En plena crisis ucraniana, el lujo presenta sus propuestas en una aparente normalidad
SANDRA ARMAT / Barcelona / LA VANGUARDIA
Aparentar normalidad en medio del caos y el miedo ante el avance de las tropas de Putin era el objetivo de la Cámara Nacional de la Moda Italiana, una crisis que estalló dos días después del inicio de la semana de la moda milanesa. En la pasarela los asistentes fotografiaban los vestidos corsé de Versace o un pomposo abrigo de pelo de Dolce&Gabbana; a las afueras un grupo de mujeres se manifestaban con pancartas en contra del líder supremo ruso. El yin y el yang.
La sobreexposición que implica un desfile siempre ha repercutido en una rápida reacción de las firmas ante sucesos inesperados, pero esta vez no fue así. Ningún diseñador, a excepción de Armani, ha mostrado públicamente su apoyo al pueblo ucraniano, más allá de un mensaje con la palabra “peace” en el Twitter de Versace.
Armani ha sido el único diseñador italiano que ha mostrado su apoyo al pueblo ucraniano
Obviando el mercado asiático -que acapara un gran porcentaje de las ventas del sector del lujo- los rusos se han convertido en los últimos años en uno de los clientes más potentes, según The Luxury Trends. Si bien es cierto que las firmas más demandadas son las francesas, casas italianas como Gucci han visto crecer notablemente sus ventas en el país desde 2014 en más de un 600%. Unas cifras que coinciden con la llegada de Alessandro Michele a la dirección creativa de Gucci.
El diseñador de origen romano relanzó la popularidad de la firma con sus diseños extravagantes y sus ideas revolucionarias. Siete años después sigue el mismo camino con la presentacón de una colección masculina, en el marco de la semana de la moda femenina, y una colaboración sin precedentes entre la casa italiana y la marca de streetwear Adidas.
“Los hombres han abierto un diálogo con el universo femenino y yo quiero promover una representación amplia de la masculinidad”, explicó en la rueda de prensa posterior al desfile. Desde hace muchas temporadas, Michele juega con los dos géneros con trajes que podría llevar indistintamente un hombre o una mujer, faldas tableadas de corte midi para ambos sexos y grandes americanas o blusas semitransparentes que se deslizan por todos los cuerpos. Con Adidas ha querido salir a jugar a la calle y hacer de ésta su pasarela. Un trabajo del que nacen trajes con el nombre de Gucci, el logo de Adidas y sus míticas franjas blancas laterales.
Versace siguió con su firme apuesta por acercarse cada vez más a la generación centenial con vestidos encorsetados, pantalones de vinilo efecto “segunda piel” y minifaldas con aires de los dos mil diseñadas bajo su mínima expresión.
Siguiendo esa misma línea estaba Dolce&Gabbana con un espectáculo futurista orientado a la generación Z. “Le damos la bienvenida al cambio”, dijo la marca en su comunicado. Un armario donde los colores suben de graduación, las hombreras se acentúan y las prendas aumentan el límite de las proporciones.
Prada quiso hacerse un homenaje sacando a desfilar a casi todos los modelos que han sido embajadores en los últimos años con prendas que actualizan el imaginario de la casa de lujo. Americanas estructuradas, jerséis de lana de cuello redondo y faldas tableadas con grandes volúmenes. En la pasarela Erin O’Connor, Liya Kebede, Elise Crombez o Hannelore Knuts -todas en la cuarentena- compartieron espacio con los nuevos rostros de la firma, como Kaia Gerber o Hunter Schafer.
Moschino hizo gala de la excentricidad que le caracteriza y se inspiró en una réplica de lo que Stanely Kubrick llamó ‘la habitación de hotel provincial francesa’. Partiendo de una clara referencia al oro, la colección respondía a todo lo que uno podría encontrar en un palacio tan grandilocuente como el de Versailles. Vestidos tapizados, cubertería de oro, alfombras rojas y, por supuesto, muchas obras de arte.
Kim Jones quiso diseñar el vestuario de oficina de la mujer Fendi con un juego de contrastes en el que las texturas jugaron un papel determinante. Americanas que se funden con pantalones y vestidos transparentes y trajes corsé para pisar con determinación cualquier escenario.
Por último, y volviendo a los inicios, Armani fue el único diseñador italiano que, además de presentar la colección, mostró abiertamente su apoyo al pueblo ucraniano. “Mi decisión es no utilizar ningún tipo de música en el desfile como muestra de señal de respeto por toda esa gente envuelta en la tragedia de Ucrania”, comunicó en una gran pantalla negra antes de comenzar el show.
Curiosamente, Armani fue también el primer diseñador en suspender su desfile tras el estallido de la pandemia, hace ya más de dos años. En esta ocasión los aplausos del público fueron el único sonido que se escuchó en una pasarela donde las modelos caminaban a una velocidad más rápida de lo normal. Mujeres actuales, fuertes, luchadores y que saben lo que quieren. Prendas creadas para potenciar su presencia en el día a día. Tras esos minutos de silencio, el público se levantó para aplaudir a Armani que, con actitud tímida, devolvió el aplauso con otro gesto solidario.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/de-moda/moda/20220301/8089802/semana-moda-milan-otono-invierno-2023.html