Mariana Toro Nader / ethic
Hace años que se está hablando de la era de la incertidumbre. Algunas voces nos recuerdan que esta es una constante histórica y no una nota exclusiva de nuestro tiempo, pero sentimos, en cualquier caso, que el mundo se revuelve: la guerra de Ucrania, el conflicto en Oriente Medio, los pujantes enemigos de la sociedad abierta, la crisis climática, la revolución de la inteligencia artificial… Pocas voces tienen la capacidad analítica para ayudarnos a entender los desafíos a los que nos enfrentamos. Una de ellas es el analista venezolano Moisés Naím (Trípoli, 1952), exministro de Industria y Comercio y exdirector ejecutivo del Banco Mundial, que acaba de publicar ‘Lo que nos está pasando’ (Debate, 2024), una selección de las tribunas que publica semanalmente en diarios internacionales. Hablamos con él sobre las elecciones en Venezuela y Estados Unidos, el tablero geopolítico y la gestación de un nuevo orden mundial.
Empecemos hablando de las tres P: polarización, populismo y posverdad. ¿Son culpables de la «recesión democrática»? ¿O a qué se debe la crisis global de la democracia?
Hay muchos factores en juego, pero lo que está pasando y lo que pocas veces se menciona es la crisis de gobierno y de gobernanza que hay en el mundo. El desempeño está muy bajo entre los líderes de todo el mundo, y como ellos lo saben y necesitan el apoyo, entonces recurren a las tres P. Empiezan a utilizar todas las diatribas y esas tres en conjunto para compensar la pérdida de gobernabilidad que tienen.
Afirma que el populismo no es ni de izquierda ni de derecha, que puede ser verde o negacionista del cambio climático. Y parece haber un auge populista en el mundo: ahora hablaremos de Donald Trump, pero también se puede ver con la llegada de Javier Milei en Argentina o con el ascenso de la ultraderecha en Europa —donde se suponía que la democracia liberal estaba bien arraigada—.
Es un muy buen análisis, es lo que está pasando. Lo único que hay que añadir —y que es el baremo que yo utilizo— es si son populismos que van hacia la democracia o que tienden claramente a la autocracia y a la permanencia del mismo equipo o la misma líder en el poder. Porque el populismo, la polarización y la posverdad pueden ser de todos los colores, pero lo que más me interesa es que no vayan a hacer las trampas, travesuras, farsas que se utilizan para perpetuarse en el poder. Muchas veces lo hacen a escondidas, se presentan como demócratas, pero realmente son autócratas. Esa es la gran batalla, ¿no? Desenmascarar a los autócratas e impedir que continúen. Yo escribí en una de mis columnas que mucho más peligroso que el populismo es el continuismo. O sea, los que se encaraman en el poder y ya no los sacan más nunca: [Nicolás] Maduro, [Viktor] Orbán, etc. Eso es lo que yo creo que es importante destacar: la propensión autoritaria o democrática del gobierno o del régimen del cual estemos hablando.
Dice que el continuismo es una amenaza aún mayor que el populismo. ¿Cómo ve al régimen chavista?
El régimen está muy presionado y está haciendo barbaridades. Es muy importante, cada vez que se hable del régimen de Maduro, reconocer y recordar a los torturados. En estos momentos, mientras tú y yo conversamos, la tortura está siendo utilizada como instrumento de Estado en Venezuela. Y los casos son enormes, han sido documentados por las organizaciones internacionales de derechos humanos. Venezuela es hoy un lugar donde el terrorismo es uno de los principales instrumentos que está utilizando el Gobierno.
La oposición venezolana ha denunciado fraude electoral en las presidenciales del pasado 28 de julio. ¿Ha habido fraude en Venezuela?
Sí, el fraude está claro y lo vamos a ver en los próximos días.
En el libro habla precisamente de cacocracia, el poder de los malos. En un año en que la mitad del globo irá a las urnas, una de las elecciones que tienen al mundo en vilo son las estadounidenses. Incluso la OTAN ha planteado la creación de un fondo de recursos «a prueba de Trump». ¿Nos enfrentaremos a otros cuatro años de «política asimétrica»?
Las elecciones son dentro de unos meses y cualquier cosa puede pasar. Que Trump sea de nuevo el presidente de Estados Unidos tiene ramificaciones mundiales enormes. Siempre las tiene, las elecciones en Estados Unidos siempre son importantes para el resto del mundo, pero en este caso no es solo una elección más, no es un candidato más, no es un partido político más, es otra cosa que el sistema no está diseñado para manejar. Entonces, los malos se aprovechan. O sea, los buenos juegan con las reglas y los malos no tienen reglas e imponen las suyas y hacen todas las trampas posibles. Esa asimetría es la que está llevando a la ansiedad con respecto a un gobierno de Trump.
¿Qué consecuencias tendría el regreso del trumpismo al poder?
La estrategia general es disminuir los chequeos, los controles al poder y ver la Casa Blanca como un lugar donde pueden hacer lo que quieran. Esto es muy peligroso, sobre todo la debilitación de los pesos y contrapesos que caracterizan a una democracia. Evitar la perpetuación en el poder es muy importante, pero no hay que olvidar que la democracia no es solo lo que pasa el día que hay elecciones. La democracia también es lo que pasa entre una elección y otra. Y ahí es donde se socavan de maneras poco visibles las medidas que se habían diseñado para evitar la concentración del poder en una sola persona, grupo o partido.
Preocupa sobre todo que en este momento el mundo está viviendo conflictos simultáneos: la invasión de Rusia en Ucrania; el recrudecido conflicto palestino-israelí y la crisis humanitaria en Gaza; el fin de la «guerra en la sombra» entre Israel e Irán. Y claramente lo que pase en la Casa Blanca repercutirá sobre estas tensiones.
Eso es exactamente así. Lo que pasa es que nunca las habíamos visto tan potentes, algunas inéditas, nunca había pasado antes. Piensa en el cambio climático y las consecuencias que está teniendo, por ejemplo, o las consecuencias que va a haber por la inteligencia artificial. Son cosas muchas de ellas inéditas o que existían pero estaban acalladas. Y de pronto viene una guerra en el centro de Europa, con tanques y bombas. A cualquiera que tú le hubieras dicho que ese era el pronóstico para Europa te hubiera dicho que no. Es claramente un momento en el que hay definiciones importantes y hay dos guerras andando muy importantes, quizá tres con lo que está sucediendo en Sudán.
Se dice que se está gestando un nuevo orden mundial. ¿Cómo ve el desarrollo de estos conflictos en los próximos meses y el rol de China en el tablero internacional?
Esa es la relación bilateral más importante del mundo, probablemente de la historia: China y Estados Unidos están enfrascados en una rivalidad en la cual a China todavía le falta mucho para llegar a tener las capacidades que tiene Estados Unidos, pero va en esa dirección, y en algún momento llegarán a la paridad en cuanto a recursos y capacidades bélicas. La pregunta es qué van a hacer con eso. Hay áreas en las que están condenados a competir, pero también están condenados a colaborar. El cambio climático, por ejemplo, no lo puede resolver nadie sin la presencia de estos dos. Nadie actuando a solas puede resolver el problema. Se puede atenuar, se puede disminuir… Pero es solo uno de la larga lista de retos que hay hoy en la humanidad que no pueden ser resueltos por un país actuando a solas. Hace falta la concertación, coordinación, sincronización, de varios países —quizá no 190 países como los que hay en la ONU—, pero los principales países sí tienen que estar de acuerdo para que algo suceda. Y hasta ahora eso no está sucediendo. Pero hay la esperanza de que, ante lo que viene, que es tan amenazante, aparezcan esas capacidades de coordinación y de multilateralismo que ahorita están enterradas.
Hablando de cambio climático, saltemos de nuevo a nuestro continente. América Latina no solo tiene al pulmón del mundo, sino también una ingente diversidad de recursos naturales. En la geopolítica del clima, ¿cómo ve el papel de los países latinoamericanos frente a esta crisis global?
Líderes pequeños ante problemas gigantes. La lista es cierta: tenemos el pulmón del mundo en la Amazonía; y con lo que tiene que ver con la IA y la necesidad de litio, sería un jugador importantísimo en el mundo. América Latina tiene capacidades, tiene recursos, pero también pésimos gobiernos. Una de las preguntas que hay es por qué son tan malos los gobernantes, tan incompetentes y algunos tan corruptos. Entonces sí, muchos recursos, muchas posibilidades y muy pocos líderes que merezcan respeto.
En materia de migración, la población venezolana ha estado tan asediada durante tantos años que el flujo migratorio ha sido enorme.
Entre siete y ocho millones de personas. Estamos hablando de una de las migraciones más numerosas que hay en estos tiempos en el planeta.
Estados Unidos y la Unión Europea están planteando nuevas medidas para abordar la crisis migratoria, que también tiene que ver con los derechos humanos y, como usted ha dicho, cada vez estará más relacionada con la degradación climática.
La migración en estos tiempos es un problema espinoso que no tiene solución. Lo que tiene son alivios pequeños. Si Estados Unidos abre todas las puertas a los inmigrantes, va a tener varios millones de personas de todo el mundo caminando, nadando y volando a Estados Unidos. Y si les cierra completamente tampoco va a funcionar. Este es uno de esos problemas que no puede ser solucionado por ningún país actuando solas. Estados Unidos tiene que concertar con la Unión Europea, pero también con los países centroamericanos, etc. No hay soluciones mágicas, pero sí hay paliativos. Se podría pensar en un gran plan de apoyo a Centroamérica, donde empiecen a aparecer empleos, posibilidades de progreso, donde la violencia no sea un factor determinante de la vida de la gente. Este plan no es la solución final y es defectuoso, pero es lo que hay y lo que se puede hacer. Pero hay que entender que necesita coordinación internacional y de eso hay muy poco.
En Argentina, los votantes decidieron que un gobierno de Milei era mejor que seguir en el mismo cauce, que las medidas extremas podrían ser mejores que seguir como estaban…
Siempre y cuando haya ciertas protecciones básicas a la democracia. El único indicador que me importa es si se quedan o se van. Yo quiero que los políticos lleguen, gobiernen por cuatro o cinco años máximo, que no les esté permitido delegar en la familia o en los amigos la presidencia y ya. Cuatro años y a tu casa. Y no tienes reelección ni de nadie de tu familia en primer grado. Todo tiene defectos, nada es blanco o negro, pero yo prefiero un presidente que cumpla su periodo, que no debe ser más de cinco años, y después le toque a otro o a otra. Eso es algo que tenemos que luchar fuertemente para que así sea, porque, si no, se aferran y ya no los sacamos nunca. Maduro y Chávez juntos llevan más de dos décadas haciendo lo que les da la gana sin rendir cuentas de ningún tipo. Tienen una economía catastrófica, tienen un país donde ocho millones de personas decidieron caminar con tal de alejarse de la tragedia. ¿Cómo puede suceder eso? Bueno, porque a punta de represión y de trampas electorales el Gobierno ha logrado quedar impune ante los hechos criminales y de corrupción.
En el prólogo habla también de la ansiedad generalizada. Para 2050, la mitad del mundo podría tener algún tipo de trastorno de salud mental. ¿Esto también debe ser resuelto en coordinación entre varios países?
Absolutamente. Uno de los mejores ejemplos que tenemos en los últimos tiempos es el contraste entre los científicos y los políticos sobre la vacuna de covid-19. Normalmente, el proceso de descubrimiento y creación de una vacuna dura muchísimo tiempo; sin embargo, los científicos, los laboratorios, las universidades de diferentes países, comenzaron a trabajar juntos y las desarrollaron en tiempo récord. Y estamos hablando de dar una vacuna a miles de millones de seres humanos. Eso no lo habíamos visto antes y es producto de la coordinación. Mientras eso pasaba, los políticos estaban negociando, haciendo política: quién tiene más respiradores, quién cobra más por las vacunas, quién pone trabas al libre comercio para que no lleguen. Políticos feroces y científicos veloces.
Para cerrar, usted cuenta que, en 2008, la OTAN emitió una declaración en la que, en el párrafo veintitrés, abría la posibilidad de negociaciones con Ucrania, «el detalle que acabaría llevando a Europa a su peor guerra en ocho décadas». ¿Cuáles podrían ser esos párrafos veintitrés que marcarán al mundo en los próximos años?
Yo creo que las negociaciones entre China y Estados Unidos nos van a dar muy buenas y muy malas sorpresas. Las dos superpotencias nucleares más grandes del mundo: si ellas estornudan a todos nos da catarro. Eso va a formar parte de la sorpresa que vamos a estar anticipando. La otra, que es increíblemente importante y también poco entendida hasta ahora, es todo lo que tiene que ver con la IA.
Fuente: https://ethic.es/entrevistas/entrevista-moises-naim-lo-que-nos-esta-pasando/