Una prestigiosa institución suiza intenta navegar por las turbulentas aguas de la exhibición de una colección de arte de dudosa procedencia que se remonta a la Segunda Guerra Mundial y al saqueo nazi.
THEO FARRANT / AFP / EURONEWS
La Kunsthaus de Zúrich, uno de los museos de arte más importantes de Suiza, ha inaugurado una nueva y controvertida exposición que pretende aclarar si alguna de sus obras de arte podría ser un bien cultural saqueado por los nazis.
Sin embargo, el museo se ha enfrentado a inmensas críticas por exhibir la colección adquirida en circunstancias dudosas por el empresario Emil Bührle durante la Segunda Guerra Mundial.
Los críticos argumentan que el intento del museo de proporcionar un «contexto» a la colección no se centra lo suficiente en la difícil situación de los antiguos propietarios judíos de las obras de arte.
¿Quién era Emil Bührle?
Desde hace tiempo existen sospechas sobre el origen nazi de una de las colecciones privadas de arte más apreciadas de Europa, amasada por el traficante de armas Emil Bührle, que se enriqueció durante la guerra.
Bührle, empresarios de origen alemán nacionalizado suizo en 1937 y fallecido en 1956, acumuló unas 600 obras de arte, entre ellas obras maestras de artistas como Cézanne, Degas, Manet, Monet, Renoir, Rembrandt, Picasso y Van Gogh.
Algunas de estas obras habían sido saqueadas previamente a sus propietarios judíos o vendidas a bajo precio cuando sus dueños huyeron de los nazis.
Polémica en torno a la colección
En 2021, la Kunsthaus Zurich se enfrentó a críticas cuando inauguró un nuevo edificio para albergar unas 170 piezas de la colección.
La última exposición del museo, titulada «Un futuro para el pasado: La Colección Buhrle – Arte, contexto, guerra y conflicto», pretende ampliar su enfoque para examinar las historias de los coleccionistas judíos.
Sin embargo, algunos sostienen que no se ha ido lo bastante lejos, ya que a principios de año unos piratas cibernéticos atacaron el sitio web del museo y tacharon a Bührle de «simpatizante nazi».
Incluso antes de la inauguración de la exposición, el 3 de noviembre, un comité asesor de expertos externos dimitió en protesta por la insuficiente atención prestada a los antiguos propietarios judíos.
Un representante anónimo del comité declaró al diario suizo Le Temps: «A pesar de nuestras reiteradas recomendaciones de dedicar el espacio necesario a los destinos de los coleccionistas perseguidos, saqueados y asesinados, sólo se les dedica una pequeña parte».
Dado que «Emil Bührle se benefició del contexto histórico para reunir su colección, es problemático tener la impresión de que se margina a las víctimas (de los nazis)», añade.
Abordar las cuestiones históricas
Ann Demeester, directora del museo, explica: «Somos conscientes de que esta colección conlleva muchos debates, y pensamos que debíamos mostrar la obra pero también con un contexto».
La Fundación Bührle, propietaria de la colección, reconoció que 13 cuadros adquiridos por el traficante de armas durante la guerra habían sido saqueados por los nazis a judíos en Francia.
Tras un proceso judicial a finales de la década de 1940, Bührle devolvió las 13 obras a sus legítimos propietarios y luego recompró nueve de ellas, según la fundación.
«Las obras de arte en sí no son culpables», afirma Demeester, «pero son testimonio de esta historia de horror».
- El Museo Reina Sofía levanta la prohibición impuesta durante décadas de fotografiar el Guernica de Picasso
- Millonaria cifra de venta para una obra maestra de Picasso
Explica que el objetivo de la nueva exposición es «abordar las cuestiones históricas, pero también asegurarse de que las obras de arte sigan viéndose y no desaparezcan de la vista».
Una de las piezas expuestas en la nueva muestra es una obra maestra de Renoir de 1880 titulada Retrato de Irene Cahen d’Anvers, que fue confiscada por los nazis y posteriormente devuelta por Buhrle a sus propietarios judíos, quienes se la vendieron de nuevo.
Además de textos explicativos sobre las obras que se sabe que fueron saqueadas, el museo ha incluido vídeos en los que expertos e historiadores debaten sobre la procedencia y solicitan la opinión de los visitantes.
No nos gusta la polémica, pero sí las discusiones», afirma Demeester.
«Un museo es un santuario de bellas imágenes, pero también es una plataforma en la que tienen lugar conversaciones», añade.
Editor de vídeo • Theo Farrant