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La pesadilla de la parálisis del sueño: así se ha entendido a lo largo de la historia | ACV

Si el cerebro no da la orden a los músculos, los músculos permanecen inactivos mientras nuestra mente se vuelve consciente, y entonces tiene lugar la parálisis

Fuente: Wikipedia

CARMEN MACÍAS / ACV / EL CONFIDENCIAL

«El sueño de la razón produce monstruos», sostiene Goya en una de sus obras pertenecientes a la serie ‘Los Caprichos’, en la que plasmó la irrealidad de la realidad con tinta negra. Por su parte, Franz Kafka describía su cama como un «potro de torturas». Según el escritor checo, intentar dormir era como una «ejecución». Esto le provocó un estado constante de fatiga, somnolencia y alucinaciones durante el día, según han podido comprobar un grupo de investigadores del Hospital Clínic de Barcelona y el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) tras analizar más de doscientas cartas de su puño y letra donde describía su relación con la noche, algo que, en cualquier caso, también quedó reflejado en su literatura. Así, por ejemplo, Gregor Samsa, el protagonista de ‘La Metamorfosis’, se convierte en un escarabajo gigante tras una noche de sueños agitados.

El pintor español estaba en lo cierto. Kafka decía no poder dormir porque en la cama acudían a él todo tipo de pensamientos de la razón más despierta. Ninguno de los dos lo sabía entonces, pero no hay una línea clara que divida lo que imaginamos y nuestra percepción del mundo que nos rodea. Nunca la ha habido. Ambos entornos habitan los mismos circuitos de nuestro cerebro. Hoy en día, el término «pesadilla» se refiere a un sueño generalmente aterrador o una experiencia desagradable, pero hasta finales del siglo XIX la misma palabra describía exclusivamente lo que ahora conocemos como parálisis del sueño.

Foto: 'La pesadilla', de Henry Fuseli. (1781)

¿Se puede controlar una pesadilla y hacer de ella un buen sueño? Responden los expertosE. Zamorano

Estás medio dormido y medio despierto, y te das cuenta de que no te puedes mover, así es este trastorno del sueño en el que el cuerpo se inmoviliza temporalmente en el momento de despertar o en el momento de dormirse. Para entenderlo, primero hay que conocer qué ocurre cuando nos acostamos: Durante una noche de sueño «normal», el cerebro envía un mensaje al sistema nervioso que relaja los músculos, hasta que se vuelven inactivos durante el período en el que estamos dormidos, protegiendo a nuestro cuerpo de no actuar físicamente mientras tanto. Cuando el cerebro se despierta, primero pasa por un estado de vigilia (hipnopómpico) y cuando cae en un estado de sueño atraviesa lo que se conoce como estado hipnagógico. Se trata, efectivamente, de un mecanismo que solo este órgano puede iniciar.

Desde demonios hasta extraterrestres

Sin embargo, a veces ocurre que cerebro y cuerpo no se sincronizan adecuadamente para realizar la maniobra: Si el cerebro no da la orden a los músculos, los músculos permanecen inactivos mientras nuestra mente se vuelve consciente, y entonces tiene lugar la parálisis. Si este estado se prolonga, se activa nuestro sistema límbico, es decir, nuestro centro de reacción emocional, provocando miedo y pánico. Aun así, no es tanto esto último como la imprevisibilidad lo que hace a esta parasomnia más aterradora: desde una consecuencia de la narcolepsia o el trastorno de estrés postraumático hasta debido a períodos marcados por falta de sueño, errores médicos o anestésicos o altos niveles de estrés común pueden provocarla.

Más del 50% de la población afirma haberlo experimentado alguna vez, mientras que entre un 5 y un 8% lo ha hecho de manera habitual. Y claro, no hay aviso previo más que el impulso cortado. De repente, no te puedes mover, sorpresa. Ahora imagina que esa sorpresa llega en mitad de un mal sueño… ¿O tal vez ya te ha pasado?

Aunque nuestro conocimiento contemporáneo de la neurociencia la aleja de explicaciones paranormales, su explicación tampoco coincide con la fantástica experiencia extrasensorial de la misma: una vez en ella, no es extraño que sufras alucinaciones de todo tipo. Por lo tanto, no es de extrañar que a lo largo de la historia se haya relacionado con fuerzas de algún más allá, desde demonios hasta extraterrestres.

Algo sucede en el cerebro

«Hay algo de evidencia de que se produce un aumento del flujo de sangre en el área menos racional del cerebro», explica al respecto Chris French, psicólogo especializado en creencias y experiencias paranormales, cognición y emoción y director de la Unidad de Investigación de Psicología Anomalística de la Universidad Goldsmiths de Londres en un reportaje para la ‘BBC’ en 2016. «En términos generales sabemos que es la causa: en una noche normal de sueño, uno pasa por ciclos de 90 minutos, en los que pasas de un estadio a otro. Tu ritmo cardíaco y respiratorio, las ondas cerebrales van cambiando… Pasas por eso hasta que entras en el sueño MOR (sueño de movimientos oculares rápidos). Esa es la fase asociada con los sueños vívidos. En ese estadio, los músculos de tu cuerpo están paralizados, presuntamente para evitar que realices las acciones de tus sueños«, sostiene French.

En la actualidad, no existe tratamiento que la evite, aunque sí pautas a seguir si la sufres o si estás con una persona a la que le sucede. Hace siglos ocurría algo parecido, aunque las pautas distaban mucho de las que conocemos ahora. La primera mención de un tratamiento para la parálisis del sueño la hizo el médico bizantino Paulus Aegineta en el siglo VII. Aegineta venía a decir que si el tratamiento anterior no funcionaba, lo harían las ventosas y la escarificación de la garganta, una dieta restringida y el afeitado de la cabeza.

En realidad, la parálisis era entendida como algo parecido a la posesión. La primera explicación que se conoce sobre ella está documentada con fecha anterior al Imperio Romano. Hasta al menos la Edad Media, se creía que un íncubo (un demonio con apariencia de hombre) se sentaba encima del pecho de las mujeres induciendo sueños horribles e inmovilidad física hasta violarla.

Una marca para la idea de feminidad

La conexión del ámbito onírico con el divino y el de los difuntos en la Antigua Grecia, por ejemplo, propiciaba la transmisión de conocimiento mántico, explica Guzmán Rodríguez Fernández, de forma que los griegos «orientaban hacia el futuro el contenido de sus visiones». Como diferencia, la perspectiva contemporánea normalmente focaliza el significado de la experiencia onírica en el pasado del soñador.

La idea social generada en torno a esto marcó la propia idea de feminidad asociada al temor y al reparo. Los íncubos y las pesadillas a veces eran tan aterradores como la experiencia misma. En la era cristiana, la parálisis del sueño suponía poco menos que una posesión demoníaca y las personas afectadas eran tratadas con oraciones y prácticas de exorcismo. En uno de sus siete libros sobre la historia de la medicina, Paulus explica que la forma más común de tratar la dolencia era a través de «sangrados, purgantes drásticos y fricción de las extremidades».

Poco a poco, a medida que se afianzaba el Siglo de las Luces, la creencia en los demonios parecía disminuir, al tiempo que la atención médica avanzaba hacia la llamada comprensión moderna de la observación empírica, cambiando aquellos primeros tratamientos para este trastorno. Sin embargo, y todavía entonces, la ciencia condujo a diagnósticos como sentencias, especialmente a las mujeres: lo que los médicos denominaron histeria femenina se avanzó como causa de visiones de íncubos.

De la histeria a la literatura de terror

Las mujeres eran culpables de sus demonios, seguían siéndolo cuando el advenimiento de la psiquiatría hizo que el fenómeno del íncubo fuera considerado como una patología mental. La explicación moderna de esto está ligada al fenómeno del zoopsie, o visión de los animales, natural o fabulosa, por exceso de trabajo o ansiedad. En el ámbito de la psiquiatría alemana de finales del siglo XIX, la pesadilla era conocida bajo el término «Alptraum» (literalmente, «Elf sueño» o «espantapájaros», «El sueño de la noche del demonio»), o «pesadilla asfixiante». Para la psiquiatría dinámica, el íncubo es una «alucinación cenestésica genital», que pertenece al contenido delirante más general de la sexualidad onírica con espíritus. Sería Freud, en su aproximación a los sueños, quien eliminaría el término de su campo científico.

Cuando los llamados padres de la psiquiatría, como Philippe Pinel o Jean-Martin Charcot, hicieron de la salud mental y otras dolencias de miles de mujeres un espectáculo desde el famoso Hospital de la Pitié-Salpêtrière de París, la pesadilla y los sueños vívidos se estaban tornando la base de los relatos de terror que marcaron la literatura del siglo XIX. Durante una tormenta, la propia Mary Shelley, tuvo una ensoñación tan real que se despertó aterrorizada. Así nació Frankenstein.

«Hasta donde nos muestra la evidencia, la idea del cuerpo ya está ahí; es algo que desarrollamos, pero ya está integrada en el cerebro. Es decir, nuestra percepción del mundo es una fabricación de la mente, y eso incluye a nuestros cuerpos porque son parte del mundo físico» señalaba Peter Halligan, experto en perturbaciones de la conciencia corporal en la ‘BBC’.

En un trabajo reciente publicado en 2013, Eric Young y un grupo de investigadores de la Universidad de Wisconsin en Estados Unidos, han hallado que entre los hombres de la etnia Hmong, población procedente del sur de China, Vietnam, Laos y Thailandia y asentada en el país norteamericano, hay una gran mortalidad debido al SUND, o Síndrome de Muerte Nocturna Inexplicada (en inglés, «Sudden Unexplained Nocturnal Death Syndrome») sin que se conozcan sus causas.

Los Hmong cuentan que, en el sueño, reciben la visita de un monstruo espantoso, al que llaman Dab Tsog. Este se sienta en su pecho y les impide respirar durante minutos. Creen que a muchos de ellos es esto lo que les mata. Según han revelado las encuestas, al menos el 60% de los hombres Hmong lo han experimentado por lo menos una vez en la vida, lo que a Young le recuerda a la parálisis del sueño, y lo que demuestra que, por un lado, se trata de una patología mental que, como todas, está marcada por el propio entorno en el que las personas se desarrollan; y, por otro lado, que pese a los empeños de algunas corrientes psiquiátricas, la aparición no es intrínseca a las mujeres.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-04-12/pesadilla-paralisis-sueno-asi-se-ha-entendido-historia_3407041/

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