En «La decisión» Viola Ardone refleja la opresión bajo la que vivían las mujeres en la Italia de los 60
CONCHA GARCÍA / LA RAZÓN
Cuando Franca Viola consiguió que su violador, Filippo Melodia, fuese condenado en 1966 a once años de prisión, se convirtió en todo un símbolo feminista. La italiana hizo historia al proclamar el «no es no» más tajante de la historia de su país, pues se negó al conocido «matrimonio reparatorio», que, hasta 1981, se incluía en la legislación italiana. Este artículo establecía que aquel hombre que viola a una mujer, si acepta casarse con ella, automáticamente se le expían sus pecados, pues se extingue cualquier delito de violación en su contra, fuera o no la víctima menor de edad. Un auténtico disparate, que se diluyó hace menos tiempo del que parece, y para cuya eliminación fue clave la lucha de Viola. Fue un «no» necesario para las víctimas que existieron –y existen– detrás de ella, y en base a esta historia real se articula «La decisión» (Seix Barral). Viola Ardone, autora de «El tren de los niños», narra la vida de Oliva Denaro, «cuya historia es muy diferente a la de Franca, pero cuyo ‘‘no’’ es igual de importante», explica. La protagonista de la novela tiene 15 años y vive en la Sicilia de los años 60. Es consciente de que, por su condición de mujer, debe seguir varias reglas: «En aquella época le decían a las mujeres qué tenían que hacer, cómo caminar, cómo vestirse, cómo mirar, qué palabras utilizar», dice la autora. Pero Oliva se niega, y comienza una revolución silenciosa con la que se enfrentará al hombre que la secuestra, la viola, y que quiere irse de rositas a través del matrimonio reparatorio.
Un país machista
Asegura la escritora que «Oliva no es una rebelde ni una guerrera, sino una chica normal que quiere vivir su vida, sin ser símbolo de nada, porque hay muchas mujeres que simplemente quieren vivir. No todas somos guerreras ni estamos armadas para ello, pero sí merecemos justicia. Actualmente hay una retórica de las mujeres rebeldes que no me gusta, por que no todas tenemos que ser luchadoras». No obstante, y por desgracia, sí es un asunto del que debemos tomar consciencia, pues «el feminicidio en mi país registra casi una muerte al día actualmente, por celos, por posesión, o por cualquier motivo», dice Ardone. Y, ante esto, explica que utiliza la literatura como forma de recordar el pasado, «para entender el presente y mirar al futuro de manera positiva, porque creo que estamos avanzando. En Italia, las jóvenes que han leído mi libro se han dado cuenta de que les toca a ella seguir con esta batalla».
La del feminismo y la búsqueda de la igualdad es un libro aún con páginas en blanco, pues, al menos en el caso de Italia, dice Ardone que «sigue siendo un país muy machista. Por ejemplo, hace dos días se nombró como cabeza del partido más importante de izquierdas a una mujer, y le han llovido muchas críticas. No por su ideología, sino porque dicen que es fea, que parece un camello, que viste mal. Si fuera un hombre, nadie criticaría su aspecto». Cree que «estamos dando pasos hacia atrás», y toma como ejemplo a Meloni, «porque lo importante no es que esté una mujer al frente del Gobierno, sino qué tipo de mujer sea. Su política va en contra de los derechos, como el del aborto, y le da absoluta prioridad a la familia. Sí, es importante, pero no lo único que hay», continúa la escritora, «para mí el auténtico peligro está en aquellas personas que empiezan a retroceder y que se encaminan hacia el fascismo».