Fernando Valverde reconstruye, en La muerte de Adonais, los últimos días de John Keats, Percy B. Shelley y lord Byron.
LAURA GALDEANO / LIBERTAD DIGITAL
John Keats, Percy B. Shelley y lord Byron, los mejores representantes de la segunda generación del Romanticismo inglés y herederos de Wordsworth y Coleridge, murieron con menos de tres años de diferencia. Ninguno cumplió los 40 y los tres lanzaron su último suspiro lejos de casa. Buscaron la belleza y la libertad y descubrieron que «el triunfo de la poesía era la muerte». Rivales y compañeros, arrastraron sombras hasta el final de sus vidas.
El granadino Fernando Valverde, elegido el poeta más relevante en lengua española nacido después de 1970 y profesor de Poesía en la Universidad de Virginia en los Estados Unidos, reconstruye en su nuevo libro, La muerte de Adonais (Planeta), el trágico final de los tres poetas, una conmovedora carta de amor a la poesía y a los libros, un retrato claroscuro de tres vidas fascinantes y el final de una época, y una llamada de atención a nuestros días.
«En un país extranjero, logré apasionarme por la historia de estos jóvenes poetas que no pudieron ver realizados sus sueños, a los que el mundo trató injustamente y que murieron lejos de su país, donde fueron despreciados. Su historia encendió en mí una luz que me ayudó a sobrevivir y a terminar este libro», escribe el autor.
John Keats fue el primero en morir con tan solo 25 años. En su epitafio, que él mismo encargó, puede leerse: «Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua». Percy B. Shelley, que fue el siguiente, le dedicó Adonais, que no era «la elegía a un amigo, sino un lamento de un poeta por la pérdida de otro». Shelley fue desleal y conoció de primera mano el dolor por la muerte de sus hijos, una tragedia que alejó a Mary de su lado, sumida en una depresión. En Italia, pereció en el naufragio de su velero durante una tormenta.
Dos caballeros ingleses, uno de procedencia humilde y carácter delicado, el otro de importante linaje, adinerado, rebelde, expulsado de una sociedad que despreciaba. Dos poetas ingleses abandonan el frío de las islas británicas persiguiendo un clima más cálido; uno para curar una enfermedad incurable; el otro, para aliviarse de la imaginación de la muerte que enfría los labios que ama. Los dos encontraron el fuego y el mar en una tierra milenaria de pescadores, jinetes, pintores y pirámides que habitan los cementerios.
Lord Byron se hizo hacerse cargo de la manutención de Mary y de su hijo Percy Florence. Por poco tiempo. Murió el 19 de abril de 1824 con treinta y seis años.
Pero todas las voces se apagarían bajo los tambores, porque al fin iban a luchar mano a mano con los turcos, había llegado el momento decisivo que tanto tiempo habían estado esperando. En el campo de batalla estaba la gloria o la tumba, lo insoportable era la indecisión, el silencio, la indiferencia de no formar parte de la Historia.
Fernando Valverde se contagia del estilo y forma de los tres protagonistas en esta suerte de biografía. Ha trabajado con una exhaustiva documentación para elaborar esta consecución de bellas y trágicas historias que cualquier apasionado a la poesía debería leer.