TEYUNÉ DÍAZ DÍAZ / PRENSA LATINA
La Habana, (Prensa Latina) Las singularidades del tabaco cubano son reconocidas a nivel mundial, sobre todo, por ser uno de los pocos que se elabora exclusivamente a mano y para llegar al consumidor transita por un proceso de 539 etapas.
Expertos aseguran que la combinación entre el clima, las características del suelo y la trasmisión generacional del saber hacer, de cultivadores y artesanos del torcido, dotan de características únicas a los puros cubanos debido a su aroma, sabor y fortaleza.
De la semilla al habano, la cadena productiva del tabaco contempla la agricultura, pre-industria e industria. La primera es la siembra, cosecha y secado de la hoja; la segunda, el proceso de fermentación y añejamiento–transformación de la hoja a oro pardo-, y finalmente la elaboración artesanal, el torcido.
Al recorrer las complejidades de este proceso, afloran curiosidades que explican la riqueza cultural del producto final, el habano Premiun. Una de ellas, es que en la parte agrícola predominan las personas de piel blanca con apellidos españoles y tienen a la Virgen de las Nieves como santa patrona.
Sin embargo, mientras avanza el recorrido de las hojas y se acercan hacia el final de la cadena, comienzan a aparecer más personas de piel negra acompañadas de su sincretismo religioso que al decir de los entendidos, en su conjunto, aporta diversos elementos culturales y tradiciones en la elaboración de los puros.
¿FÁBRICAS PARA ELABORAR PUROS ARTESANALMENTE?
Para conocer sobre el proceso fabril de los habanos de Cuba, Prensa Latina visitó la centenaria fábrica La Corona, actual Empresa de Tabaco Torcido Miguel Fernández Roig y entrevistó a algunos de sus trabajadores. Cada uno tiene una interesante historia que contar sobre el amor a los habanos y de crecimiento personal.
En la fábrica, los primeros pasos son la recepción y acondicionamiento de las hojas, la selección de las capas, y de ahí hacia las despalilladoras que al retirar la vena central dividen la hoja en dos mitades; luego pasan a los rezagadores, que con experticia las clasifican de acuerdo con su color, tamaño y textura.
Posteriormente, son trasladadas hacia la galera donde los torcedores elaboran las diferentes vitolas, y de allí a la zona de escogida yuna vez más se clasifican por tonos y colores. Los últimos pasos son anillado, fileteado, y terminado. Ahora solo queda colocar los habanos en hermosos estuches para llegar a sus destinos.
En el área de despalillo su jefe de departamento, Benito Rodríguez, explicó a Prensa Latina que trabajan con la quinta de las cinco hojas que, generalmente, conforman un tabaco y procesan diariamente unas 20 mil unidades, lo cual representa unas 40 mil medias hojas.
Sobre la importancia del área, Rodríguez subrayó que aunque esa hoja no le aporta ni sabor, ni aroma u propiedad organoléptica alguna, si le otorga presencia al puro. Es una materia prima procedente de las vegas finas del tabaco negro tapado lo cual le concede ciertas particularidades para enrolar el habano.
“Bueno, se dice que una imagen vale más que mil palabras”, bromeó y continuó, tanto es así, que su producción cuesta entre 600 y 700 veces más frente a aquellas que si le proporcionan cualidades al tabaco.
Rodríguez añadió que en ese departamento predomina la fuerza de trabajo femenina y ello le impregna la famosa delicadeza de la mujer y mayor calidad al producto.
Al referirse a la producción de tabaco consideró que en la occidental provincia de Pinar del Río se obtiene el mejor puro del mundo debido a las características particulares del suelo, incluso difícil de encontrar dentro del país. Por ejemplo, en el mundo existen muchas islas, pero ninguna como Cuba, por ser alargada y la más fría de las Antillas Mayores.
En la década del 80, comentó, la plaga del moho azul azotó duramente a la isla y hubo que reimportar semillas anteriormente exportadas a la isla Sumatra, y aunque parecida geográficamente a Cuba y ubicada en una zona tropical, “ni el clima, ni el suelo se parecen al nuestro, y por supuesto, su tabaco no se parece al nuestro”.
Incluso se conoce de tabacaleros emigrados que importaron las semillas de Cuba y se radicaron en lugares con clima y tierra similares al nuestro, pero su tabaco no es igual.
DEL TORCIDO
Pero el camino de las hojas del tabaco no queda allí, falta la transformación hasta un puro Premium, un proceso cargo de las expertas manos de los torcedores quienes para armar el cuerpo del habano seleccionan -al tacto- un grupo de hojas en dependencia de la vitola y en función del cepo a utilizar, sin olvidar que ninguna hoja es igual.
Una vez torcido, el tabaco puede alcanzar hasta 64 tonalidades propiciadas por la naturaleza, según el lugar de procedencia de la materia prima.
Para el torcedor, Alvin Raúl Mustelier, su pasión por el tabaco surgió hace 26 años, los mismos que lleva laborando en la fábrica, lugar al que llegó a través de amistades que practicaban el oficio, pero el camino hacia tabaquero maestro torcedor, no fue fácil.
Primero, el curso inicial -nueve meses- del cual cuentan que solo uno de 14 aspirantes concluye los aprendizajes y luego la superación paulatina hasta alcanzar la categoría actual. En la fábrica, la superación es día a día, ello hace que el producto salga bien, aparte de los rigurosos controles de calidad durante todo el proceso, explicó.
Aquí, dijo al referirse a la factoría, el relevo está garantizado.Trabajan muchos jóvenes que en algún momento mostrarán la maestría de hacer un tabaco en otras partes del mundo, porque esta profesión me permitió representar a Cuba en distintos países y enseñar el arte de hacer un habano.
“El tabaco cubano es una pasión que se lleva muy adentro, cuando uno empieza a trabajarlo, a sentirlo. Es algo muy bonito que usted haga un tabaco lo presente a alguien para que lo consuma, y nos diga, está perfecto, está bien hecho”, dijo emocionado.
“Uno se va enamorando de su trabajo, yo estoy enamorado de mi trabajo y nunca me voy a retirar, es mi pasión”, remarcó.
En opinión de Mustelier, el tabaco cubano tiene características únicas, la cosecha y la experiencia de los cosecheros trasmitida durante generaciones, unido a la habilidad y el amor que le ponemos nosotros los torcedores en la mesa para hacer un producto premium.
Los tabaqueros cubanos tenemos nuestra forma de cómo hacer un tabaco, no es igual que en otras latitudes. El nuestro es único, es el mejor del mundo y lo seguiremos defendiendo, concluyó.
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