Por Raúl Torres Salmerón
Uno de los principales determinantes del comportamiento humano se basa en la adquisición y ejercicio de hábitos, los cuales se han hecho más complejos por la pandemia tanto en tiempo como en localización. La pandemia modificó los patrones de consumo y el distanciamiento social y el encierro cambiaron varias relaciones interpersonales y sociales.
De acuerdo a Federico Rubli Kaiser, Socio Consultor MAAT Asesores y Vicepresidente del Comité de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), la pandemia ha hecho más compleja la dimensión de tiempo y localización del comportamiento del consumidor y las relaciones sociales.
Por ejemplo, al restringir la movilidad física, los consumidores migraron fuertemente a un mundo virtual con relaciones interpersonales básicamente desconocidas hasta ese entonces. Se aprendieron nuevos hábitos para la relación social.
Muchos de los cambios se dieron de manera involuntaria e impuestos por la circunstancia del Covid-19, aunque otros ya se venían gestando.
Se observó una fuerte disminución a la movilidad de los individuos, sobre todo en 2020. El que cada vez más se tenga una mayor población vacunada y la relativa disminución de los contagios ha permitido la flexibilización de muchas restricciones.
Hubo un cambio en los patrones de consumo. La tradicional canasta de consumo de bienes y servicios se modificó. Por ejemplo, antes no comprábamos cubrebocas. Las compras de computadoras aumentaron transitoriamente, así como los enseres para equipar oficinas en casa. Hubo un traslado de gastos de comidas en restaurantes a adquisición de alimentos para preparar en el hogar.
También hubo un cambio en la composición de gastos médicos, disminuyeron las consultas odontológicas y se incrementaron con los especialistas en vías respiratorias, aumentaron las compras de artículos deportivos. Otro sector que sufrió cambios fue la industria del entretenimiento, se popularizó el streaming de películas y espectáculos.
Abundan muchos ejemplos, basta con revisar la experiencia personal. La incógnita es si estos consumos regresarán a su estado pre pandemia.
La adopción amplia de las nuevas tecnologías digitales cambió los modelos comerciales e impactó al consumo. El mayor uso de las herramientas digitales y en línea durante la pandemia borró la línea divisoria entre el trabajo, las interacciones sociales, familiares y los estilos de vida y generó un afán por mantenerse conectado permanentemente en un mundo físicamente desconectado.
BORRARON LAS BARRERAS GEOGRÁFICAS
Las videoconferencias borraron barreras geográficas y de husos horarios. Se popularizaron las Apps para ordenar víveres de supermercados, restaurantes y medicamentos. Las operaciones bancarias y financieras se hacen ahora en mayor número a través de celulares y computadoras. Mucho de esto, por las ventajas que presenta, prevalecerá en un mundo post Covid.
También se registró una respuesta rápida del comercio electrónico. Este sector respondió rápidamente al desafío de crear experiencias positivas para el consumidor en respuesta a la pandemia. Muchas compañías invirtieron en aspectos logísticos y en cadenas de suministro ampliando sus rangos de productos. Ya muchas de ellas han decidido continuar con esas prácticas debido a la conveniencia, el ahorro en tiempo y mantener la mayor gama de productos.
Hubo cambios en los patrones de movilidad. Por ejemplo, las reuniones virtuales de trabajo, así como conferencias y seminarios en línea disminuyeron los desplazamientos de ejecutivos de empresa. Muchas corporaciones han decidido adoptar un modelo híbrido de trabajo presencial y a distancia. Aún no hay estudios sólidos internacionales sobre como esto afectará a la productividad.
Se registraron modificaciones en el comportamiento de las relaciones interpersonales y se incluyen varios contextos sociales, una vez más, no sabemos qué tanto de estos cambios son transitorios o permanentes.
Respecto a matrimonios y divorcios una investigación de L. Hoehn-Velasco, J.R. Balmori de la Miyar, A. Silverio-Murillo y S.M. Farin, indica que entre marzo y diciembre de 2020, las tasas de matrimonio en México disminuyeron en 54 por ciento y las tasas de divorcio en 43 por ciento.
A partir de 2021 las tasas de divorcio comenzaron a recuperarse a los niveles de referencia, pero las de matrimonio se han mantenido 30 por ciento por debajo del nivel promedio de 2017-2019. Parecería que las disoluciones matrimoniales se recuperaron rápidamente, pero las uniones matrimoniales pueden retrasarse o incluso reducirse permanentemente.
Sobre nacimientos y abortos, refieren que la tasa de fertilidad disminuyó 10 por ciento, pero se recuperó rápidamente para mayo de 2021. La tasa de fertilidad general sigue siendo 3 por ciento más baja que el nivel pre pandemia.
Lo anterior indica que muchas parejas decidieron posponer tener hijos. Otra investigación para la CDMX, de F. Márquez Padilla y B. Saavedra, encontró que la orden de Quédate en Casa, redujo los abortos en 25 por ciento y hay un aumento en los embarazos no deseados.
Sobre el impacto sobre el crimen, Balmori de la Miyar, Hoehn-Velasco y Silverio-Murillo, indican que la evidencia existente sugiere una reducción en el crimen durante el encierro por la pandemia en México. Pero con la reapertura de la economía, el nivel del crimen regresó rápidamente a los niveles pre pandemia.
Durante la pandemia se redujeron las ofensas sexuales, los retrasos en los pagos de pensión alimenticia y la violencia doméstica contra las mujeres. Pero en el otoño de 2021 regresaron a los niveles pre pandemia. En cambio, los autores señalaron que los feminicidios se mantuvieron constantes.
La experiencia de convivir con la pandemia afectó todos los aspectos del mundo en que vivimos. La reacción a esos cambios alteró comportamiento y hábitos, los patrones de consumo y las interrelaciones sociales sufrieron modificaciones.
Probablemente los cambios que brindan experiencias positivas duren más, en particular los impulsados por la conveniencia y el bienestar.
Entre más dure la pandemia, es probable que aumente la sensación de inseguridad y percepción del riesgo. En esa medida, habrá adaptaciones de los hábitos de comportamiento.
En fin, como escribió Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986), en su poema Los Borges:
Nada o muy poco sé de mis mayores
portugueses, los Borges: vaga gente
que prosigue en mi carne, oscuramente,
sus hábitos, rigores y temores.
Tenues como si nunca hubieran sido
y ajenos a los trámites del arte,
indescifrablemente forman parte
del tiempo, de la tierra y del olvido.
raultorress@hotmail.com