Proclamada por unanimidad como “la reina de los vinos naturales”, Alice Feiring se abre en canal en su sorprendente libro autobiográfico
MARC CASANOVAS / COMER
Para entender quién es Alice Feiring o, más bien, para entender cómo piensa una mente extremadamente inquieta, lo mejor es transcribir un diálogo surrealista de su último libro. La charla en cuestión se da en el corredor de la muerte de San Quentin, la prisión más antigua de California en la que Alice Fering se presentó por iniciativa propia ante el individuo que casi la asesina en su adolescencia y que, casualmente, se llamaba (se llama aún) Rodney Alcala, uno de los asesinos en serie más notorios de la década de los 70 en Estados Unidos del que sigue siendo un misterio el recuento de víctimas definitivo. Eso sí, todas ellas mujeres; todas ellas mujeres jóvenes con las que jugaba, y a las que fotografiaba, antes de matarlas.
• “¿Qué haces?”, me preguntó.
• Decidí decirle la verdad. “Escribo sobre vinos”.
• “¿De verdad? Adoro el vino”, dijo usando el tiempo presente. “¿Qué te gusta beber? ¿Cuáles son tus favoritos?”
“Uno de los asesinos en serie más populares de Estados Unidos me pedía recomendaciones de vinos como lo haría cualquier tipo que acabas de conocer en una fiesta. Casi me parto de risa de lo absurdo que resultaba todo. (…) Le hice señas al guardián para que me sacara de allí”.
Al salir de esa pequeña celda, Alice Feiring podría haber gritado hasta quedarse afónica, podría haberse lanzado desde el puente más alto para chocar contra una pared de agua capaz de minimizar toda esa adrenalina en la columna vertebral o podría haberse quemado adrede los dedos de la mano para percibir el dolor físico y así purgar mil demonios que la torturaban por dentro con los rostros de todas esas chicas que fueron menos afortunadas que ella. Pero Alice prefirió dirigirse a los viñedos de Martin Ray en Santa Cruz para saborear un espléndido pinot noir y desdibujar la culpabilidad de la superviviente que logró escabullirse de los tentáculos de una máquina de matar.
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Así es su último y sorprendente libro autobiográfico. To Fall In Love, Drink This (Sribner, 2022) es tanto una carta de amor al vino como una historia de madurez, y de redención, para toda una vida. Algunos mortales curan las heridas con terapia o dejando pasar la aguja del reloj, Alice Feiring sana, hiere y llora con vino. Algunos de ellos estarán siempre en su bodega de favoritos, otros no podrá volverlos a beber nunca jamás por estar asociados a cosas terribles. “No quería hablar con Alcala sobre vinos, pero cuando me preguntó a qué me dedicaba, recuerdo que sonreía y pensé qué voy a hacer… así que respondí. Cuando su respuesta fue deleite y aplausos sentí las náuseas. Fue entonces cuando me fui. No iba a tener una charla agradable con un hombre que había matado y torturado”, dice Feiring en plena promoción de su obra que The New York Times ha catalogado como “un torbellino de vida y vino”.
‘The New York Times’ ha catalogado su obra como «un torbellino de vida y vino»
De la sordidez de una celda con tu peor enemigo a la calidez de la madera de una bodega. Y todo en el mismo párrafo y sin pestañear. Porque, ¿se puede reflexionar sobre el resultado de crecer con una madre judía muy estricta y un padre mujeriego, sobre el final de una relación de once años, sobre la muerte de un hermano o sobre la tristeza de beber sola durante el confinamiento pandémico e inundarlo todo de vino? Si el libro es bueno, sí, dirán algunos. Pero, ¿si el libro es rematadamente bueno no se corre el riesgo de perder el foco y que las recomendaciones de vinos, viñedos y regiones enoturísticas queden en agua de borrajas?
“Cuando la diseñadora de la editorial leyó mis memorias (que en sí mismas eran increíbles), me dijo que las leyó en una tarde y luego fue a su tienda de vinos favorita a comprar vino. Eso era lo que andaba buscando”, recalca. “Tomando herramientas de la ficción, si te importa el personaje, irás a cualquier parte con ella, incluso a viñedos y tiendas de vinos. Realmente, este libro pretendía alcanzar a un lector diferente al habitual. Es más general; es un lector que se preocupa por la literatura y las memorias. Pero apuesto a que incluso los lectores menos devotos del vino sentirán curiosidad por saber más del moscato, de la región chilena de Pais o la Borgoña. Mira, nunca pude aprender química antes de preocuparme por el vino. Y es posible que a algunas personas nunca les haya importado el vino antes de leer estas memorias”.
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Los que adoran a Alice Feiring saben que es capaz de eso y mucho más Por eso la llaman “la reina de los vinos naturales”. Otros, los que la miran con cierto recelo por resquebrajar su monopolio, prefieren etiquetarla como “la anti-Parker del vino”. Como si su sola presencia no bastara y necesitara los servicios del antagonista de siempre para definirse como una de las personalidades que mejor han explorado la periferia de la comunicación vitivinícola. “Se notan características especiales en Feiring”, señala el estudio del Departamento de Economía y Ciencias Sociales de la Universidad Politécnica de Valencia titulado ¿Ha perdido Robert Parker su hegemonía como prescriptor en el mundo del vino? Una consulta preliminar a través de Twitter. “En lo que respecta al género (tiene más seguidoras que Parker), idioma (mayor influencia del inglés) y país (fuerte influencia en los Estados Unidos). Asimismo, parece que los seguidores de Feiring están más relacionados con los profesionales del vino que los de Parker, más consumidores puros”.
Muchos la llaman “la reina de los vinos naturales” o la “la anti-Parker del vino”
“Las reglas del juego aún no han cambiado”, garantiza Feiring haciendo referencia al sistema de puntuación de los vinos que obliga a muchas bodegas a adaptarse al gusto de Parker para así poder recibir buenas puntuaciones. “Tan solo hay más aceptación y más variedad, y sí, algunas grandes empresas ahora están elaborando sus vinos «naturales». Sean o no realmente naturales, el movimiento del vino natural ha experimentado un gran cambio. Por ejemplo, en la Borgoña los niveles de azufre están bajando y más bodegas están usando levaduras autóctonas. Personas de todo el mundo están experimentando con tinajas y otros tipos de vasijas de arcilla. Además, no hay tanto roble nuevo. Entonces, ya sea que el mundo se convierta o no a la vinificación natural (no contengamos la respiración), el gran cambio sí ha llegado”.
Alice Feiring bebe vino de la misma manera que come alimentos. Es decir, todo orgánico, todo real. No hay ingredientes añadidos, todo proviene de métodos sostenibles sin grandes máquinas procesadoras. Y por supuesto, ni rastro de ninguno de los setenta y dos aditivos que la ley permite introducir dentro de una botella de vino. “Me di cuenta que los vinos tradicionales del mundo estaban en peligro y nadie decía nada al respecto. Vi que los vinos tradicionales del mundo estaban en peligro y nadie decía nada al respecto. Mis colegas más establecidos y estimados se quejaban a puerta cerrada, pero ninguno de ellos dejaba constancia por escrito de los vinos grandilocuentes y rimbombantes que cautivaron tanto al gran crítico, con puntuaciones de 95 a 100 en una escala subjetiva, entregando los productores a la fama y la fortuna. Robert Parker, el Emperador del Vino, era así de poderoso”. El año 2001, Alice Feiring publicó un reportaje al respecto en The New York Times y de golpe y porrazo pasó a ser una figura controvertida con enemigos e incluida en listas negras.
«Me di cuenta que los vinos tradicionales del mundo estaban en peligro y nadie decía nada al respecto»
Alice FeiringEscritora de ‘To Fall In Love, Drink This’ (Sribner, 2022)
En lugar de amedrentarse, en lugar de recoger cable y andar por el camino más transitado del discurso oficial, Feiring prosiguió con su denuncia subiendo el volumen hasta reventar los decibelios. Escribió sin paracaídas La batalla por el vino y el amor: o cómo salvé el mundo de la Parkerización y logró aterrizar sin red con un discurso cada vez más reforzado y con más seguidores en su aclamada newsletter, The Feiring Line. “Mi libro ayudó a romper el silencio. Hoy, la escena vinícola es completamente diferente. Las nueva generaciones poco o nada saben sobre la figura de Robert Parker y lo que significó para los bebedores de vino del mundo. El vino ha vuelto a su base y lo natural, como categoría, se celebra. No hay una sola voz poderosa. Al menos, en lo que al vino se refiere, vivimos en un periodo de diversidad”.
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Un periodo de diversidad que estuvo en jaque durante la pandemia en la que beber a solas era algo doloroso y cada vez a una hora más temprana del día. “Un mar de botellas de todo el mundo pronto llenó el banco de mi sala de estar, se metieron en los cubículos de mi dormitorio y rebosaban en los dos refrigeradores termoeléctricos de dos pisos cerca de mi escritorio. Tuve que admitir que estaba en un punto de saturación (…) Descubrí que los vinos que se suponía que me ayudarían a salir adelante me estaban fallando. En la quietud dramática del confinamiento, durante los días enmascarados y el tiempo envuelto en gasas, todo sabía mal. Muchos de nosotros bebíamos solos (¡y probablemente demasiado!). Quizás lo único bueno fue que el estigma contra beber solo probablemente se desvaneció. Lo que es algo bueno. Aunque es importante recordar que hay una delgada línea entre beber mucho y el alcoholismo, y es mejor no acercarse demasiado a ese límite”, concluye.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/comer/tendencias/20221027/8582293/hablando-vinos-asesino-serie-te-mata.html