirito- que, desde mi perspectiva, le ha hecho tanto daño a la imagen de México en el mundo. Pero, “sin querer queriendo”, esto obligó a López Obrador a convertirse en el presidente que materializó la paridad.
Fue así como, en el 2018, por primera vez en la historia, las mujeres logramos el 49.2% de espacios. Para 2021, se logró el 50%-50%.
Fue así como logramos ver, desde ayer y por segunda vez, una Mesa Directiva en el Congreso, compuesta por 10 mujeres y 1 hombre. Por cierto, el PT fue el partido que impidió que, por primera vez en la historia, tuviéramos una Mesa Directiva compuesta al 100% por mujeres.
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Ya vimos muchas compuestas 100% por hombres, ser la primera legislatura en hacerlo le habría dado el 10 perfecto a López Obrador en materia de paridad, pero no. Ni modo.
Además, es la segunda vez en la historia que hay una presidenta en la Cámara de Diputados y una en la Cámara de Senadores. La primera en 2019-2020, cuando Mónica Fernández presidió el Senado y Laura Rojas el Congreso. Y en esta ocasión, lo harán Marcela Guerra y Ana Lilia Rivera.
Por primera vez, aunque sin mucha capacidad de acción, tuvimos y tenemos a titulares mujeres en la Secretaría de Gobernación. A Olga Sánchez Cordero y a Luisa María Alcalde.
Aunque no la quiera, aunque más bien “Lópezcraist, nuestro señor… presidente” la aborrezca, pero en el Poder Judicial, tenemos a una mujer presidenta, a la ministra Norma Lucía Piña.
Y gracias a la terquedad de López Obrador, sea la razón por la que sea que su “gran dedito elector” va a señalar públicamente -porque ya lo hizo en privado- a Claudia Sheinbaum. Gracias a que montó una guerra contra Xóchitl Gálvez, la hizo candidata del Frente Amplio por México. Gracias a que la aparición de Xóchitl Gálvez, motivó la fractura de Movimiento Ciudadano y el rompimiento el grupo Jalisco, es que quedan fuera de la contienda los hombres ‘emecistas’. Esto dio paso a la gran posibilidad de que la candidata sea alguna de las senadoras Patricia Mercado o Indira Kempis. Es así que por primera vez en México, tendremos solo candidatas a la Presidencia y la certeza de que por fin habrá una presidenta de la República.
Y no, no es gracias a que Andrés Manuel López Obrador sea un aliado de las mujeres. Peña Nieto fue el gran operador de la paridad y López Obrador, sin quererlo, el beneficiario de ella. Ése será el legado de López Obrador.
El grave problema es que se lo debemos a dos hombres, no a que las mujeres nos hubiéramos percatado que esto era posible antes por una simple y sencilla razón, no somos tontas, pero fuimos permisivas y nos sumamos a los juegos patriarcales.
Nos tengo noticias, mis queridas hermanas, somos el 51% de la población, somos y seremos más, siempre.
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