Por Humberto Aguilar Coronado*
Recientemente vi en las redes sociales, un video promocional muy bien producido de Rosario Robles, que termina con la expresión: “Rosario de México”.
Las escenas, son fiel reflejo de la cruda realidad que se vive en nuestro país, pero especialmente en las cárceles.
Se escucha una voz en off, fuerte y convencida, que afirma que estamos “en el momento más oscuro de México”.
En una parte del video, afirma que la venganza es el arma homicida de la democracia y desde mi punto de vista, creo que es una verdad irrefutable.
Ejemplos hay muchos y empezaron al poco tiempo de tomar posesión el presidente López Obrador, traicionando sus discursos de candidato opositor y de presidente electo.
Ricardo Anaya quizá haya sido el primero en recibir la mano dura del estado mexicano provocando que, hasta el momento, no puede pisar territorio nacional por la amenaza de ser encarcelado, por algo que ha quedado demostrado que se fabricó para afectar su imagen y la imagen del PAN.
El presidente no le perdonó haberlo dejado en ridículo en el debate presidencial y ejerció la venganza que le impidió participar en el proceso electoral del 24, a quien hasta hace unos meses, era la persona más conocida del PAN.
Luego se presentó el caso emblemático de Rosario Robles, la primera mujer que ocupó el cargo de jefa de Gobierno del Distrito Federal en sustitución del ahora presidente.
Acusada de ser la cabeza principal de lo que se conoció como la estafa maestra, fue detenida en 2019 de manera preventiva, por dos meses para ampliar la investigación, pero permaneció en la cárcel hasta 2022, es decir, 3 años en prisión preventiva sin que se le pudiera demostrar su participación en los delitos imputados y sí, con graves violaciones al proceso legal, lo que fue señalado por sus abogados como una persecución política.
El presidente nunca le perdonó que su sucesora no la obedeciera en temas torales como el aumento del precio del boleto del metro capitalino y ejerció la venganza.
Y ahora, la venganza la está ejerciendo contra Xóchitl Gálvez, a la que no le perdona haberlo dejado en ridículo cuando, sola, se presentó a Palacio Nacional a ejercer su derecho de réplica sobre acusaciones hechas por el presidente.
En los casos de Ricardo Anaya y de Rosario Robles utilizó de manera grotesca a la fiscalía general de la República, pero contra Xóchitl Gálvez, además de utilizar a sus mezquinos gatilleros verbales, que gozan de fuero para atacarla y calumniarla, les ordenan presentar denuncias ante la fiscalía.
Pero lo más grave es que el presidente en su afán de venganza, además de desacatar las medidas cautelares del INE, utilizó información del SAT para sesgarla a su favor y calumniarla. No le importó violar el secreto bancario.
Por el bien de México y de la justicia, el presidente debe dejar de utilizar el arma homicida de la democracia, la venganza.
*Diputado Federal del PAN