Un libro del superventas Larry Loftis indaga en la vida de espía de Aline Griffith, condesa de Romanones
BEGOÑA CORZO SUÁREZ / LA VANGUARDIA
Aline Griffith fue una inquieta joven estadounidense que quiso vivir una gran aventura y lo logró. Convirtió su vida en una película con escenas tan glamurosas como peligrosas. Fue espía en los albores de la CIA y hasta muchos años después, musa de Balenciaga, aristócrata de rancio abolengo por matrimonio, íntima de royals y estrellas como Ava Gardner, Audrey Hepburn, Grace Kelly, Jacqueline Kennedy o los duques de Windsor, madrina de Antonio Flores, escritora, elaboradora de quesos artesanos…
Ella misma narró sus peripecias en cinco libros autobiográficos –escribió además una novela–. Pero la gran cuestión es descubrir hasta qué punto decía la verdad o adornaba episodios de su vida como espía para hacerlos más trepidantes. Un libro recién publicado arroja luz sobre este fascinante personaje que llegó a España con 21 años en plena Segunda Guerra Mundial y acabó siendo condesa y miembro del gran clan de los Figueroa, al que también pertenecen Raphael, las hermanas Chavarri o Blanca Suelves.
El escritor y abogado estadounidense Larry Loftis, experto en novelas de espías, acaba de publicar en España La princesa espía. La verdadera historia de Aline Griffith (Roca Editorial). El autor constata que Griffith embelleció e inventó algunas hazañas para hacerlas más trepidantes. Pero a la vez la describe como la James Bond femenina. Y no se refiere sólo al personaje de ficción, sino al espía real que lo inspiró, el serbio Dusan Popov.
«Aprendió a manejar armas, a luchar con cuchillos, a matar con las manos… Tal vez no llegó a asesinar a nadie, pero Aline fue entrenada para ser letal”, dice el autor
“Aline era preciosa, con un gran encanto y don de gentes, muy inteligente, una persona singular, hablaba inglés y español y un poco de francés. Fue entrenada en un lugar comocido como La Granja, en Maryland, por el mismo hombre que entrenó a Popov, William Fairbairn. Aprendió a manejar armas, a luchar con cuchillos, a matar con las manos… Tal vez no llegó a asesinar a nadie, pero Aline fue entrenada para ser letal”, explica en videoconferencia con La Vanguardia desde su casa en Florida.
Su nombre en clave era Butch (marimacho), pero ella lo embelleció como Tiger (tigre) en sus libros
En 1944
La Oficina de Servicios Estratégicos, el primer servicio de espionaje de EE.UU., la destinó a Madrid para espiar a los nazis
Aline Griffitn nació en Pearl River en 1923. Su padre tenía un negocio de encuadernación y su madre decía descender de los peregrinos del Mayflower. Ella se licenció en Literatura, Historia y Periodismo e inició una carrera de modelo que le quedaba pequeña. La joven quería ser útil en una Europa inmersa en la Segunda Guerra Mundial. Tras ser reclutada por laOficina de Servicios Estratégicos (OSS), el primer servicio de inteligencia de EE.UU., llegó a Madrid en 1944 con el objetivo de espiar a los nazis. La capital, depauperada por la Guerra Civil bullía sin embargo de vida nocturna, y en fiestas y tabernas coincidían agentes alemanes, espías de medio mundo, aristócratas de variado pelaje, folklóricas y toreros.
Su mentor en la elite
Sólo un día después de llegar a Madrid, el torero Juanito Belmonte le regala flores y uno de sus trajes de luces
En su primera noche madrileña Griffith acude a ver actuar a Lola Flores, que se convertirá en su gran amiga y que más tarde le pedirá que amadrine a su hijo Antonio. Al día siguiente, el torero Juanito Belmonte –hijo del matador que revolucionó el toreo–, al que aún no conoce, le regala flores y uno de sus trajes de luces. El torero también estaba en el tablao y se había quedado deslumbrado por ella. Durante años no dejó de regalarle flores y bombones.
Belmonte la introducirá en los ambientes más exclusivos. Durante el día Aline descifra mensajes en clave bajo la tapadera de la America Oil Control Comission. Por las noches viste de Balenciaga y acude a fantásticas fiestas donde rivaliza en estilo con Gloria Furstenberg, uno de sus objetivos de espionaje. A lo largo del libro, el relato de espías que se entrelaza con la historia de España, salpicados por cotilleos, romances y la intrahistoria de las familias más adineradas del franquismo.
Espía eficaz
Griffith escribió 59 informes: «Eran mejores y más numerosos que los de cualquier otro agente», dice el escritor
“Griffith prestaba un trabajo muy valioso porque coincidía en muchos actos y fiestas con personas como el agregado de prensa alemán, Hanz Lazar o el príncipe Maximiliano Egon de Hohenlohe. Escribió 59 informes. Eran mejores y más numerosos que los de cualquier otro agente”, explica el autor. También tuvo a su cargo a más subagentes que nadie.
En ese turbulento Madrid al que llegó con 21 años, su encanto y elegancia le abrieron las puertas que a otros agentes les estaban vedadas. Pero también acabó en una cárcel en Málaga, se topó con un cadáver en su cama y hubo persecuciones de madrugada y pistolas en el bolso.
En los elegantes salones, Aline Griffith conoce a Luis Figueroa, conde de Quintanilla y más tarde de Romanones, con quien se casó en 1947 y tuvo tres hijos, Álvaro, exmarido de Lucila Domecq (excuñada de Bertín Osborne); Luis, casado con Teresa de Sayn-Wittgenstein-Sayn y más tarde con María Inés Bárbara Márquez y Osorio, y Miguel, esposo de la ganadera Cristina Moratiel.
El conde, el soltero de oro de la época, tonteaba con Griffith a la vez que con Casilda de Arteaga, hija del conde de Ávila, pero no se decidía. En 1945, la guerra termina y Estados Unidos decide cerrar las oficinas de la OSS en Europa. Aline sabe que su tiempo en España ha terminado, la destinan a París, después a Zúrich y Luis no acaba de declararse. Ella le plantea un ultimátum. El compromiso se publicó en The New York Times. Además de Belmonte y Figueroa, también el embajador argentino en Suiza Benito Llambí cayó rendido a los encantos de Aline. Tanto es así que, despechado, se presentó en su boda con una pistola, pero otros invitados lograron que no hiciera una barbaridad. La novia, vestida de nuevo por Balenciaga, lo supo más tarde.
Antes de casarse, Griffith le reveló a Figueroa que había sido espía. No la creyó. Pero tras la boda la CIA aprovechó su posición privilegiada, sus viajes y sus contactos para encargarle informes.
Aunque La princesa espía centra su relato particularmente en los años en los que la condesa de Romanones fue agente de la OSS también revela que la posición privilegiada de la ya condesa fue aprovechada por la CIA para encargarle trabajos a lo largo de la guerra fría, aprovechando sus viajes y a las personalidades que conocía, aunque este extremo sigue siendo materia reservada.
Gracias a su marido entabló amistad con los presidentes Richard Nixon y Ronald Reagan y también con Ava Gardner, Audrey Hepburn, de quien confiesa que estuvo celosa y a la que enseñó a bailar, Grace Kelly, Frank Sinatra, Elizabeth Taylor. Jacqueline Kennedy, la duquesa de Alba o con Eduardo y Wallis, duques de Windsor. A Eva Perón tuvo la ocasión de afearle que su marido hubiera apoyado a los nazis.
Precisamente la duquesa de Windsor le legó a su muerte un reloj de pulsera y un brazalete de diamantes que pasaron a engrosar la gran colección de joyas de la condesa de Romanones, que esta subastó en gran parte en vida «porque ya no me las iba a poner». Una de esas piezas, un deslumbrante collar de esmeraldas, acabó en el cuello de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, que fue amiga íntima del rey Juan Carlos. El exmarido de Corinna, Casimir, es sobrino de Luis de Figueroa y Griffith, conde de la Quintanilla, el hijo de la condesa de Romanones que estuvo casado con Teresa, tía política de Corinna.
El marido de Aline, Luis Figueroa, murió en 1987, ella en el 2017, con 94 años, orgullosa de los quesos que salen de Pascualete, en Trujillo, una finca legada como dádiva real a principios del siglo XIII, de la que los Figueroa se habían desentendido durante siglo y medio y que ella puso al día.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/gente/20220314/8118246/investigacion-libro-larry-loftis-condesa-romanones-verdadera-historia-aline-griffith-james-bond-vestida-balenciaga.html