Los Periodistas

Opinión | Estado, mercado y sociedad plural

A ti, mamá,
por tus cantos a la Virgen,
por tus labores cotidianas
que nos dieron alegría y esperanza
para vivir. En tu aniversario luctuoso.

Por Dr. Fidencio Aguilar Víquez

México necesita armonía y paz para que sus familias vivan y convivan entre sí. Las requiere para realizar y alcanzar el desarrollo humano integral que como país está llamado a ser en sus diversos miembros y estamentos: niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, campesinos, obreros, estudiantes, trabajadores, profesionistas, empresarios y burócratas, gobernantes y gobernados. Le son indispensables para lograr el bien común, la solidaridad, la subsidiariedad y la justicia; para ser patria y no solamente estado.

Patrianación y estado son nociones vinculadas, pero su distinción es relevante para comprender al sujeto de las cuales son expresiones: el puebloPatria es el pueblo actualmente considerado, aquí y ahora, en este tiempo, en este lugar y en las circunstancias presentes. La nación es el pueblo que camina a lo largo del tiempo, de los siglos, de la historia. El estado es el pueblo jurídica e institucionalmente organizado, pero puede haber un pueblo que no lo esté. Israel, durante siglos, no fue un estado.

O, bien, puede haber un estado que aglutine varios pueblos, como lo fue la URSS durante el totalitarismo comunista. De ahí la relevancia de no confundir al pueblo con el estado ni mucho menos al estado con un partido, como en su momento lo fue el partido comunista en el estado soviético. No fue el único, en China y en México los partidos revolucionarios buscaron apropiarse del pueblo como nación, y hacer al mismo tiempo un estado nacional. Ese sometimiento del pueblo al estado y de éste al partido fue un experimento fracasado.

La ideología comunista no fue la única que hizo tal experimento, también lo hizo el fascismo en Italia y el nacionalsocialismo en la Alemania nazi en los años veinte y treinta del siglo XX, así como Salazar en Portugal y Franco en España de los años treinta a los setenta en esos países durante el mismo siglo. En todos esos casos la ideología se apropió del estado y éste de la nación y de la patria. Entre el comunismo y el fascismo, empero, había una diferencia: el primero implantó el terror “racional”, el segundo el irracional (Camus dixit).

Cuando cayó el Muro de Berlín y el comunismo soviético se colapsó, se decía que las ideologías habían caído y muerto, y que ya no tenían eficacia política, lo cual es discutible. Lo indiscutible es que la manipulación del pueblo sigue estando en boga, los neopopulismos son muestra de ello. Tales usos del poder, en la praxis, son lo mismo, aunque con justificaciones distintas. En los Estados Unidos (Trump), en Brasil (Bolsonaro) o Israel (Netanyahu) son “de derecha”; en Argentina (Fernández) y México (AMLO) “de izquierda”.

La caída del comunismo indicaba el fracaso del estado ante el triunfo del mercado. La globalización parecía la entronización del mercado como el nuevo eje de las sociedades modernas (el neoliberalismo fue visto como la pragmática más eficaz). Pero la generación de más pobreza desigualdad, con sus secuelas de violencia, inseguridad, crisis ambiental, etcétera, también mostraron el fracaso del mercado como clave del desarrollo humano integral. Estado y mercado fracasaron en cuanto a justicia social (O. Paz dixit).

¿Cuál es la razón de tales fracasos? Por un lado, como lo he mostrado, la manipulación del pueblo a través de su sometimiento al estado y a un partido o movimiento (en el caso de México es clarísimo con el régimen morenista). Por otro lado, al encumbramiento del mercado en detrimento del estado (el neoliberalismo). Ni el estado ni el mercado por sí solos pueden ser eficaces en el desarrollo humano integral si, como lo han hecho, hacen a un lado a la sociedad civil (que es expresión cultural, histórica y viva del pueblo).

La armonía para que haya desarrollo humano integral no es un binomio, sino un trinomio: sociedad civilestado y mercado; y estos dos sirviendo y ordenándose a aquélla. Pero si llega el primero y la desmantela (a la sociedad civil), como lo hizo el actual régimen mexicano (con el pretexto de la corrupción), o como lo hizo el segundo al querer absorberla (como lo hizo el neoliberalismo), el resultado es justamente lo señalado por O. Paz: estado y mercado le quedaron a deber a la sociedad.

Este año 2024, en México, se juegan dos visiones de país, dos visiones del estado y del mercado, y dos visiones del pueblo y de sus manifestaciones y expresiones sociales. Una, con una visión hegemónica que identifica (y por tanto somete uno al otro) pueblo y estado, pero pragmáticamente maneja al mercado según sus intereses de partido y movimiento; otra que, con todos sus errores —graves errores en algunos casos—, busca darle su lugar a la sociedad, a su pluralidad de expresiones. Se juega la sociedad y su pluralidad democrática.

Post-facio

Al mirar los mensajes de fin de año de los precandidatos a la gubernatura poblana me surgen algunas imágenes que no puedo evitar: Lalo Rivera habla de “corregir el rumbo”, o “cambiar de rumbo”, pero no indica cuál es la meta propuesta. Porque se puede “cambiar el rumbo” y llegar a la misma meta. ¿Es ese su planteamiento? Alejandro Armenta dice que “defender la cuarta transformación significa recuperar la patria”, cuando la patria no se identifica con ningún partido o movimiento político. De Fer Morales y su frivolidad no vale la pena hablar.

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