Por Fernando Manzanilla Prieto
Claramente se observa en gran parte de la población una fatiga pandémica, un concepto instaurado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a la reacción ante las prolongadas medidas y restricciones generadas por la pandemia por Covid-19.
El peligro de que el mundo esté cansado del covid-19, es que este agotamiento hace que las personas se cuiden menos, usen menos cubrebocas, no respeten la sana distancia, se laven menos las manos, se vacunen menos y, por lo tanto, se expongan más a la posibilidad de contagio.
Desde su llegada a nuestras vidas, hace un poco más de dos años y medio, el virus ha generado una vorágine de cambios. Sin embargo, conforme avanza el tiempo, estas normas parecen haberse desestimado y ya no son tan estrictas y relevantes como lo eran hace algunos meses.
Hoy en día, para nadie es una sorpresa saber que han surgido y circulado linajes genéticos del SARS-CoV-2 en todo el mundo desde el comienzo de la pandemia, y con ello hemos tenido que enfrentar a una serie de variantes, con sus subvariantes, a nivel global.
Se inició con la variante Alpha y se continuó con la Beta, Gamma, Delta, Epsilon, Eta, Iota, Kappa, Mu y Zeta, hoy clasificadas en Estados Unidos como variantes de bajo monitoreo, ya que no representan un riesgo significativo e inminente.
Sin embargo, hay una variante que desde hace varios meses ha generado preocupación y nos llama a mantenernos alerta contra este virus. Se trata de ómicron y su múltiple linaje, que ha evolucionado por las subvariantes: B.1, BA.1, BA.2, BA. 3, BA. 4, hasta llegar actualmente a la BA.5.
En este entorno, hoy ya se habla de una quinta ola, la cual de acuerdo al diagnóstico de varios centros para el control y la prevención de enfermedades, está reflejando la presencia dominante de las subvariantes BA.4 y BA.5 de ómicron en distintas partes del mundo.
Un ejemplo es que la BA.5, se ha vuelto dominante rápidamente en Estados Unidos, gracias a la elusividad que realiza del sistema inmunitario. Tan solo en la última semana se han reportado de manera oficial en promedio un poco más de 100 mil casos nuevos por día; aunque especialistas estiman que el número real puede llegar a un millón.
Precisamente el Dr. Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute ha nombrado a esta variante BA.5 como “la peor versión del virus que se ha visto”, dado que los anticuerpos de las vacunas y las infecciones anteriores por coronavirus ofrecen una protección limitada contra ella.
Aunque para muchos el desestimar el peligro del covid-19 radica en que las muertes se han reducido, los especialistas recalcan que la tasa de mortalidad por el virus sigue siendo mucho más alta que por influenza u otras enfermedades contagiosas.
Precisamente, la inmunidad a nivel de población es una de las razones por las que el virus permanece en una sobremarcha mutacional. El riesgo de reinfecciones ha aumentado porque las subvariantes recién emergentes pueden evadir mejor la defensa de primera línea del sistema inmunitario, y esencialmente no hay ningún esfuerzo a nivel comunitario para limitar la transmisión.
En un artículo de Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo en el Sistema de Atención Médica de St. Louis, él y otros investigadores informaron que las personas con múltiples infecciones tienen un mayor riesgo acumulativo de una enfermedad grave o muerte, ya que, en sus propias palabras, “la reinfección agrega riesgo”.
Por si esto no fuera suficiente, se ha detectado la existencia de una nueva subvariante de ómicron, la BA.2.75, surgida en India y la cual, a menos de un mes, ya se ha identificado en algunos otros países, incluido Estados Unidos.
En México el panorama tampoco es alentador, ya que cerró junio con una importante alza en el número de contagios.
De acuerdo con el conteo diario de infecciones, el país acumuló más de 302 mil contagios, un incremento que rebasó por mucho los 36 mil 779 casos contabilizados durante mayo, lo que representó un incremento del 721 por ciento.
Si bien no hay evidencia de que las nuevas formas del virus agraven los estragos de la enfermedad, así como de que aceleren el riesgo de que contraer los síntomas de larga duración generalmente conocidos como «covid prolongado», sí es un hecho de que está en jaque la salud de las personas.
A estas alturas, el desestimar o flaquear en las medidas preventivas nos deja en claro que las lecciones que nos ha dejado la pandemia no fueron bien aprendidas. Seguimos jugando con fuego y corriendo el riesgo de quemarnos.
No echemos en saco roto todo lo vivido a lo largo de estos más de dos años y medio. La mayoría de nosotros perdimos familiares, amigos, conocidos a causa del virus. Hoy la batalla sigue y es principalmente contra la desidia de tener que hacer, cada uno, lo que nos corresponde.