La historia de una de las mujeres de la élite aristocrática europea que causó más asombro y blanco de rumores durante el período de entreguerras. Famosa por su libertinaje, sus amistades y su ascenso social.
Patricia Novoa Moreda / Vanity Fair
Condujo una ambulancia en la Primera Guerra Mundial y escondió a aviadores aliados fugados tras las líneas enemigas en la Segunda Guerra Mundial, jugó al bridge con Somerset Maugham y recibió a la realeza de Hollywood en la casa privada más cara del mundo — un palacio — en la Riviera, supuestamente ganada en una partida de cartas. Enid encandiló a los hombres con su belleza, sobrevivió a cuatro maridos — dos magnates navieros, un héroe de guerra y un conde irlandés — , gastó dos grandes fortunas y se ganó el apodo de Lady Killmore. De Sidney a Nueva York, de Londres a París y de El Cairo a Kenia”. Así parte la sinopsis del libro Enid The Scandalous High-society Life of the Formidable ‘Lady Killmore’ (2020) de Robert Wainwright, una biografía de Enid Lindeman (1892-1973). La combinación de su belleza deslumbrante, su carisma natural y su espíritu indomable la llevaron a una vida llena de acontecimientos extraordinarios, distinguiéndose en una época en la que se esperaba que las mujeres llevaran una vida más convencional y sumisa. Esta independencia y deseo de actuar según sus propias reglas marcaron su vida.
Su abuelo, Henry Lindeman, era un médico rural que había fundado la primera bodega australiana en adquirir reputación internacional, el famoso viñedo Cawarra en Hunter Valley. Su padre, Charles Lindeman, se dedicó al negocio heredado y a la cría de caballos. A finales del siglo XIX Enid pasó su infancia en Strathfield, entonces un rústico suburbio entre Sidney y Penrith. Era una intrépida amazona a la que le encantaba jugar al tenis, al croquet y al golf.
Primeros amores
Su ascenso al estatus social internacional comenzó a los dieciséis años, cuando supuestamente se convirtió en la amante de Bernard Baruch, el financiero y asesor presidencial estadounidense, que entonces tenía unos 40 años. Durante su relación, Enid trabajó brevemente en Hollywood como pintora de decorados. Baruch creía que su bella y joven amante debía casarse como era debido, y fue él quien la presentó a su primer marido, Roderick Cameron, un empresario naviero estadounidense de 45 años. Se casaron en 1911 , Enid tenía 21 años y su vida estaba rodeada de opulencia pero se sentía sola en una gran casa adosada en el barrio neoyorquino de Murray Hill, cerca de la residencia de JP Morgan — entre el 131 Este de la calle 54 de Manhattan y la finca del difunto padre de Cameron en Staten Island — . Tuvieron un hijo, quien siguió la tradición de mantener el nombre de Roderick en la saga familiar, aunque siempre le llamaban Rory. En 1914 Cameron murió de cáncer, antes de que su hijo cumpliera un año. Lindeman heredó la mayor parte de su fortuna junto a Rory. Intentó volver a Australia, pero la vida allí le parecía poco estimulante. Se mudó a París y en los comienzos de la Gran Guerra trabajó como enfermera voluntaria durante el día — compró y equipó su propia ambulancia para recoger a los soldados heridos en el frente — y por la noche llevaba vestidos con brillantes y flecos para salir a cenar a los mejores restaurantes y bailar en los clubs más selectos de la capital francesa. Era tal el furor que Lindeman causaba entre los oficiales que su reputación de femme fatale hizo que los rumores hacia ella se acrecentasen. Entre la sociedad se decía que algunos hombres se suicidaron por no poder conquistarla; uno se inmoló, otro se arrojó bajo Le Train Bleu y otro se tiró por la borda en aguas infestadas de tiburones. También, uno intentó dejarle su fortuna a pesar de que ya tenía mujer e hijos que mantener y otro le dijo a su esposa que quería ser enterrado junto a Lindeman.
Admiradores, segundo marido y la escala social
Lord Derby, secretario de Estado de Guerra —preocupado por los estragos que estaba causando entre los oficiales y un viejo amor de Enid– la convenció para casarse en 1917 con un oficial de caballería, también mayor que ella, Frederick Cavendish. En realidad, era un aristócrata empobrecido al que habían estafado su herencia, heredero de lord Waterpark. Le apodaron Caviar Cavendish por su elevado tren de vida. Otra razón de su matrimonio era que Lindeman necesitaba a alguien para administrar su dinero. Como fruto de esta unión nacieron sus dos hijos: Pat en 1925 y Caryll en 1926. «Se consideraba que lo mejor era casar a jóvenes viudas ricas y dejar que se dedicaran a lo que quisieran. Lord Derby instruyó hábilmente a mi padre» explicó Pat. Tras la guerra se fueron a El Cairo, Cavendish tomó el mando del 9º de Lanceros en Egipto, donde Enid volvió a causar sensación. Durante el día entrenaba a los caballos de polo de su marido, y por la noche se vestía de hombre y tocaba el piano o su silbato Swanee en la banda del comedor de oficiales. Conocida como The Stucco Venus— La Venus de Estuco— , Enid era una de las mujeres mejor vestidas, pero también la más excéntrica, tenía un guepardo de mascota al que paseaba con una correa y a veces llevaba un hyrax— comúnmente llamados damanes— sobre su hombro. Conoció a Lord Carnarvon, guardián del castillo de Highclere y egiptólogo empedernido, con el que inició un romance. Fue una de las primeras personas a las que mostró la tumba de Tutankamón tras su descubrimiento en 1922. Poco tiempo después, la familia Cavendish se trasladó a Londres con la esperanza de tener una vida más tranquila, alejada de los excesos pero Enid se unió a los Bright Young People —un término dado por la prensa sensacionalista a un grupo de jóvenes aristócratas y miembros de la alta sociedad, muy bohemios, en el Londres de los años 20: organizaban extravagantes fiestas, participaban en juegos elaborados y tenían un comportamiento escandaloso para los estándares de la época; algunos consumían drogas ilícitas—. Lindeman se encontró en el familiar estado de viudedad en 1931: Cavendish murió a los 52 años a causa de una hemorragia cerebral, dejando un patrimonio de solo 286 libras.
Celos, excesos y fortuna
Durante una noche de 1933 Enid estaba jugando en el casino de Le Toquet y Marmaduke Furness, heredero de una fortuna naviera y considerado el sexto hombre más rico del mundo, se quedó prendado de ella. Conocido como Duke, tenía entre sus propiedades un vagón de ferrocarril privado, dos yates y un avión. La persiguió sin descanso: le llegaban flores y joyas a diario, y ponía a su disposición su avión y sus yates. La primera esposa del vizconde, Daisy Hogg, había muerto a bordo de uno de estos, el Sapphire, y él la había arrojado en el mar. Thelma Furness, su segunda esposa, en sus memorias Double Exposure (1958) comenta sobre el suceso «Se vieron obligados a tirarla al mar. No había recursos de embalsamamiento en el yate, y estaban demasiado lejos para volver a Inglaterra y no lo suficientemente cerca de Cannes para llegar a puerto»– en marzo de 1991, el periodista Dominick Dunne hace mención de esto en un perfil sobre Enid Lindemann para Vanity Fair en el que se preguntaba: «¿Era ella realmente la Lucrecia Borgia de Cap Ferrat?» –. Se divorció de su segunda esposa, Thelma, porque tuvo un affaire con Eduardo, príncipe de Gales, aunque, para evitar avergonzar a la realeza, dejó que Thelma lo demandara por adulterio. La vida de lujo del vizconde incluía safaris en Kenia con una flota de Rolls-Royce y se dice que en alguna ocasión envió a su piloto privado a Escocia a recoger una caja de salmón. “No había nada en el mundo que él no estuviera dispuesto a darme. De todos los hombres que me amaban, él era el único que estaba dispuesto a poner el mundo a mis pies» dijo Enid sobre él. Lindeman y Furness se casaron en verano de 1939 —era el tercer matrimonio de ambos— y viajaron en su avión privado durante su luna de miel a India y África. En ese mismo año compraron una mansión en la Costa Azul: la Villa Fiorentina, bien con las ganancias de Enid en una partida de cartas en el casino o bien por Furness, para disculparse ante Enid por haber retado a duelo a un hombre que creía que coqueteaba con ella. Furness era muy celoso, era un adicto a la morfina y no le interesaban los hijos de Enid —también se distanció de sus propios hijos—. Las disputas entre el matrimonio aumentaron, ella ya no ocultaba sus aventuras con otros hombres y él reanudó su relación sentimental con su segunda esposa, Thelma. Enid le escribió a su marido amenazando con suicidarse si no volvía con ella, él regresó a su lado. El vizconde, enfermó de cirrosis hepática, estuvo en cama y rodeado de personal médico que lo cuidó hasta su muerte en La Fiorentina en 1940, a los 56 años. Su fortuna heredada fue congelada ante la insistencia de Thelma, que afirmaba que Enid no sólo había obligado a Duke a cambiar su testamento, sino que además le había administrado una sobredosis de morfina. Thelma intentó acusar a Enid de asesinato, pero Walter Monckton, el mejor abogado de la época, se negó a aceptar el caso, que nunca llegó a juicio.
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Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Enid permaneció en la Villa Fiorentina y ofreció la casa al movimiento de resistencia como eslabón de la cadena para ayudar a los militares aliados fugados a entrar en España y luego a regresar a Inglaterra, a veces disfrazando a los hombres de criadas. Cuando los alemanes se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo obligaron a Lindeman a irse de su casa. Además, debido a la posición estratégica del inmueble – dominaba la entrada de la bahía de Beaulieu-sur-Mer -, ocuparon y sabotearon la villa. Al final de la guerra volaron las fortificaciones, destruyendo la mitad de la casa y la mayor parte de los jardines —Enid y su hijo, Rory se encargarían de su restauración años más tarde—. Ella huyó a Londres, donde vivió en Claridge ‘s, arruinada, subsistía gracias la ayuda de amigos y vendiendo poco a poco sus joyas. La impugnación del testamento por parte de Thelma no se resolvió hasta 1946, Enid heredó una inmensa fortuna.La fuerza del destino o del poder
El destino quiso que ella se reencontrará con un antiguo amor, conocido como Valentine Castlerrose. Hasta que se convirtió en conde de Kenmare, tenía fama de lascivo y ávido jugador, lo que le ganó la antipatía de ciertos ámbitos de la sociedad. Fue el primer aristócrata inglés en escribir en prensa rosa: Lord Beaverbrook le pagaba 3.000 libras al año más gastos por escribir una columna de cotilleos en el Sunday Express. Según el periodista, Dominick Dunne: “las propiedades de la familia Kenmare en Irlanda eran enormes, 47.995 hectáreas, pero sólo le proporcionaban unos modestos ingresos anuales, 34.000 libras para los estándares de la época”. En 1938 se divorció de Doris Delevingne –la tía abuela de Cara Delevingne–, gran amiga de Vita Sackville-West, Virginia Woolf y amante de Winston Churchill. El condado de Kenmare, siempre andaba escaso de dinero. Sin embargo, Enid supuso que su título iba acompañado de una fortuna, y el propio Valentine dio por hecho que ella era una millonaria. Su fascinación por el dinero y la falsa impresión que tenían el uno del otro provocaron la chispa de su relación amorosa. Se casaron en el Oratorio de Brompton (Londres) en 1943 –tres semanas después de la investigación sobre el suicidio de Doris…. Según Dunne “uno de los invitados describió el acontecimiento como un club nocturno, ya que allí se encontraban todos los bribones de Londres”. Enid se convirtió en la condesa de Kenmare y se trasladó a Killarney, en el condado de Kerry (Irlanda) junto a su marido. Ocho meses más tarde, Valentine sufrió un infarto que acabó con su vida. Como el conde no tenía un heredero directo, la herencia le correspondía a su hermano soltero, Gerald. Finalmente, fue a parar a Beatrice Grosvenor, la hija de su hermana. Sin embargo, Enid, que en ese momento tenía 51 años, fingió estar embarazada. Se quedó en Killarney y mantuvo la mentira durante un año. Gracias a esto, en ese período logró conservar los ingresos de las tierras irlandesas.
La casa más cara del mundo con los invitados más selectos: Villa La Fiorentina
Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la La Fiorentina volvió a manos de la familia, Rory se encargó de reorganizar y rediseñar al estilo paladino la villa con la ayuda del arquitecto Henri Delmotte. Durante los años de restauración, Rory y su madre vivieron en el Clos de Fiorentina, una antigua bastida que formaba parte del terreno.
Aunque Lady Kenmare era considerada una excelente anfitriona, se dice que le desagradaba enormemente las reuniones sociales en La Fiorentina. Eran a menudo acontecimientos azarosos con invitados destacados. Acudían celebridades como Greta Garbo, Barbara Hutton, Claudette Colbert, Elsa Maxwell y el duque Fulco di Vedura, pero también personas de las que nadie había oído hablar. Los invitados se mezclaban: amigos de Rory, amigos de ella, conocidos y desconocidos. Enid era diligentemente impuntual y llegaba mucho después de que sus invitados se hubieran sentado.
En un almuerzo en la Villa Fiorentina, William Somerset Maugham dijo: «Al parecer, hay una señora que vive en Cap Ferrat que ha matado a todos sus maridos». Sin que él lo supiera, la mujer de la que hablaba, Enid Kenmare, estaba en la comida y oyó el comentario. No se ofendió y, con el tiempo, Maugham y ella se convirtieron en grandes amigos a los que les encantaba jugar juntos al bridge.
A medida que Enid se hacía mayor, la gente empezó a pensar que era la casa de Rory. Esta famosa dama estaba siempre en segundo plano y pasaba días sin salir de su habitación. “Con la edad, Enid Kenmare desarrolló una curvatura de la columna vertebral y su postura, antaño perfecta, se convirtió en una postura encorvada. Empezó a alquilar la casa. Elizabeth Taylor y Mike Todd la ocuparon durante un tiempo, y durante años la filántropa estadounidense Mary Lasker la alquiló durante los meses estivales”, comenta Dunne en su artículo para Vanity Fair en 1991. De hecho, a Elizabeth Taylor se le puede ver inmortalizada en la piscina de la villa en el mismo momento que se la regaló su marido, Mike Todd, en 1957. “Cuando Mike me regaló los rubíes, yo estaba embarazada de Liza… Estaba nadando en nuestra casa cuando Mike salió para hacerme compañía. Salí de la piscina y lo abracé (…) Llevaba en la mano una caja de cuero rojo, y dentro había un collar de rubíes que brillaba con la luz cálida. Era como el sol, iluminado y hecho de fuego rojo. Primero, Mike me lo puso alrededor del cuello y sonrió. Luego se agachó y me puso unos pendientes a juego. Después vino la pulsera. Como no había ningún espejo cerca, tuve que mirarme en el agua. La joya era tan gloriosa, ondulando rojo sobre azul como un cuadro. Grité de alegría, eché los brazos al cuello de Mike y tiré de él hacia la piscina”, dice Taylor en su libro My Love Affair with Jewelry (2002). El famoso collar de diamantes y rubíes se puede ver en el número de VOGUE USA de septiembre de 2024 con Blake Lively. Taylor volvió a La Fiorentina con Richard Burton, retratados en fotos de Henry Clarke en 1967.
En 1969, Enid vendió su casa a Harding Lawrence, — presidente de Braniff Airways— y a su mujer, Mary Wells Lawrence — fundadora de la agencia de publicidad Wells Rich Greene—. El matrimonio la decoró a su gusto con la ayuda del interiorista estadounidense Billy Baldwin. Durante 30 años disfrutaron de la villa, la vendieron amueblada en 1999. Los nuevos propietarios vaciaron los interiores y lo vendieron todo en Sotheby’s. Actualmente La Fiorentina está valorada en aproximadamente 480 millones de euros.
Los último años de Enid fueron en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde adquirió una yeguada y crió caballos de carreras —al igual que hizo su padre en Australia— junto a su hija Pat. Murió a la edad de 77 años en 1973 a causa de un cáncer.
David Hicks, decorador inglés —de la villa durante los años de restauración con Rory — y el marido de la hija del conde Mountbatten, era un invitado frecuente de La Fiorentina, y dijo: «sobre Enid solían decir que se casó primero por amor, con Cameron. Luego con Cavendish por posición —era un muy buen apellido— . Después con Furness por el dinero. Y con Kenmare por el título”.