Por Jesús Manuel Hernández
De entrada para los críticos de la 4T, no se llevaron el carro completo; para los defensores, hay una nueva hegemonía en el país, ni más ni menos, lo más parecido al viejo sistema tricolor que dominó el escenario por varias décadas.
MORENA controlará 22 de 32 entidades, un mapa del país sólo parecido al detentado por el tricolor en sus peores momentos.
Curiosamente las quejas, las denuncias, se parecen mucho a esas épocas cuando el PRI arrasaba; la oposición se quejaba de los mismos problemas.
Todo ello derivaba en la credibilidad de los procesos. ¿Quién ganó y cómo ganó? ¿Fueron elecciones transparentes o hubo compra de votos?
El caso es que el “triunfalismo” asomó a lo largo de toda la jornada electoral, tal cual lo hacía el viejo PRI.
Luego entonces, el problema es el Sistema Político del país, lleno de vicios, de cochupos, que alejan a los ciudadanos de la militancia y de la credibilidad.
Todos saben que este es el escalón más importante para López Obrador para que su movimiento retenga el poder en el país y aumentar la hegemonía.
Vistas las cosas así, Morena controlará a 22 estados en el país y la oposición sólo a 10 con proyecciones nada estimulantes para ellos.
La oposición dio muestras de estar fracturada, descompuesta; las filtraciones de audios sintomáticos de la corrupción y por supuesto la ausencia de cuadros políticos y de malas decisiones en la selección de candidatos, colmaron el vaso.
Como era antes cuando el PRI se despachaba con la cuchara grande y dejaba las migajas a la oposición.
Un escenario que debía preocupar a los que ganaron, a los que perdieron y mucho más a quienes siguen pensando que no hay que hacer política.
Todo ello en medio de la gran especulación de los intelectuales y columnistas especializados, ¿habrá influenciado el narco en los resultados?
Por lo pronto los resultados consolidan al movimiento del presidente, fortifican el desempeño del INE, pese a sus críticos y denostadores, y anuncian con bombos y platillos la agonía del partido Revolucionario Institucional, aunque sus prácticas, ahora se visten de morado.
O por lo menos, así me lo parece.