Durante el último lustro, el cronista taurino Zabala de la Serna ha entrevistado a 23 grandes figuras, de históricos como Curro Romero a las nuevas camadas que empujan desde abajo, siempre con retratos de José Aymá. Ahora, ambos recogen este trabajo oceánico en un libro imprescindible: ‘Ya nadie dice la verdad’ (Ed. El Paseo)
MANUEL LLORENTE / Fotos JOSÉ AYMÁ / PAPEL
El torero habla sobre todo cuando no habla. En el paseíllo y con la muleta, cuando saluda y también cuando recibe. Ahora, un libro recoge el otro decir, la palabra dicha. Zabala de la Serna y José Aymá firman esta faena al alimón, Ya nadie dice la verdad. Diálogos íntimos del toreo (El Paseo). Uno con la pluma, el otro con la cámara de fotos. Son 23 entrevistas de todos los hierros: desde leyendas como Curro Romero, Rafael de Paula o, más lejos aún, El Viti, a esas nuevas camadas que empujan como Pablo Aguado o Tomás Rufo.
Todo esto está publicado en este periódico, la mayoría en los últimos tres o cuatro años; pero en libro, con lomo, con sus márgenes y sus blancos, alcanza otro vuelo. Un sosiego que raya con lo clásico, a salvo de los peligros de internet.
«Conviene decirlo cuanto antes: Zabala de la Serna es el más preciso, sagaz y escritor de los cronistas taurinos de las últimas décadas. En esta afirmación no cabe riesgo: es así», dice y sostiene el poeta y periodista Antonio Lucas a puerta gayola del prólogo del libro. Sabe de lo que habla porque ha estado en el ingenio de algunos de estos encuentros, o revoloteando, interesándose por las citas, por el qué dijo quién de uno o el otro.
Zabala de la Serna (Madrid, 1970), ya reconocido por sus crónicas, desvela en estas entrevistas otro pulso, otra cadencia. Deja tiempo y espacio para que el personaje arranque. Veamos el caso de Santiago Martín El Viti: «El temple le precede. El Casino antiguo de Salamanca enmarca su solemne sombra de pelo cano. Habla tan despacio como toreaba».
Todo está dicho en estas tres frases. O casi. Al lado de estas palabras, un primerísimo plano en blanco y negro del maestro. Si pasamos la hoja, aparece el torero sentado, contemplando más que mirando por un alto ventanal. De traje y con pañuelo junto al corazón. Ocupando casi las dos páginas. Y El Viti, que no quiere hablar de él, deja caer: «Tenemos que cambiar el chip. Y estar agradecidos al toro. ¡Qué poco alabamos y reconocemos al toro!».
La foto de la cubierta del libro tiene su aquel. Aparece Morante de la Puebla colocándose el sombrero con la mano derecha; la otra, con un puro entre los dedos, descansa sobre una silla de anea. Escenario: cementerio de Sevilla. Junto al mausoleo de Joselito que esculpió Mariano Benlliure. Hasta allí ha ido Morante el 1 de febrero de 2020 para venerar con una vela encendida la memoria de su ídolo en su centenario.
Es una mañana fría y de lluvia. De esas que no admiten engaños. «El valor hace falta hasta para anunciarse», deja caer el maestro. «Cuando el torero busca colocarse por encima de todo, roba más de lo que da»: puyazo a José Tomás. También opina sobre la Ley de Bienestar Animal, y sobre Gallito, y sobre torear en Pamplona.
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Esta foto y todas las que aparecen en el libro son en blanco y negro. Las hay de perfil, en el patio de caballos, de espaldas, de frente, con y sin cicatrices, vistiéndose, por la Gran Vía. Prevalecen los retratos: «El retrato es un viaje delicado al interior de alguien, es buscar ese espacio intangible que todos guardamos», dice José Ayma. Todas las ha ideado con una Hasselblad 503 CX, que es el Rolls Royce de las cámaras. Y por supuesto analógica. Dice Aymá que Victor Hasselblad anduvo diseñando cámaras en los años 50 para el programa Apolo, para aquella aventura de la Luna. Nada que añadir.
Habla ahora sobre su trabajo/devoción: «La fotografía detiene el tiempo en un acto osado e intuitivo. En cierta medida, precisa el ajuste subjetivo de una realidad fugaz. Una fotografía debe estar viva, mostrar sin filtros los abismos de la realidad. Y desde la distancia perfecta. La cuestión técnica importa poco. Luz y encuadre, sí».
Zabala de la Serna/ Vicente/Zabalón, que le gusta arrimarse, que no pierde la cara, relata cómo se desarrolló la entrevista más complicada: «El personaje de Manuel Benítez El Cordobés se me hacía inabordable, inabarcable por lo que significó en la historia y difícil por cuanto mi padre fue un anti cordobesista furibundo. La entrevista tuvo algo freudiano de matar al padre. Huracán Benítez, como le decían en los 60, seguía a sus casi 80 [el encuentro se celebró hace 10 años] con un carisma arrasador. A punto de finalizar la entrevista se levantó para ir a vender unos terrenos. Volvió con la venta cerrada y parte del dinero en metálico dentro del pantalón. Quiso que me quedara a comer en Córdoba para celebrarlo. Lo celebramos a lo grande».
No hace falta agregar que perdió el tren.
-Tres frases de esta serie que se le hayan quedado grabadas.
-Cuando El Cordobés dijo aquello de que «a unos Dios les habrá tocado con la varita, pero a mí me cogió en brazos» dictó sentencia sobre cómo contamos la historia del toreo. Camino, a quien siendo quien ha sido reconocemos demasiado poco, comprimió en una sola frase el retrato actual de nuestra época: «Corren tiempos de adoptar perros y abandonar padres». Y luego la oración que da título al libro y que es de Curro: «Ya nadie dice la verdad». Parafraseando a Ortega, ¿no se ve en el toreo el retrato de España?
Curro, para Zabala, es mucho Curro. Con él se abre el libro. Hasta Camas (Sevilla) acudió con Aymá y Lucas a rendir pleitesía al Faraón. A provocarle lo justo para que hablara, a su aire. Lean este pellizco, que trata del torero y también del hombre:
-¿Anda caído de ilusión?
-Ilusión tengo por vivir, pero ando como acobardado.
-Este año superó un cáncer…
-Sí. Y me encuentro muy bien. Me dijo la médica que era muy valiente.
-¿Lo es?
-Lo dice la médica… Yo lo que hacía era torear muy despacio. Qué difícil torear tan despacio, ¿verdad?
Y así, con unos y otros. Como las 24 horas que pasaron Zabala y Aymá con Enrique Ponce en su reaparición en El Puerto de Santa María o el reportaje con Alejandro Talavante en su finca de Extremadura. «No quería que fuera una entrevista, así que improvisamos. Me impresionó mucho el retrato vital de Paco Ojeda, sobre quien Chaves Nogales hubiera podido reescribir su Belmonte a finales del siglo XX».
Remata Zabala con esta verónica: «Este libro, que recoge una vuelta de tuerca al periodismo taurino, es una reivindicación de la categoría del toreo. Como arte y parte de nuestra cultura». Sea.
Ya nadie dice la verdad. Diálogos íntimos del toreo, de Zabala de la Serna y José Aymá, sale a la venta el lunes 12 (Editorial El Paseíllo). Puedes comprarlo aquí
Fuente: https://www.elmundo.es/papel/cultura/2022/12/08/6391de99fc6c8350188b456d.html