El entorno de Gómez-Cuétara cuenta a LOC que la empresaria rompió su relación con el magnate asturmexicano porque no estuvo a su lado en el momento más complicado de su enfermedad. A la vez, la presencia de una tercera persona -que no es Teresa Bueyes- provocó un final que no tiene vuelta atrás.
Inmaculada Cobo / LOC
En las mesas de poder de la capital no se habla de otra cosa. La ruptura de Silvia Gómez-Cuétara y Juan Antonio Pérez Simón tras trece años de relación es el tema del momento, sobre todo a raíz de sus respectivas reapariciones en las páginas de ¡Hola!. El magnate asturmexicano ya había protagonizado varios titulares por acudir a la fiesta de cumpleaños de la abogada Teresa Bueyes en la finca de Luismi Rodríguez El Chatarrero y también por organizar una velada por su santo en su propiedad de La Finca. Precisamente a esa velada también asistieron el ex presidente de México Carlos Salinas de Gortari y Quirino Ordaz, embajador de México en España, una imagen muy comentada en el país azteca puesto que Salinas de Gortari llevaba muchos años sin hacer una aparición pública.
A estos dos eventos se suma la salida que Juan Antonio hizo el pasado domingo a la ópera para disfrutar en compañía de Teresa Bueyes de Madama Butterfly de Puccini. Esta última escapada cultural es la que ha provocado que se relacione al multimillonario empresario con la abogada como algo más que amigos. Bueyes se pronunció sobre este asunto y le expresó a este suplemento que simplemente son amigos. A la vez que las informaciones sobre esta amistad se suceden, la ex de Juan Antonio Pérez Simón, Silvia Gómez-Cuétara, sigue con su vida sin llamar la atención, intentando recuperarse de una grave enfermedad y el tratamiento que recibe de quimioterapia.
Mientras el círculo social de Pérez Simón parece haberse ampliado con nuevas incorporaciones como el ya citado Luismi Rodríguez, las amistades de Gómez-Cuétara siguen siendo las mismas. No en vano su reaparición ha sido del brazo de Blas Herrero, esposo de su íntima amiga Rosa María Vallina. Fueron invitados a la gran fiesta del verano que organizaron Alberto Alcocer y su mujer, Margarita Hernández, otros de los integrantes del círculo poderoso en el que se mueve Silvia. El matrimonio convocó a todas sus amistades en el edificio Millenium Independencia, junto a la Puerta de Alcalá. Silvia apareció con un atuendo en color rosa cálido y no quiso faltar al evento ante la petición expresa que le había hecho Margarita Hernández para que asistiera. Tanto el matrimonio Herrero-Vallina como el Alcocer-Hernández son como familia para Gómez-Cuétara. También acudió a la cita Ramón Hermosilla, el mayor de sus cuatro hijos.https://f231be63f346e07e1b95fba364ac3e69.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html
Desde que se conoció su ruptura con Pérez Simón, Silvia ha optado por la discreción, algo que lleva practicando desde siempre. Ella es nieta de Florencio Gómez-Cuétara, cofundador de Cuétara, la productora de las galletas María, e hija de Florencio Gómez-Cuétara Fernández, fundador de los aperitivos Risi, la conocida marca de gusanitos. En 1983 se casó con el abogado Ramón Hermosilla, de quien se divorció en 1999. Fruto de este matrimonio nacieron sus cuatro hijos: Ramón, Jaime, Silvia y Victoria. Gómez-Cuétara se volvió a casar en 2002 con el constructor Luis García-Cereceda. Este último enlace convirtió a Silvia, sin pretenderlo, en un personaje que llamaba la atención en las revistas por su elegancia y su magnetismo. De hecho, muy pronto pasaron a llamarle La Divina. Cuando en 2010 fallece Luis García-Cereceda, el gran amor de su vida, Silvia se marcha del domicilio conyugal y adquiere una propiedad en La Finca. En 2012 conoce a Juan Antonio Pérez Simón a través de Carlos Slim, uno de los grandes amigos de Cereceda. Fue el empresario mexicano el que animó a Pérez Simón a conocer a Silvia. «El día que Juan Antonio conoce a Silvia se queda fascinado», deslizan a LOC fuentes próximas a la empresaria.
RUPTURA
La fascinación se alarga en el tiempo, puesto que comienzan una relación que dura más de una década. Silvia le acompaña en multitud de ocasiones a México y también a otros compromisos sociales, ya que es ella la que le abre las puertas de la (alta) sociedad madrileña y le presenta a su círculo de amistades. Su ruptura definitiva se produce el pasado mes de marzo, tras unos meses en los que la relación se había enfriado, ya que el empresario se va a México y ella afronta sola las consecuencias de su operación. La agenda empresarial y social de Juan Antonio hizo que su ausencia no encajara con el momento delicado de salud que atravesaba su pareja.
Parte del entorno de Gómez-Cuétara traslada a LOC su malestar con el empresario asturmexicano a raíz de su ruptura. «No estuvo cuando ella más le necesitaba». Otro aspecto espinoso de la ruptura es precisamente la presencia de una tercera persona que forma parte del entorno del coleccionista -y que no es Teresa Bueyes-. «Silvia se da cuenta de que Juan Antonio mantiene una cercanía evidente con otra mujer, a la que manda flores en San Valentín, que ha sido invitada a México y que forma parte de sus invitados en La Solana, la finca del millonario en Talavera. En ese momento decide dejarle de forma rotunda y definitiva». Además, otra de las razones fundamentales de la ruptura, según cuentan a LOC, es que el empresario, con 83 años de edad, manifestaba a sus amigos y conocidos que él sentía que «no estaba para cuidar, sino para que le cuidasen».
A día de hoy se ha perdido la relación por completo, no hay comunicación incluso estando Silvia intentando salir adelante de su enfermedad. Pese a todo, las fuentes citadas anteriormente también trasladan a este suplemento que Gómez-Cuétara está tranquila y sigue la senda de la discreción. «Ella es de quedar siempre muy bien, no quiere hacer guerras. Puede enfadarse con quien sea pero no pierde el saludo, mantiene las formas», explican. Además, quieren apostillar que la heredera del imperio de las galletas no está «en busca del soltero de oro», como han apuntado algunas voces. «Nunca ha necesitado un hombre para que la mantenga. El hombre de su vida fue Luis García-Cereceda, pero se habría quedado con Juan Antonio hasta el final».
Silvia está acompañada por sus hijos en este momento. Siempre ha sido una persona muy familiar y entregada a ellos. Su hija Silvia, a la que apodaron Chivi, vive con ella para velar por cualquiera de sus necesidades. Precisamente, la hija sabe lo que es superar un cáncer y su madre fue quien siempre estuvo a su lado. «Está bien de ánimo y es muy positiva. Ella sigue como si los enfermos fuésemos los demás. Tiene días buenos y días malos, como en todo proceso de recuperación».
Las fuentes citadas añaden que no ubican a Juan Antonio «en los nuevos círculos en los que se mueve». LOC ha intentado contactar con el empresario para hablar sobre su impresionante colección de arte y otras cuestiones, pero por el momento no se ha pronunciado. Como ocurre en cualquier ruptura, siempre hay matizaciones dependiendo de quién cuente la historia. Su relación con Silvia siempre estuvo muy bien vista socialmente y eran una de las parejas con más glamour y caché de Madrid, por eso su ruptura ha causado tanto revuelo. Se casó tan solo una vez con Josefina Carreras, de la que nunca se divorció y con la que tuvo una hija, María José. A Juan Antonio le ha ido muy bien en los negocios pero también en otra de sus pasiones: el arte. Su impresionante colección privada reúne más de 4.500 cuadros. El empresario asturmexicano está trabajando para trasladar una parte de ella a Madrid y ubicar las obras en un nuevo museo.
Fuente: https://www.elmundo.es/loc/famosos/2024/07/05/6687c98cfc6c83ce1b8b45c0.html