En España hace cientos de años que se utilizan, pero actualmente las vemos sobre todo en eventos del mundo taurino y festejos populares
ALBERTO ROJAS / COMER / LA VANGUARDIA
Camisa y pantalón blanco, pañuelo rojo y bota de vino: no se necesita más para disfrutar de las fiestas de San Fermín. Durante una semana, las calles de Pamplona se llenan por completo de gente en busca de fiesta y tradición, y la manera más común y sencilla de tomar vino entre tanta muchedumbre es con la tradicional bota de vino, uno de símbolos más icónicos de esta celebración.
Se dice que ya existía un objeto similar en la Antigua Grecia, que respondía al nombre de odre (en latín, uter). Y en España sabemos que la bota se usa desde hace cientos de años gracias a la literatura. Incluso Don Quijote le dedica unas palabras: «¡Oh bota que vas colgando del arzón de la silla, por si o por no, eres tan devota mía y te quiero tanto que te prodigo mil besos y mil abrazos, te elevo a las nubes con miedo que recojas el agua!». También aparece en distintos escritos del Siglo de Oro.
Las botas de vino ya se mencionaban en obras como la Biblia o el Quijote
Su capacidad de mantener fresco el vino (o la bebida que contenga), transportarlo con facilidad y conservarlo durante unos pocos días hizo de la bota un elemento básico del mundo rural. Su uso también es habitual en eventos del mundo taurino y festejos populares, como la fiesta pamplonesa que se celebra esta semana.
Existen muchas características según las que se puede clasificar una bota, como por ejemplo su forma. Todos estos recipientes suelen recordar a una lágrima, pero hay algunos que tienen la parte del brocal (por donde sale el vino) algo más curva.
El material con el que se fabrican es el elemento que definirá la calidad de la bota. Para su exterior se suele utilizar piel de cabra o de vaca, y en caso de que se busque algo más económico se utilizan pieles sintéticas o de cordero, un material que permite más flexibilidad a la hora de manejar la bota.
Fijarse en el material interior también es importante a la hora de escogerla. El material más simple es el látex, pero la mayoría de botas se fabrican con pez. Esta mezcla derivada de la resina impermeabiliza el interior del envase y evita que el líquido traspase sus paredes.
Si quieres guardar vino la mejor opción es optar por un interior de pez, pero si prefieres utilizar la bota para beber y conservar bebidas carbonatadas o agua, lo recomendable es el látex.
La pez es un material producido a partir de la destilación de la resina
Si eres inexperto en el mundo de las botas de vino, pero estás decidido a aprender cómo se utilizan, sigue estos consejos: Cómo utilizar una bota de vino por primera vez 1
Calienta la bota colocándola cerca de un radiador o al sol
2
Hincha la bota soplando poco a poco sin hacerlo demasiado rápido
3
Rellénala con un poco de agua caliente, enjuágala y vaciála para que las costuras se hidraten
4
Llénala nuevamente de agua o de vino de una menor calidad. Mantenla en la bota durante unos días y volver a enjuagar. De esta manera el sabor y aroma a pez se difuminará
5
Ya está lista para ser rellenada con el vino que quieras
Para conservar la bota de una forma correcta se debe lavar cada vez que se utiliza. Pero si se va a dejar durante un tiempo más largo sin utilizar, lo mejor es guardarla en posición horizontal para que la pez no se desprenda hasta la base de la bota. Pero, si esto ocurre, tampoco se echará a perder. Solo deberemos hacer lo mismo que cuando la estrenamos: calentarla, distribuir con los dedos la pez caliente del interior de forma uniforme, hinchar la bota sin forzarla y enjuagarla.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/comer/tendencias/20220708/8392151/botas-vino-clasico-beber-san-fermin.html