Durante siglos se crearon elementos de tortura que todavía dejan boquiabierto a todo aquel que los conoce, justamente por la inmensa crueldad con la que fueron concebidos
ADA NUÑO / EL CONFIDENCIAL
La palabra Inquisición todavía sigue causando escalofríos en todo aquel que la escucha, más aún si lleva la palabra ‘española’ detrás (gracias en parte a la Leyenda Negra). Aun así el origen de esta institución (en el siglo XII por el Papa Lucio III) no tiene lugar en nuestro país como muchos creen, sino en el sur de Francia para combatir la herejía cátara. Ahora bien, se extendió después a otros países como Italia, Portugal o el nuestro propio, con la idea de combatir a todo aquel contrario a la fe católica, que cometía actos perversos y debía ser castigado (en algunas ocasiones bajo previa confesión).
Para castigar, aleccionar o simplemente conseguir dicha confesión, se crearon elementos de tortura que todavía dejan boquiabierto a todo aquel que los conoce, justamente por la inmensa crueldad con la que fueron concebidos. En la mayoría de las ocasiones no solo servían para humillar a la víctima, sino que acababan por causar su irremediable y dolorosa muerte. Algunos de ellos se utilizaron con mucha frecuencia durante la Edad Media, mejorándose y convirtiéndose con el paso de los años en instrumentos cada vez más terribles. Hoy te acercamos a algunos de los más populares, muestras mudas de una época oscurantista en la que se buscaba que los individuos fuera piadosos y de carácter inquebrantable.
El origen de la Inquisición no tiene lugar en nuestro país como muchos creen, sino en el sur de Francia para combatir la herejía cátara
Si te interesa el tema y quieres indagar un poco más en todo ello, en Santillana del Mar (Cantabria) hay un museo de la inquisición en el que, de manera permanente, se muestran instrumentos de tortura empleados por la Inquisición desde el siglo XIV hasta el XIX. Es un tipo de museo bastante común en Europa, y de igual manera podemos encontrar lugares dedicados a la tortura en Toledo o en Carcasonne (Francia).
La picota en tonel
De origen austríaco, era un castigo dedicado principalmente a los borrachos, una especie de humillación pública que servía como escarmiento para aquellos que no sabían frenar sus instintos y causaban problemas. También era terriblemente peligroso y muchos acabaron muriendo.
Había dos tipos: los que tenían el fondo cerrado y dentro se metían orines o estiércol y los abiertos, que producían un gran dolor debido a su peso
Primero se colocaba a la víctima dentro de un tonel, aunque había dos clases: los toneles que tenían el fondo cerrado y dentro se metían orines, estiércol o agua podrida (lo que llevaba a muchos a morir, fruto de enfermedades provenientes de las condiciones insalubres) y los abiertos, con la idea de que las víctimas caminaran por las calles de la ciudad con ellos a cuestas, lo que producía un gran dolor debido a su peso.
El toro de Falaris
Probablemente uno de los métodos de castigo más antiguos del mundo y también más crueles. Se atribuye a Falaris, tirano de Acragas en Sicilia. Se metía a los ajusticiados en el interior de una estatua con forma de toro, la cual se colocaba encima de una hoguera, lo que hacía que la temperatura del interior del toro aumentara. Los gritos de las víctimas, quemándose, salían por la boca del toro como si estuviese mugiendo. Según la leyenda su propio diseñador, Perilo, murió de tal manera tras presentar su propia creación.
El agua
Este instrumento se menciona en múltiples obras, como ‘La inquisición’ de Rafael Yzquierdo Perrin. Se tapaban las fosas nasales del reo y, después, se le introducía una especie de embudo en la boca por donde se le hacían ingerir grandes cantidades de agua. Además de la horrible sensación de ahogamiento (muchas víctimas se quedaban inconscientes durante el proceso), el desgraciado solía morir por ruptura del estómago. Después, la tortura se fue perfeccionando y en lugar de utilizar un embudo se introducía un trapo de lino en la garganta del pobre infeliz, lo que alargaba el tormento.
El aplasta pulgares
De origen veneciano, es uno de los instrumentos de tortura más antiguos, simples y también efectivos. Los dedos de las manos y a veces los pies se introducían en un instrumento metálico (aunque se usaron diferentes dispositivos mecánicos a lo largo del tiempo) y se aplastaban uñas, falanges y nudillos de forma progresiva, pudiendo extender el dolor durante días y mutilando, finalmente, el miembro, debido al desgarramiento.Para crímenes graves la tortura era más lenta, se comenzaba por las uñas y se pasaba posteriormente a falanges y nudillos, hasta que se destrozaban completamente las manos.
El potro
Según el historiador Henry Kamen, fue uno de los instrumentos de tortura más usados por la Inquisición Española, aunque variaba un poco de la versión ‘normal’. Se trataba de un instrumento en el que el acusado era atado de pies y manos a una superficie conectada a un torno, que era el potro. Al girar, el torno tiraba de las extremidades en sentidos diferentes, dislocándolas y pudiendo incluso llegar a desmembrar.
El de la Inquisición Española, sin embargo, consistía en atar al prisionero a una baqueta con cuerdas en torno al cuerpo y las extremidades, controladas por un verdugo que iba apretando mediante vueltas. Con cada vuelta, las cuerdas mordían la carne, atravesándola. Un escribano, a su vez, iba apuntando todo lo que la víctima decía y algunos registros, como el de una mujer judeoconversa que supuestamente seguiría practicando su antigua religión, han llegado a nuestros días. Lo normal es que, como el sufrimiento era tan fuerte, la víctima en concreto terminase confesando sus crímenes (fueran reales o no). Fue el procedimiento más corriente a partir del siglo XVI.
La cuna de Judas
Instrumento pensado también para sacar confesiones, consistía en una pirámide puntiaguda, de madera afilada, sobre la que se alzaba a la víctima para después dejarla caer sobre ella, de modo que la punta se topaba con la zona genital o anal provocando desgarros, aunque se hacía con diferente presión en función de cómo avanzara la confesión.
Consistía en una pirámide puntiaguda sobre la que se alzaba a la víctima para después dejarla caer sobre ella, de modo que la punta se topaba con la zona genital o anal provocando desgarros
Si el condenado se dormía o relajaba el cuerpo, caía también sobre la punta. En cada país de Europa tenía un nombre diferente, aunque se atribuye su invención a un jurista boloñés llamado Ippolito Marsili.
La doncella de hierro
Uno de los más crueles, aunque no tan utilizado. Se introducía al preso en un sarcófago con forma humana que tenía dos puertas y contaba con varios pinchos metálicos que, cuando se cerraba el ataúd, se clavaban en la carne del reo. Las agujas, aunque causaban un dolor increíble, no acababan de golpe con su vida atravesándolo de lado a lado, sino que hacían que se desangrase poco a poco para alargar el sufrimiento durante más tiempo.
Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2021-12-26/castigos-duros-horribles-crueles-inquisicion_3345121/