El tramo 5 del tren, que recorre de Tulum hasta Cancún, está lleno de vestigios de los antiguos mayas. Los arqueólogos apenas comienzan con la excavación
ANNA LAGOS / EL PAÍS
Ya son más de 25.000 monumentos arqueológicos hallados en la ruta del Tren Maya. Por el camino del ferrocarril — que recorrerá la península de Yucatán de punta a punta a través de 1.554 kilómetros por los Estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo — se han ubicado 23.111 bienes inmuebles (habitaciones domésticas, albarradas basamentos); 1.292 muebles (metales, cerámica, lítica, fragmentos arquitectónicos); 129 entierros humanos con ofrendas, 835 elementos naturales asociados al contexto arqueológico (cuevas y cenotes), pinturas rupestres, templos en cuevas, una canoa casi intacta de más de 1.000 años de antigüedad y más de medio millón de fragmentos cerámicos. Se trata del “más importante proyecto de investigación que se haya llevado a cabo en la región maya de México”, asegura Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Hay más de 3.000 concentraciones de material arqueológico que el INAH ha podido identificar, explorar y registrar y más de 30 zonas arqueológicas vinculadas a estos descubrimientos. De los 1.554 kilómetros que recorre el trazo del tren, unos 900 kilómetros ya han sido registrados por arqueólogos y especialistas, es decir un 57%. En el tramo 5, la estación más compleja del Tren Maya, que recorre de Tulum hasta Cancún, la prospección no ha terminado. “En el tramo 5 se había hecho un trabajo de prospección previa, pero se cambió el trazo a finales de febrero. Llevamos muy buen avance en la prospección, estamos empezando la excavación y la fase de recomendaciones de medidas técnicas para el salvamentos de los vestigios. Ahora, se ha prospectado el 80% del trazo y hemos tenido hallazgos relevantes”, explica el director de Salvamento Arqueológico del Tren Maya, Manuel Pérez Rivas, en entrevista para EL PAÍS.
Los hallazgos han sido ubicados gracias al proyecto de salvamento arqueológico bautizado como ‘U lu’umil maaya wíiniko’ob: Un análisis regional del sureste mesoamericano’, donde unos 292 arqueólogos, antropólogos, etnólogos, biólogos, geógrafos, topógrafos y restauradores; y más de 1.000 trabajadores de la región realizan recorridos en superficie con herramientas como la geolocalización mediante GPS, la topografía con tecnología satelital y el uso de sensores LiDAR — una sistema de detección por luz y distancia que desvelar ruinas ocultas por la basta vegetación o enterradas bajo tierra — lo que ha permitido identificar y valorar áreas donde se concentran elementos arqueológicos de forma panorámica. Debido a la concentración de estos vestigios en el camino del tren, el INAH definió áreas críticas donde habrá de establecerse medidas específicas para evitar la destrucción de los basamentos piramidales, plazas o cuadrángulos y terrazas. “El arqueólogo va registrando todo con su tabla y su nivel. El arqueólogo que no registra bien se convierte en un saqueador; lo básico de la disciplina es hacer un excelente registro tridimensional. Y, en los salvamentos, hay que ser muy eficientes porque el tiempo es limitado. En todos los tramos tenemos reconstrucciones virtuales de los contextos arqueológicos, que es algo que no se soñaba hasta hace algunos años y se está haciendo ahora con los salvamentos del Tren Maya”, explica el doctor en arqueología, Manuel Pérez Rivas.
El tramo 5 del Tren Maya ha estado bajo el ojo de científicos, ambientalistas, activistas y hasta un juez de Yucatán, que decidió ordenar la suspensión provisional de las obras que van desde Playa del Carmen hasta Tulum, debido a la ausencia de una manifestación de impacto ambiental. El poroso suelo kárstico de la península resguarda el acuífero del que dependen la flora y la fauna locales. Tania Ramírez, espeleóloga y activista, denunció en redes sociales una cueva que no había sido explorada por el INAH. “El INAH no registró este vestigio arqueológico. La cueva sí la marcaron y pasaron a su lado, pero no entraron”, escribió en su cuenta de Twitter. Al respecto, el arqueólogo Pérez Rivas explica a este diario: “Esta cueva ya la habíamos detectado nosotros. Tiene un identificador. Es bastante inusual, pero tenemos que hacer estudios muy serios: tomar algunas muestras, hacer la verificación para saber realmente qué es y fecharla temporalmente. Lo que sí me preocupa un poco es que nosotros no hemos difundido algunas cosas porque, al difundir ubicaciones y coordenadas, estamos poniendo en riesgo el patrimonio y poniéndolo al alcance de saqueadores y de gente que puede hacer vandalismos, eso ha ocurrido en otras obras”, dice el funcionario del INAH y agrega: “Ahora lo que importa mucho es completar la prospección en el tramo 5 para saber qué es lo que tenemos, intervenir o excavar, para luego establecer las medidas técnicas de protección para cada tipo de monumento”.
Todas las áreas por las que pasa el Tren Maya tienen su grado de sensibilidad e importancia. Los asentamientos mayas eran muy extensos. Había una gran densidad de población, por lo que existen a lo largo de todo el sureste mexicano amplias dispersiones de monumentos. “Chichen Itzá cuenta con 35 kilómetros cuadrados de extensión; Izamal tiene una extensión cercana. Cobá tiene 75 kilómetros cuadrados; de Calakmul no se conoce todavía su extensión completa, pero supera los 50 kilómetros. El tramo 5, que va desde Tulum hasta Cancún está lleno de vestigios de los antiguos mayas. En el caso de la Costa Oriental son infinitas las redes de albarradas o muros residenciales que limitan predios o lugares de cultivo que tienen restos de casas habitación o de conjuntos que son centros ceremoniales. Es un continuo de vestigios. Las cuevas y cenotes se usaban como lugares rituales y también cuentan con restos de actividad humana. En el tramo 1, de Palenque a Escárcega, se ven montículos por todos lados. Realmente todas la zonas tienen elementos de valor, que requieren protección”, aclara Manuel Pérez Rivas, director del salvamento arqueológico del Tren Maya a EL PAÍS.
El director del INAH, Diego Prieto, explicó que planean construir 11 museos comunitarios en las inmediaciones del tren; el primero de ellos, será en la comunidad de Halachó, Yucatán, los cuales serán enriquecidos con las piezas que se han recuperado durante las operaciones de salvamento. El arqueólogo Manuel Pérez Rivas afirma: “Tenemos un cúmulo de datos como para 10 años de investigación. Ahora, hay que buscar acervos seguros para los muchos tepalcates, cerámicas y vasijas; también para los terabytes de información que estamos generando respecto a este patrimonio, en el campo virtual. Queda pendiente seguir trabajando con los materiales. Es una labor minuciosa. Hay entierros humanos que están en estudio y en labores de conservación. Lo que viene para el INAH es restauración, consolidación e investigación en zonas abiertas al público cercanas al Tren Maya. Realmente viene una etapa de mucho trabajo, para seguir generando conocimiento de las civilizaciones prehispánicas”.
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Fuente: https://elpais.com/mexico/2022-05-04/25000-monumentos-arqueologicos-129-entierros-humanos-y-pinturas-rupestres-los-ultimos-hallazgos-en-la-ruta-del-tren-maya.html