Entre las causas que desatan el abstencionismo se encuentran la apatía o desencanto por los políticos y el que la población no se sienta representada por ninguna de las opciones, según los expertos.
Tania Gómez / La-Lista
Aunque Andrés Manuel López Obrador es el presidente más votado de la historia, México ha tenido prácticamente el mismo nivel de participación ciudadana en las últimas 4 elecciones: desde el 2000, alrededor de 4 de cada 10 mexicanos optan por el abstencionismo.
Y hasta ahora, no se ha logrado superar el récord de votación que se registró en 1994, cuando participó el 77.2% del electorado.
Arturo Espinosa, director del think tank Laboratorio Electoral, rememora que aquella elección se trató de una jornada inédita que se vio envuelta en una serie de sucesos que marcaron el país:
“Fue una elección que tuvo muchos contextos: veníamos de la del 88 en la que se dieron cuenta que sí se le podía ganar al PRI, el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, el levantamiento del EZLN, la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, entre otros aspectos”.
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En 2012, cuando Enrique Peña Nieto ganó la elección, respaldado por la coalición del PRI-PVEM, obtuvo 19 millones 226 mil 784 votos, esto es, el 38.21 % de los votos, con una lista nominal de 79 millones 492 mil 086 personas.
En dicha jornada se registró el 63.1% de participación ciudadana y un 36.9 % de abstencionismo.
El derecho al voto está reconocido en el artículo 35 constitucional, donde se establece además como una obligación ciudadana, pero en México no cuenta con sanciones en caso de no ejercerlo, aunque sí representa repercusiones para la vida pública del país.
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Javier Martín Reyes, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM (IIJ-UNAM), explica que el sistema democrático se legitima entre otras maneras, a partir de la participación ciudadana, por lo que los altos porcentajes de abstencionismo “sí deberían preocupar”.
“Cuando vemos tasas de participación relativamente bajas, lo que se genera es un efecto que trasciende lo individual, y nos hace cuestionarnos sobre qué tan legítimo es el resultado de una elección”, explica.
La mayor y menor participación en presidenciales
La elección del 2000 contrasta con la de 2006, en esta última resultó electo el panista Felipe Calderón por un margen de apenas 0.56 % de los votos sobre su contendiente inmediato, Andrés Manuel López Obrador y con un abstencionismo de 41.4 % cuando los ciudadanos con posibilidad de votar fueron 71 millones 374 mil 373.
Mientras que en el caso de Vicente Fox, en el año 2000, el guanajuatense resultó triunfador en la coalición PAN-PVEM con una participación ciudadana del 64% y un abstencionismo de 36 %.
El político que logró desbancar al régimen priísta luego más de 70 años años en el poder, consiguió el triunfo con el 42.52% de los votos de una lista nominal de 58 millones 782 mil 737 personas.
Dicha cifra, de acuerdo con el especialista en derecho constitucional, Arturo Herrera, le permitió a Fox llegar a la presidencia con el suficiente respaldo a diferencia de Felipe Calderón, cuyo margen de triunfo sobre su contendiente fue muy menor, “lo que generó descontento y una serie de manifestaciones en su momento”.
Emitir el sufragio el próximo 2 de junio, impacta al poder político, al definir quién tomará las riendas en los diversos niveles de gobierno durante los próximos años, pero también determina los recursos que recibirán los partidos políticos, y si estos sobreviven o no.
Uno de los aspectos a tomar en cuenta para otorgarle a las instituciones partidarias financiamiento público, así como tiempo en radio y televisión, es el porcentaje de votos obtenidos por cada fuerza política en la última elección ordinaria.
Arturo Espinosa explica que está en las manos de los ciudadanos decidir si le quieren seguir dando vida a un partido o no y si optan por castigarlo al momento de asistir a las urnas.
“Los partidos, aunque vayan en coalición, como puedes votar por cada uno de ellos en lo individual, se puede definir que de los partidos coaligados a alguno no le quieras dar tu voto y entonces no lo marcas, y de esta manera sólo estás definiendo el voto por uno de ellos. Con ello estás diciendo que no le quieres dar tu voto a los demás, y con ello no le contribuyes para su 3 %”, anota.
Y por ejemplo, de acuerdo con la Estrategia de Educación Cívica del INE 2024-2026, quienes menos acuden a las urnas son los hombres de entre 20 y 29 años de edad, que habitan en comunidades urbanas del noroeste del país, con escolaridad media o media superior.
Oswaldo Chacón, exconsejero presidente del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) de Chiapas, advierte que el abstencionismo se debe en gran medida al rechazo de la población hacia los perfiles aspirantes o la idea de que el resultado está definido desde antes de la campaña.
“Ningún candidato les convence, hay apatía o desencanto en torno a la democracia electoral, no se sienten representados. Esos elementos están presentes en cualquier contexto nacional. Otro de los aspectos es cuando se percibe mucha ventaja por parte de algún contendiente, lo que genera falsas percepciones de que como ya hay un ganador, no vale la pena ir a votar“, destaca
Sin embargo, en las elecciones presidenciales de 2018 y en las de 2012, las mujeres votaron más que los hombres, con el 66 % de la participación; tendencia que, de acuerdo con el INE, se ha observado desde 2009. Y en ambas jornadas electorales los niveles de participación en los grupos de sexo se mantuvieron prácticamente iguales.
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Javier Martín Reyes coincide en que el desencanto con la política y los partidos es uno de los grandes factores del abstencionismo y alerta que la ciudadanía ya no cree en la oferta que hacen las y los candidatos de cara a las elecciones.
“Hay gente que no acude a las urnas porque no siente que tomar una decisión vaya a tener consecuencias, porque no creen en las promesas de los partidos políticos, y que en esa medida, consciente o inconscientemente, renuncian a decidir y dejan que sean otras y otros quienes decidan por ellos”, sostiene.
Por edad, los grupos con mayor abstención se observan en los rangos de 19 a 34 años y de 80 o más, mientras que los que más votan se ubican entre los 40 y 79 años.
Javier Martín añade que aunque los jóvenes representan el bloque generacional más importante en términos numéricos, no son quienes participan más. Los jóvenes que sí acuden en su mayoría a votar son quienes tienen 18, 19, 20 años, “por la expectativa de acudir por primera vez a ejercer el voto. Pero después decae”.
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El especialista Arturo Herrera rechaza los argumentos de quienes señalan que al no participar en una elección, se beneficia al partido en el poder, así como el hecho de que a mayor participación, más posibilidades hay de que haya un cambio de partido en el gobierno, pues considera que “se trata de señalamientos sin sustento”.
No obstante, la candidata presidencial Xóchitl Gálvez asegura que si al menos el 62 por ciento del padrón sale a votar, ella ganaría la contienda, lo que se diferencia de la estrategia de Claudia Sheinbaum, quien ha hecho llamados a un voto “masivo” por Morena.
El INE aprobó una Lista Nominal de Electores conformada por 99 millones 883 mil 717 personas, por lo que si el nivel de participación es de al menos 60%, en las próximas elecciones estarían votando más de 60 millones de mexicanos, mientras que cerca de 40 millones podrían elegir el camino del abstencionismo.
La moneda está en el aire.