Por Fernando Manzanilla Prieto
Hay una frase muy popular que dice que si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian, pero ¿será esto cierto?
Desde la propia ciencia, parece que así es. El Dr. Jacob Towery, instructor clínico adjunto en el departamento de psiquiatría de la Universidad de Stanford, se ha dedicado a investigar el papel que juega la mentalidad en la determinación de los resultados de la vida. Afirma que comprender, adaptar y cambiar la mentalidad, puede mejorar la salud, disminuir el estrés y permitir a las personas volverse más resistentes a los desafíos de la vida.
El Dr. Towery describe a la mentalidad como el lente único que utiliza cada quien para ver su propia vida y como el lugar donde residen las suposiciones y expectativas que tenemos sobre nosotros mismos, nuestra vida y las situaciones que nos rodean.
Es por ello que, de acuerdo a la ciencia, las mentalidades nos ayudan a simplificar, ya que nos permiten destilar cosmovisiones complejas en información digerible y luego a establecer expectativas basadas en ellas.
Si bien las mentalidades pueden ser útiles para extraer información y gestionar las expectativas, también pueden ser desadaptativas, generar problemas interpersonales y sentimientos de culpa, insuficiencia, tristeza y ansiedad.
El Dr. Towery ha observado que es común aferrarse a mentalidades que fueron adaptativas en un momento de la vida, pero que desde entonces se han vuelto inadaptadas. Por ejemplo, podría haber sido útil creer que no se puede confiar en los demás si te traicionaron a una edad temprana, pero esta creencia puede conducir a problemas interpersonales en una etapa posterior de la vida.
Sin embargo, la buena noticia que nos dan las investigaciones al respecto es que las mentalidades son muy cambiantes y por lo tanto modificables. En este sentido es que actualmente se habla de la mentalidad para el cambio, conocida en inglés como “change mindset”, la cual ayuda a entender los cambios como una oportunidad o, al menos, a vivirlos de una forma mucho más amable.
Precisamente, la Dra. Carol Dweck, investigadora y profesora de Stanford, acuñó los términos de mentalidades «fijas» y de «crecimiento» para describir los sistemas de creencias sobre su capacidad para cambiar, crecer y desarrollarse con el tiempo.
Cuando alguien cree que sus cualidades son esencialmente inmutables o fijas, es posible que esté menos abierto a los errores porque los contratiempos se consideran inherentes y afectan el éxito futuro. Con una mentalidad de crecimiento, sabes que puedes cambiar con el tiempo y, por lo tanto, estás más abierto a reflexionar, aprender y crecer a partir de los desafíos.
Más allá de entender la diferencia entre estos dos tipos de mentalidades, lo verdaderamente importante es que éstas impactan la realidad y por tanto los resultados que obtengamos de la propia vida.
Al respecto, en 2012, se realizó un estudio sobre la asociación entre la percepción del estrés, la salud y la mortalidad. Se determinó que los participantes que experimentaron altos niveles de estrés y que creían que éste era dañino, presentaron un mayor número de afectaciones en su salud. Aquellos que experimentaron altos niveles de estrés, pero no lo vieron como algo perjudicial para su salud, reflejaron tasas más bajas de enfermedades por esta causa.
Incluso en la propia medicina existe un poderoso fenómeno conocido como el efecto placebo, que funciona cuando alguien confía que obtendrá beneficios al tomar un medicamento en particular, lo cual “mágicamente” tiene una mejora significativa en sus síntomas.
La ciencia apenas comienza a validar el poder de la relación mente-cuerpo. La mentalidad es importante, por lo cual es vital prestar atención a nuestros sistemas de creencias: de dónde provienen, qué tan válidas son y cómo afectan nuestra calidad de vida.
Recordemos que el cerebro exhibe lo que conocemos como neuro plasticidad, lo que significa que las redes neuronales pueden seguir creciendo, cambiando y reorganizándose a lo largo de la vida. Al desafiarte a ti mismo con nuevas experiencias y perspectivas, puedes formar nuevas conexiones neuronales, que se materializan en modos diferentes de pensar.
Finalmente, el gran talento que tenemos como personas es la capacidad de transformar nuestra mente y también nuestro cuerpo, de cambiarnos a nosotros mismos y con ello a nuestro propio entorno.