La guerra entre las dos familias del cártel de Sinaloa, los hijos del Chapo y los del ‘Mayo’ Zambada, dejan un reguero de muertos en varios estados
En el último mes y medio se han producido ocho homicidios múltiples
La violencia criminal sacude el inicio del Gobierno Sheinbaum en México
Milton Merlo / Ciudad de México / ABC
El mes y medio de Claudia Sheinbaum en el gobierno de México ha estado marcado por una violencia desatada, un escenario similar al de su antecesor en la presidencia del país, Andrés Manuel López Obrador, a quien por estos días se le atribuye esta inercia de sangre y aniquilación. Los datos son ineludibles. El anterior sexenio presidencial finalizó, según estadísticas oficiales, con más de 201.000 personas asesinadas. El gobierno de Felipe Calderón (entre 2006 y 2012) contabilizó 120.463 víctimas y el de Enrique Peña Nieto (de 2012 a 2018) alcanzó 156.066 muertos.
En menos de una semana, desde diversos polos de influencia como la Embajada de Estados Unidos, el empresariado y la Conferencia Episcopal, se lanzó el mismo mensaje: la estrategia de seguridad de López Obrador fue un estrepitoso fracaso. «Los obispos, preocupados con la realidad que vive nuestro pueblo, compartimos con la presidenta [Claudia Sheinbaum] nuestra profunda preocupación por la situación de violencia que afecta a diversas regiones del país, así como la devastación de nuestros recursos naturales», informó la Conferencia Episcopal el 14 de noviembre tras conversar a puerta cerrada con la nueva mandataria.
«La estrategia de abrazos, no balazos no funcionó. La coordinación con Estados Unidos ha fallado en el último año en gran parte porque el presidente anterior no quiso recibir el apoyo de los EE.UU.; cerró la puerta a inversiones superiores a 32 millones de dólares porque no quería que esa inversión llegara a México para ayudar con la seguridad del pueblo mexicano», expresó a mediados de mes el embajador estadounidense Ken Salazar.Noticia Relacionada
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Milton Merlo | Corresponsal en Ciudad de MÉXICO
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Sheinbaum vive, en el inicio de su mandato, los efectos de la llamada estrategia de ‘abrazos no balazos’, que consistía en no confrontar al crimen organizado y simplemente disuadir con la presencia militar. En los primeros cuarenta días de su gobierno se han producido ocho homicidios múltiples, en los que los criminales ejecutaron entre cuatro y once personas en cada episodio.
Masacre en Querétaro
El fin de semana del 9 y 10 de noviembre esta ola violenta llegó a Querétaro, considerado uno de los estados más seguros. La masacre fue perpetrada por tres hombres que llegaron al bar Los Cantaritos, de Santiago de Querétaro (capital del estado), en una camioneta ‘pick up’ gris a las 21:20 horas. Uno de ellos descendió y preguntó al encargado por un individuo identificado como Fernando; segundos después, sus cómplices abrieron fuego contra una mesa del establecimiento, con el resultado de diez muertos y trece heridos. Entre las víctimas estaba el tal Fernando.
Detrás de la matanza estaría el conflicto abierto entre los hijos de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y los de Ismael ‘Mayo’ Zambada, ambos capos del Cártel de Sinaloa, ambos presos en EE.UU. y cuyos vástagos y demás familia ahora se disputan el dominio del narcotráfico en México. Un enfrentamiento que tiene al estado de Sinaloa en llamas desde hace semanas, con la población viviendo en toque de queda y donde ya han desaparecido más de cien personas.
Según se menciona en el equipo de seguridad de Sheinbaum, la masacre de Querétaro tenía como objetivo matar a un jefe del narco local. Al día siguiente fue atacado otro bar, esta vez en las afueras de la Ciudad de México, donde murieron dos individuos vinculados al narco. Entre los daños colaterales se registraron cuatro personas más abatidas.
Postales macabras que se expanden a lo largo de la geografía mexicana. En Guerrero, el pasado 7 de noviembre, aparecieron once cuerpos en una camioneta en las afueras de Chilpancingo, localidad en la que, en octubre, el alcalde electo apareció decapitado. El 4 de noviembre tuvo lugar una escena similar en Acapulco, en la costa del Pacífico, donde fue encontrada muerta una familia entera de siete integrantes; entre ellos dos niños.
Frente a este panorama, Sheinbaum promete pacificar al país y expone datos que darían cuenta de un supuesto avance. Señala que, desde que comenzó su administración, se han detenido a más de 3.000 personas por delitos de alto impacto, se han asegurado 1.334 armas de fuego y se han incautado 42 toneladas de drogas. «Nosotros vamos a usar prevención y atención a las causas (…) Los delitos de alto impacto van a disminuir, porque hay una estrategia y se va a cumplir», dijo la presidenta. Su estrategia combina políticas preventivas y de inclusión social, el fortalecimiento de una Policía Federal militarizada y la creación de un gran centro de inteligencia y espionaje que permita golpear a las grandes organizaciones criminales.
La mano de Harfuch
El hombre detrás de este despliegue es Omar García Harfuch, el secretario de Seguridad Pública y una de las personas que más influyen sobre Sheinbaum y no solo en el terreno de la seguridad: recibe a gobernadores, habla con empresarios y atiende múltiples cuestiones con el cuerpo diplomático.
García Harfuch fue el encargado de la seguridad cuando Sheinbaum gobernó la Ciudad de México, entre 2018 y 2024; y entregó buenos números que, luego, fueron usados por su jefa en la campaña presidencial de este año. En su gestión se redujeron de manera considerable los homicidios y los delitos de alto impacto.
En 2020, cuando se desplazaba hacia su oficina a bordo de una camioneta blindada, en una de las zonas más exclusivas de la capital, García Harfuch fue interceptado por un comando del cártel de Jalisco que disparó 400 veces contra su vehículo. Sobrevivió. Todos los sicarios fueron arrestados y se les impuso penas de más de 300 años a cada uno.
El plan original de García Harfuch era suceder a Sheinbaum en la capital, pero las bases más radicales del partido de López Obrador rechazaron a este expolicía: uno de los argumentos que se reiteraron fueron sus supuestos nexos con actores del crimen organizado.
Ahora, al frente de la Seguridad Nacional, el secretario impulsa una reforma constitucional que le permita a su dependencia investigar y generar pruebas por encima de la Fiscalía General. Y es que García Harfuch tiene una relación turbulenta con el fiscal general heredado del sexenio anterior, Alejandro Gertz Manero.
El principal cambio que se observa con la nueva gestión es que las fuerzas federales ahora van al choque contra los grupos criminales. En los primeros cuarenta días de gobierno fueron abatidos por el Ejército más de sesenta personas.
A Sheinbaum la seguridad es un tema que no le gusta. Cada mañana, hay una reunión con el gabinete de seguridad en Palacio Nacional, otra herencia de López Obrador. Según pudo saber ABC, la presidenta solo participa unos minutos y se retira, generalmente con la frustración de afrontar un panorama atroz.