«Un juicio justo sacaría a la luz toda la trama que el gobierno ha venido ejecutando contra otras muchas obras de la Iglesia católica», sentencia Arturo Sosa
RODRIGO MORENO QUICIOS / Roma / ABC
La Universidad Centroamericana (UCA) de Managua «ha promovido siempre el derecho al pensamiento y a una educación abierta democrática y libre», sentencia en una carta Arturo Sosa, superior general de la Compañía de Jesús. El máximo responsable de los jesuitas condena «la injusta medida de incautación y confiscación de los bienes» de esta universidad por parte del régimen de Ortega, bajo el pretexto de ser un «centro de terrorismo» y de haber «traicionado la confianza del pueblo nicaragüense». Acusaciones que califica como «totalmente falsas y sin fundamento alguno».
«Me uno al reclamo para que se revierta y corrija esta medida judicial contra la UCA», subraya el superior general, mientras pide «que cese la agresión gubernamental contra ella y sus integrantes». Solicita al régimen «que se abran caminos de diálogo en base a la verdad, la libertad y el derecho a la calidad de la educación de la juventud y de todo el pueblo de Nicaragua».
La carta del general, dirigida al superior de la Provincia de Centroamérica, José Domingo Cuesta, muestra también «mi solidaridad y la de toda la Compañía de Jesús». Y agradece a los docentes que han pasado por la UCA desde 1960 que se «hayan logrado avances tan importantes en madurar como universidad al servicio de la nación».
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Arturo Sosa diagnostica los que cree son los motivos auténticos de este golpe a la institución educativa. «Un juicio justo, con una justicia imparcial, sacaría a la luz toda la trama que el Gobierno ha venido ejecutando, desde las protestas juveniles de 2018, contra la UCA, contra otras muchas obras de la Iglesia católica y contra miles de instituciones de la sociedad civil con el fin de asfixiarlas, cerrarlas o apropiárselas». Finalmente, denuncia que la universidad de los jesuitas sea solo la víctima más reciente de la persecución a la Iglesia y que «con calumnias semejantes han ultrajado también los derechos de tantas personas, su reputación, su vida y sus bienes».