- Es uno de los rostros protagonistas de los Sanfermines al que decenas de corredores acuden a saludar antes del encierro
- Un equipo humano formado por «más de 400 personas» que trabaja con las ganaderías en los Sanfermines
SILVIA QUÍLEZ IGLESIAS / Rtve
Los once pastores de San Fermín tienen en su mente el recorrido del encierro, 848 metros desde la cuesta de Santo Domingo hasta la plaza de toros de Pamplona, en los que se dan el relevo cada 50 u 80 metros, con un único objetivo: proteger a los toros y velar por el normal desarrollo del encierro. La carrera es «anárquica, libre, popular», el resultado depende de «muchos factores» – los toros, los cabestros, los mozos y mozas que corren – pero por encima de todos, es el toro el que «manda y decide cómo va a ir». La «gran dificultad» para el equipo de pastores, explica Miguel Reta, que lleva treinta años afrontando el reto, es poner «orden» en esa «locura».
El equipo de pastores aguarda los encierros de este San Fermín «como si fuera el primer año, los mismos nervios, ilusión, inquietud», asegura Reta con humildad como un miembro más, restando importancia al hecho de que cada mañana, en los minutos previos de la carrera, decenas de mozos y mozas acudan a saludarle como en un ritual que parece traerles suerte.
Miguel Reta afirma que él y sus compañeros son solo un «grano de arena» dentro del equipo humano formado por «más de 400 personas» que trabaja con las ganaderías en los Sanfermines, y acumula «muchos» años de experiencia.
Si las cosas van bien, si funcionan, «no hay que tocarlas mucho», por eso lo normal es que de un año a otro «no cambien mucho» y eso significa que se hacen bien, aunque siempre haya «alguna modificación», afirma el veterano pastor pamplonés sobre una tradición que data al menos del siglo XIV, en la que el resultado es por completo impredecible.
«Hay mucha fuerza en la calle»
Para alguien como él que está siempre «entre toros», los Sanfermines son algo «especial», no solo -en su caso- por ser pamplonica, sino porque esta fiesta se considera el «buque insignia» de los festejos populares que él conoce bien, ya que suele recorrer por toda geografía española los festejos taurinos en los que ve «mucha afición».
«Hay mucha fuerza en la calle, la juventud, el músculo del festejo está en la juventud y la juventud participa y más en San Fermín», asegura Reta que cree que «hay mucha más fuerza y afición de la que nos pueden hacer creer» y que además cada año participa gente nueva que acude a Pamplona a correr los encierros. «Los grandes aficionados se cogen vacaciones para correr», agrega.
Reta conoce a muchas personas de otras comunidades autónomas, como Aragón y Castilla y León, donde también hay festejos, y él mismo se define como un «friki», igual que otros lo son de la montaña, del mar, que acuden a las fiestas. «Al final tienes tu pequeño mundo y tu afición les engancha a ellos«, asegura Reta, que considera que no solo se transmite esa afición, también otros sentimientos como el miedo, y el apoyo mutuo.
Él lleva sus propios toros y bueyes a celebraciones por toda España en las que se encarga de que todo vaya bien en los corrales de forma similar a lo que hace en Pamplona, pero como ganadero organizador.
Tramo a tramo, hasta la plaza de toros
Miguel Reta, pastor desde 1994, se ocupa del tramo de la calle Mercaderes, entre la plaza del Ayuntamiento y la calle Estafeta, donde coge el testigo de otro veterano corredor, Markel Povedano, una zona donde el recorrido del encierro se ensancha y empieza a haber más corredores, lo que supone un riesgo añadido a la carrera, aunque la presencia del vallado permite refugiarse al paso de la manada.
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Los toros, después de salir acelerando la carrera a lo largo de casi 300 metros en la cuesta de Santo Domingo, llegan lanzados a este punto del recorrido, algunos ralentizan ya su vertiginoso ritmo, lo que hace que en el siguiente tramo de Estafeta puedan quedarse descolgados de la manada generando situaciones de peligro, ya que se sienten más indefensos y pueden lanzar derrotes a los corredores.
Con él y con Mikel Povedano hacen equipo otros nueve pastores: Jesús, Curro y Aitor en los corrales y la cuesta de Santo Domingo hasta la Plaza del Ayuntamiento, y desde Mercaderes hasta el final Humberto, Víctor, Miguel, Alberto y Fran, hasta el callejón de la plaza donde les espera el más experimentado de todos, Jesús Merino, mayoral de la plaza, con una experiencia que suma más de 40 años.
«Vamos haciendo nuestro relevo acompañando al compañero que sale por delante hasta donde podamos», explica Miguel Reta. Después, Merino recibe a los toros en la plaza, donde les separa de los bueyes. Hay que saber manejarlos en los corrales, y solo una persona de gran experiencia puede hacerlo bien. En esa labor le ayuda todo su equipo de pastores cuando llega a la plaza.
«Nos ha pasado de todo»
A lo largo de todo el encierro hay que proteger al toro por una razón fundamental, que «no aprenda» si se queda en la calle porque podría haber consecuencias por la tarde durante la lidia en la plaza. En numerosas ocasiones los astados han demostrado tener mucha inteligencia, que demuestran en la lidia «por su selección y encaste», según asegura Miguel Reta. De hecho, el encierrillo de la tarde anterior, desde los corrales del gas a los de Santo Domingo, sirve a la manada de toros acompañados por los cabestros, como una especie de ensayo para la carrera que harán unas horas más tarde por las calles de Pamplona, rodeados de cientos de personas hasta la plaza de toros.Pastores, los árbitros de los encierros de San Fermín
Pese a que los encierros cuentan cada vez con más medidas de seguridad, los toros son un componente impredecible y por eso, el equipo de pastores tiene una serie de pautas sobre cómo actuar en función de su desarrollo. Por ejemplo, si un toro se queda suelto por detrás de la manada los pastores hacen «una especie de barrera por la parte trasera» para que los corredores que van por detrás no inciten al toro y los mozos lo vayan llevando «cuanto antes a la plaza».
En estos treinta años de experiencia en los encierros de San Fermín, cuenta Reta que les ha pasado «de todo«, desde que un toro se dé la vuelta en la puerta de los corrales, a que se quede en la cuesta de Santo Domingo, aunque lo más habitual es que los astados se queden en el tramo de Estafeta y sobre todo en Telefónica, una de las circunstancias más habituales y peligrosas.
Otro de los imprevistos que suele producirse es que el toro se dé la vuelta. En ese caso, tiene una especial importancia el papel de los bueyes «de cola» que salen un minuto y medio o dos minutos más tarde que los toros de otro corral y hacen de «bueyes escoba» por si queda algún toro, al que arropar y llevar hasta la plaza. Esta medida se lleva a cabo siempre por norma. Son bueyes «zagueros» más lentos para que se les pueda parar en un momento dado.
Uno de esos hechos imprevistos se produjo en 2017 un toro de José Escolar se volvió por tercer año consecutivo, circunstancia que analizaba en una entrevista a TVE uno de los pastores, Miguel Araiz, conocido como Rastrojo, que ya se ha jubilado.
Por qué un toro se vuelve en el segundo encierro de los Sanfermines de 2017
«La estadística es la estadística y está ahí, tenemos que pensar y preverlo y adelantarnos un poco«, cuenta Miguel Reta. Lo que ocurre es que entre los toros «se van metiendo corredores» y se van quedando «solos», sin sus compañeros de manada y la guía de los cabestros, o también puede ocurrir que pierdan a los arrestos o haya alguna caída de los animales.
Desde su conocimiento y relación con las ganaderías, por su encaste y comportamiento en la lidia y el campo, por su relación de «muchos años» con ellas, los pastores pueden intuir «un poco» como puede la carrera. Saben por ejemplo que los toros de Cebada Gago tienen «un poquito más de peligro», y que los Miura son «muy rápidos», explica Reta.
Antes de finalizar la entrevista por teléfono, Reta recomienda a todos aquellos que se estén planteando ir a correr a los encierros de Pamplona que se informen muy bien porque el toro es «algo muy serio, mata y ha sido seleccionado para atacar«, que sepan a qué se enfrentan. «No podemos coger y el primer día que van a hacer montañismo decir que se suben al Everest», explica a modo de ejemplo para advertir del riesgo que corren.
Nunca hay que perder el respeto a la tradición y a los animales, ni tampoco el compañerismo. Después, una vez preparados e informados, lo que hay que hacer es «disfrutar de una experiencia única en la vida, superar los miedos y recibir ese empujón de autoestima que cada uno vive a su manera, no es ni para que lo vean en televisión ni para una foto bonita, sino para tener ese recuerdo personal en mente, seguro, para toda la vida».
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