El cantaor presenta El Oripandó, la obra «más importante y arriesgada» de su carrera, en la que comparte el dolor por la pérdida, hace 28 años, de su hijo Curro
ANACLARA TRENGRONE BRACCO / METRÓPOLI / EL MUNDO
José Mercé (Jeréz de la Frontera, 1955) aprendió a vivir el día a día. No se trata, en este caso, de una frase hecha: la vida le dio un golpe tan duro -su hijo Curro falleció hace 28 años con tan sólo 14- que sintió que se quedaba sin aire. Tuvo que pasar mucho tiempo para que el cantaor convirtiera en música su dolor, pero también su amor, en su nueva «obra», que decidió titular El Oripandó. En calé, significa amanecer. Aquellos que tanto le gusta ver en su casa de Chipiona.
Para él, este es un nuevo comienzo: el salto más arriesgado que ha dado en su carrera. Lo dice, pero no es necesario, porque la ilusión y las ganas de subirse a los escenarios las lleva en la sangre. «Ahora mismo estoy con El Oripandó como cuando a los niños les traen los obsequios Los Reyes», admite. Su mejor regalo hoy es poder sacar para fuera, y cantarle a su público, lo que guardó tanto tiempo dentro. El 10 de julio pisará las tablas del Teatro Real, en el Universal Music Festival, y sin dudarlo, asegura: «El público verá a un José Mercé que nunca ha visto».
PREGUNTA. ¿Qué significa para usted su nueva obra El Oripandó?
RESPUESTA.El Oripandó, para mí, es una autobiografía. Lo que hago es contar mi vida, lo que he vivido desde que empecé con esto. Con Antonio Orozco, que es el productor, trabajamos casi tres años. Creo que ha merecido la pena. Es muy emotivo, hay mucha sensibilidad dentro de todo eso y yo disfruto muchísimo haciéndolo. Para mí es el proyecto más importante que he hecho hasta ahora.
P. Tiene colaboraciones de artistas como Mala Rodríguez o Lang Lang. ¿Es su obra más vanguardista también?
R. Sin lugar a dudas. A mí siempre me ha gustado que el flamenco sea muy abierto, que no nos quedemos estancados en lo mismo. Y en este caso, creo que es el trabajo más arriesgado que he hecho. El estar ahí con uno de los mejores pianistas, como es Lang Lang, con Mala Rodríguez rapeando, Pablo López con la taranta o Tomatito y Dorantes tocándome temas maravilloso. Hay mucha música dentro de esta obra y, la verdad, creo que es algo que va a ser un antes y un después de mi carrera.
P. En este nuevo proyecto, como ha dicho, canta su vida. ¿Desnudar el alma sana?
R. Creo que sí, que es una terapia buenísima. Siempre digo que la música cura a las personas. Eso que yo tenía dentro de mí quería sacarlo para fuera. Antonio tiene una sensibilidad muy parecida a la mía y creo que era la única persona que podía sacar eso de mí. Afortunadamente se dio, porque estas cosas surgen. Cuando es así es más bonito, tiene otro sabor.
P. ¿ Y cuánto tuvo que desnudar su alma para que Antonio Orozco pudiera componer estas ocho canciones?
R. Muchísimo. Antonio ha tenido que indagar en mi vida, preguntándome a mí, a mi mujer, a mis hijas, a mis nietos, a todo el mundo. Era la única manera de poder hacer esta obra y de conseguir lo que hemos conseguido.
P. Jamás desaparece lo que nunca parte es una canción dedicada a su hijo Curro. ¿Qué siente cuando la canta?
R. Siento mucho dolor y alegría a la vez. El título ya lo dice: jamás desaparece lo que nunca parte. Eso lo digo por mi hijo, que no se ha ido nunca. Mi hijo está con nosotros desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Es una frase que yo le digo a Antonio y la agarra con mucha fuerza. A partir de ahí empezó a escribir y a hacer esta letra, que es muy dura. A veces me ahogo cantándola. Lloro en el escenario, pero me gusta hacerlo porque creo que es algo que yo quería sacar de adentro y decírselo a mi gente, contarle un poquito de mi intimidad, de mi vida. Es tan grandioso lo que expresa. Yo entiendo que es muy dura pero es verdad lo que dice.
P. ¿Cómo ha sido esa conexión con el público en estos casos, en estas canciones que son tan autobiográficas?
R. Es una conexión que yo qué sé… [piensa]. Me parece que en vez de camisetas, voy a tener que llevar clínex. Cuando encienden las luces del teatro veo que la gente llora, se emociona mucho. Lo siente así. La obra El Oripandó, de verdad, es para verla en el escenario. Tiene mucha sensibilidad y eso te llega.
P. ¿Por qué tardó tanto en cantar lo que usted ha vivido?
R. Porque ya tengo la edad que tengo y es cuando tenía que hacerlo. Creo que que cada cosa tiene su sitio y que era el momento de poder echar pa’ fuera todo lo que tenía dentro.
P. ¿En qué piensa por última vez antes de salir al escenario?
R. No pienso, sino que me encomiendo a mi hijo Curro. Siempre que salgo a un escenario me encomiendo a él y él es el que me hace sentir bien. Antes de salir me persigno y le pido que me ayude y ya está. Ese es mi ritual de cada concierto.
P. Oripandó significa amanecer en calé. ¿Cómo son sus amaneceres favoritos?
R. Si me pilla en mi casa de Chipiona, esos amaneceres no se ven en otro lado, son una maravilla. Esa zona de San Lucas, es algo increíble. Eso es para vivirlo, ¿no? Y la verdad que muy tranquilo, porque además ahora ya me gusta, me levanto temprano. ¿ Y sabe lo más grande que hay de eso? Que no cuesta dinero.
P. ¿Cree que muchas veces vivimos sin vivir?
R. Sí, yo creo que sí. Más de muchas veces. La vida ya es complicada de por sí, pero la complicamos más. Yo tengo que decirte que vivo el día a día. Es mi forma ya de ser después de ocurrirme lo que me ocurrió. No pienso más allá porque creo que es una forma de vivir bonita y agradable. Levantarse hoy, mañana y ya está, no pensar más allá, porque no creo que merezca la pena.
P. ¿Cuántas veces ha tenido que volver a empezar?
R. Muchas, porque, como yo digo, se vive el momento. Seguramente que cuando pasen un par de años voy a volver a empezar otra vez, porque lo que haga será totalmente distinto a El Oripandó. Y eso es así, lo que no puede uno es dormirse en los laureles y decir que ya está todo hecho. Cada vez que hago algo nuevo creo que estoy empezando. Ahora mismo estoy con El Oripandó como cuando a los niños les traen los regalos Los Reyes. A mi edad, después de tantos años, tengo una ilusión y unas ganas de hacerlo; de estar en el escenario, de transmitir a la gente eso que llevo dentro, que me hace ser una persona nueva y me hace volver a empezar.
P. Cincuenta primaveras y otras mil que yo quisiera es una canción dedicada a su mujer. ¿Cuántas primaveras hicieron falta para que se enamorara de ella?
R. No hicieron falta muchas primaveras. Realmente sí que fue en primavera la primera vez que la vi y me quedé… fue un flechazo [risas ]. Nos conocimos en los años setenta, éramos muy jóvenes y a mí ya cuando me preguntan si estoy casado, digo que nací casado. Llevamos toda la vida juntos. Son cincuenta primaveras y otras mil que yo quisiera, porque realmente es así. Incluso son más porque llevamos 48 años de casados y cinco de novios. Es una mujer encantadora, una madre maravillosa, una abuela súper abuela y y la verdad que si hoy en día soy algo -poco, mucho o lo que sea- realmente se lo debo a ella.
P. Ya van 54 años de trayectoria. ¿Esto es como el vino, cuantos más años mejor?
R. Creo que sí, que uno va madurando y va teniendo más solera, como los vinos. Yo me siento ahora mismo en un momento muy feliz, con muchas ganas. Cuando yo iba creciendo e iba cantando, mi padre ya decía: ‘Mi hijo José está más asentado’. Y creo que sí, que los años te dan esa veteranía, esa experiencia, pero no te puedes dormir en los laureles, tienes que estar viviendo en el siglo que estás viviendo y constantemente aprendiendo, sin lugar a dudas.
P. Llegó a Madrid en 1968. ¿En qué sigue identificándose con ese niño de 13 años?
R. En todo, hasta en la ilusión y en las ganas de subir a un escenario a cantar. Con mucha más responsabilidad, por supuesto. Pero creo que sigo siendo el mismo niño que llegó a Madrid.
P. ¿Cree que usted podría haber desarrollado la carrera de igual forma en otro lugar que no hubiese sido Madrid?
R. Creo que no. Yo soy mucho de creer en lo que te ocurre. Si no hubiera venido a Madrid no sé si me hubiera dedicado a esto.
P. ¿Por qué el flamenco no está de moda pero tampoco pasa de moda?
R. La música de raíz nunca está de moda. Algunas veces estaremos más alto, otras veces menos. Pero la música de raíz es eterna. El flamenco será eterno, pero tiene derecho a evolucionar como toda la música y no te puedes quedar en el siglo XX porque estamos en el siglo XXI. Hay que refrescarlo, hay que hacer que la gente joven entienda las letras. Y yo empecé haciendo eso en Del amanecer, después con Aire. Todos esos discos metieron a mucha gente en el canasto del flamenco, a jóvenes e, incluso, a gente mayor que no lo había escuchado nunca. Eso es importante. Yo lo que no puedo es estar siempre haciendo sota, caballo y rey. No, yo me hubiese aburrido.
P. ¿Por qué para usted es importante que lo escuchen los jóvenes también?
R. Porque son el futuro de toda la música. A mí me gusta mucho que la gente joven acuda a escuchar todo tipo de música. La que más sienta, la que más le guste. A mí los que saben de todo no me gustan. Me gustan las personas que se sientan y si les sienta, les llega y les llena, se van a preocupar luego por saber qué es esa música.
P. ¿Con qué José Mercé se encontrará el público el próximo 10 de julio?
R. El público se va a encontrar con un José Mercé totalmente nuevo pero siendo también el de siempre. Tengo que decir que esta obra es una maravillosa: la puesta en escena, los audiovisuales, las luces, todo. Verá a un José Mercé que nunca ha visto, así de claro. Y va a ver una obra que no se ha visto nunca, que es algo muy nuevo y muy vanguardista, en la que están todos los palos del flamenco pero en otra onda. ¿Qué aconsejo yo a la gente? Que compre el disco de El Oripandó. Entiendo que hay que escucharlo mucho y que es un disco de larga duración, que no sé si se va a entender hoy, dentro de seis meses o dos años.
Más en El Mundo
Acusan de violación a una secretaria de Estado francesa que es ginecóloga
P. ¿Qué enseñanzas le deja este nuevo amanecer?
R. La enseñanza que me deja el nuevo amanecer es que hay que ser muy positivo en la vida, que uno nunca se tiene que venir abajo y que la familia es lo más importante que hay. La familia es la que a uno le llena. Es la que deja que veas muchos más amaneceres juntos. Porque yo creo que si uno no tiene una familia que lo apoye nada de esto ocurriría.
Fuente: https://www.elmundo.es/metropoli/musica/2022/06/23/62b1b15de4d4d835538b458e.html