Narrativa
Se reúnen en este volumen no solo las aventuras de Gargantúa y Pantagruel sino el humus genial de su ‘Opera omnia’ en un libro de ¡1.600 páginas!
Luis Alberto Cuenca / ABC
Parecía que, después de la traducción de Gabriel de Hormaechea (Acantilado, 2011), iban a pasar unas cuantas décadas sin que las hazañas de los gigantones más célebres de las letras francesas volvieran a ver la luz en castellano, publicadas en un enorme y solitario tomo.
Pero no ha sido así. Juan Barja y Patxi Lanceros no solo han traducido de nuevo los cinco libros de las delirantes aventuras, sumamente críticas con la sociedad del momento, de Gargantúa y Pantagruel, sino que han escarbado en el humus genial de lo escrito por el médico y humanista François Rabelais (¿1494?-1553).
NOVELA
‘Gargantúa y Pantagruel’
- Autor François Rabelais
- Editorial Abada
- Año 2024
- Páginas 1.600
- Precio 83 euros
Han reunido en un volumen ¡de 1600 páginas! sus ‘Opera omnia’, que incluyen, además de su obra nuclear y maestra, otras 300 páginas, prácticamente desconocidas en nuestros pagos, con pronósticos y almanaques, textos menores en verso tanto en latín como en francés, un breve texto en prosa titulado ‘La Sciomaquia’ y un conjunto de cartas y dedicatorias suscritas por el escritor nacido en Chinon no se sabe cuándo con certeza, pero poco después del primer viaje de Colón a América.
A todo ello se añade un censo de personajes, lugares, autores y obras citadas que ocupa algo más 120 páginas y aparece firmado por Guadalupe Gisbert, Yago Barja y Juan Barja, inmediatamente antes de la traca final del libro, que no es otra que la reproducción de las 120 ilustraciones de ‘Los sueños droláticos de Pantagruel’, obra gráfica del propio Rabelais, que era, además de un gran escritor, un magnífico dibujante.
Juan Barja y Patxi Lanceros han incluido 300 páginas apenas conocidas aquí
Se me olvidó decir que los cinco libros protagonizados por los inefables gigantes se ven enriquecidos por los 689 grabados que el prolífico Gustave Doré consagró al ‘opus magnum’ de Rabelais en el siglo XIX, consiguiendo que sean las suyas las imágenes que surgen de manera automática en nuestro cerebro al evocar la obra, muy por encima de las realizadas por cualquier otro ilustrador.
Pueden ustedes figurarse que en la preparación de tan formidable mamotreto había sitio para todo un equipo, pero lo cierto es que fueron Juan Barja y Patxi Lanceros quienes vertieron en su totalidad las obras completas de Rabelais, las introdujeron (en un texto breve, pero inteligente y clarificador) y las anotaron profusamente, con objeto de ofrecer al lector la posibilidad de entender lo que dice el médico y humanista francés en su complejísima crónica, acribillada de alusiones críticas a la realidad circundante, de la vida y milagros de Gargantúa y compañía.
Fascinante
No tendría yo más de quince o dieciséis años cuando compré las cinco partes de Gargantúa y Pantagruel en una edición en rustica de Plaza & Janés con Juan G. de Luaces como traductor. Era un libro de pequeño tamaño y muchas páginas que lograba introducir todo el material narrativo de la saga en un solo volumen merced a los tipos mínimos utilizados y al agobiante interlineado de la mancha textual. Evoco aquí esa traducción porque fue, junto con la de Eduardo Barriobero y Hernán (recuperada en la edición en papel biblia de la colección «Joya» de Aguilar), la que más se leyó en España hasta la aparición de la de Hormaechea (Acantilado).
Luaces no incluía apenas notas explicativas, y cuando no entendía algo lo dejaba, sin pestañear, en su francés original (caso, por ejemplo, del capítulo II de Gargantúa, auténtico potro de tormento para cualquier traductor de la obra, por avezado que esté en el lenguaje de su autor).
Pese a todas esas carencias y a mi incapacidad adolescente para entender en profundidad lo que estaba leyendo, aquella traducción iniciática de Plaza & Janés sembró en mi mente tantas maravillas que desde entonces, hace casi sesenta años, he sido un defensor a ultranza de Rabelais y de su fascinante literatura. Gracias sean dadas, pues, a Juan Barja y Patxi Lanceros por esta nueva y magnífica versión de la ‘Obra completa’ de uno de los escritores más grandes no solo de las letras francesas, sino también de las universales.