Por Fernando Manzanilla Prieto
Como todos saben, en medio de esta pandemia ha surgido una nueva generación que se han convertido en un fenómeno social que apenas está comenzando a ser estudiado: la llamada “generación Covid”. Niños y jóvenes afectados por el encierro, el temor a la enfermedad y la incertidumbre sobre el futuro, profundamente afectados por las circunstancias que nos ha impuesto la emergencia sanitaria.
Ciertamente, es muy pronto para anticipar cuál va a ser el papel de esta generación en la construcción del futuro. Sin embargo, hay algunas cosas que podemos ir previendo y que no necesariamente se ajustan al estereotipo que hasta ahora nos hemos venido formando al respecto.
Tomemos por ejemplo el caso de los adolescentes, sin duda uno de los sectores más afectados y que más están resintiendo los estragos de la pandemia. En general, tendemos a pensar que se trata de una generación en riesgo de perder no solo habilidades básicas de sociabilidad y convivencia, sino de convertirse en una carga social futura producto de su aislamiento y desvinculación con la realidad. ¿Pero realmente ese es el destino de la generación de jóvenes Covid?
Desde mi punto de vista, tendemos a subestimar la madurez y la inteligencia de toda una generación mucho mejor preparada que la nuestra para lidiar con la incertidumbre y la adversidad. Contrario a lo que suele pensarse, creo que esta generación de jóvenes Covid, no solo está mejor preparada para el futuro, sino que es capaz de desarrollar nuevas habilidades para lidiar con las diversas amenazas globales.
No olvidemos que las pandemias y, en general, las grandes catástrofes, suelen cambiar el curso de la historia al moldear el comportamiento de generaciones enteras. Las guerras, las pandemias y los desastres naturales, suelen desencadenar cambios que “aceleran” el curso de la historia. La peste negra del siglo XIV, por ejemplo, rompió mil años de oscurantismo y dio paso al Renacimiento. La Fiebre Española de principios del siglo pasado, permitió el surgimiento del Estado de Bienestar.
El famoso historiador Yuval Noah Harari le ha denominado a este fenómeno “agujero de gusano histórico” en el que, tal y como sucede con los fenómenos astrofísicos, las “leyes normales de la historia están suspendidas” y en poco tiempo pueden ocurrir cambios que en condiciones normales tomarían décadas.
Harari argumenta que con la pandemia del Covid-19 la humanidad ha entrado en uno de estos agujeros y “nadie sabe a ciencia cierta qué mundo vamos a tener al salir”. Sobre todo, porque dicho fenómeno ocurre justo en una etapa decisiva de la llamada Cuarta Revolución Industrial en la que, por primera vez en la historia, hemos logrado un nivel de conectividad en el que cada individuo es capaz de expresar su voz y ser protagonista del cambio.
Al igual que muchos otros pensadores y voces influyentes, Harari cree que al salir de este “agujero de gusano histórico” podremos mantener ciertos rasgos solidarios y cooperativos a los que nos ha orillado la pandemia, especialmente pensando en la siguiente batalla global que enfrentaremos como humanidad frente a la amenaza del cambio climático. No hay duda de que la pandemia actual marcará un momento decisivo de nuestra era, en el que las democracias deberán procesar la irrupción de nuevas formas de participación ciudadana mediante alternativas novedosas de gobernanza y ejercicio de la política.
¿No será posible entonces, que esta generación de jóvenes Covid esté llamada a abrazar, como ninguna otra, los valores del respeto al medio ambiente, a la salud y a la vida? ¿No será posible que esta generación resulte ser la que más valore la cooperación, la solidaridad y la fraternidad, como claves de la convivencia social, justo por la experiencia traumática que la pandemia les ha impuesto?
La respuesta a estas preguntas no la tendremos en el corto plazo. Sin embargo, yo apuesto a que esta generación Covid será una generación que marcará la diferencia en favor de la vida y el cambio de mentalidad que, sin duda, transformará a la humanidad.