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El sentido de comunidad del arquitecto africano Diébédo Francis Kéré, premio Pritzker 2022 | ABC

«Brinda un relato en el que la arquitectura puede convertirse en una fuente de felicidad y gozo constantes y duraderos», ha destacado el jurado del galardón

El arquitecto Francis Kéré en 2019 – Astrid Eckert / TU Munich

FREDDY MASAAD / ABC

«Cuando yo era niño iba al colegio y regresaba a Gando para las vacaciones. Cuando terminaban, tenía que ir a despedirme de la comunidad, yendo de una casa a otra. Todas las mujeres me entregaban la última moneda que les quedaba. En mi cultura, eso es un gesto que expresa un sentimiento de cariño profundo. Un día le pregunté a mi madre por qué esas mujeres me querían tanto, y ella me respondió: «Están ayudando a pagar tu educación, confiando en que un día prosperes y puedas ayudar a mejorar la calidad de vida de la comunidad», relataba Diébédo Francis Keré (ante un conmovido auditorio) durante una conferencia en 2013 para subrayar cómo, al margen del reconocimiento y las oportunidades que le había reportado hasta entonces su trabajo, la razón fundamental por la que estaba llevando a cabo su trabajo era su comunidad.

«Espero haber podido demostrar el poder que una comunidad posee y cómo la arquitectura puede ser algo que inspire a toda comunidad para dar forma a su futuro», agregaba.

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Ese compromiso y sentido de responsabilidad hacia la comunidad es el valor que el jurado del Premio Pritzker ha destacado a la hora de convertir a Keré en su laureado de este año: «En un mundo en crisis, entre valores y generaciones en transformación, nos recuerda cuál ha sido y continuará siendo sin duda la piedra angular de la práctica arquitectónica: un sentido de comunidad y una cualidad narrativa, algo que él es capaz de evocar con compasión y orgullo. Con ello, brinda un relato en el que la arquitectura puede convertirse en una fuente de felicidad y gozo constantes y duraderos».

Cambio de paradigma

El texto de la declaración del jurado del premio se abre este año con toda una serie de preguntas que sintetizan la lógica del cambio de dirección que la arquitectura mediática emprendió ante los signos del inminente colapso del sistema, que finalmente tuvo lugar en 2008. Un cambio suscitado por aparentes motivos éticos, pero del que hay que abrigar la sospechar de que surgiera como reacción conveniente a la crisis económica que estalló entonces y que obligó a rearmar de urgencia al ‘establishment’ arquitectónico, el cual saltó de la noche a la mañana de la exaltación del edificio icónico y el arquitecto-estrella a la reivindicación de la austeridad y el arquitecto que construía para ayudar al progreso de comunidades pobres y desfavorecidas.

En ese aparente nuevo escenario ideológico surgieron otros referentes, nuevos nombres que desbancaron a aquellos otros (muchos de ellos, recuérdese, celebrados en su día con un Pritzker) que durante algo más de una década dominaron la arquitectura. Keré fue uno de esos nuevos nombres, y puede decirse que su reconocimiento con este galardón no era sino cuestión de tiempo.

La escasez de agua potable, electricidad e infraestructuras de todo tipo condicionan la vida de los habitantes de Burkina Faso, país donde Keré nació en 1965. Incidiendo en ese relato sobre la importancia vital de la comunidad, explica que identifica su primera comprensión de la arquitectura en el sentimiento de reunión y cercanía que despertaba la voz de su abuela narrando historias en una habitación iluminada tan sólo por una pequeña luz.

Hijo mayor del jefe de su aldea pudo ser el primer miembro de su comunidad que fue a estudiar. La falta de ventilación y luz del aula de cemento donde él y un centenar de niños pasaban horas lo afirmó en el propósito de poder edificar mejores escuelas algún día. En 1985 se trasladó a Berlín para aprender carpintería mientras cursaba sus estudios secundarios. Diez años después recibió una beca para asistir a la Technische Universität de esta ciudad, titulándose como arquitecto en 2004. Antes, en 1998, creó una fundación con su nombre para recaudar fondos y reivindicar el derecho infantil a estudiar en un aula adecuada y en 2001 construyó en colaboración con la comunidad de Gando su primer edificio, una escuela primaria.

https://embed.ted.com/talks/lang/es/diebedo_francis_kere_how_to_build_with_clay_and_community

El amplio reconocimiento obtenido por este proyecto le permitió abrir su estudio en Berlín en 2005, desde donde ha seguido desarrollando otros proyectos en Burkina Faso, además de Kenia, Mozambique y Uganda, distinguidos por ser un trabajo directo con y para la comunidad que redunda en una materialidad profundamente arraigada en el lugar y en un bien comunitario que trasciende el edificio, ya que alientan la generación de oportunidades laborales y orientación profesional.

Arquitecto estrella

Su consolidación como una figura de ese nuevo panorama arquitectónico le ha convertido en un arquitecto requerido por un primer mundo necesitado de creerse arraigado en nuevos y mejores valores. Edificios en Dinamarca, Alemania, Italia, Reino Unido y Estados Unidos han trasladado su arquitectura fuera de África, donde actualmente está construyendo la sede para la Asamblea Nacional de Burkina Faso y la de la Asamblea Nacional de Benin.

Ante estos proyectos surge la pregunta de qué hay de ese Keré que ya había construido parte relevante de su obra antes de que los focos mediáticos se posaran en ella a raíz de la exposición ‘Small Scale, Big Change’, celebrada en el MoMA a finales de 2010. Y si su arquitectura ha ganado o perdido al transformarse en un arquitecto-estrella de nuevo cuño. No parece casualidad que hoy el arquitecto chileno Alejandro Aravena presida el jurado del Premio Pritzker, otro de los héroes consolidados tras esa misma exposición. Observando el pabellón creado para la Serpentine Gallery o el edificio para la Asamblea Nacional de Burkina Faso la respuesta pudiera ser que de ese valioso principio se ha dejado que quede poco. Convertirlo (o convertirse) en un protagonista de ese nuevo ‘establishment’ ha puesto en segundo plano al buen e indispensable arquitecto que es, quizá prefiriendo que ejerza sobre todo como uno más de esos ‘story-tellers’ exóticos cuyo mensaje tanto reconfortan al público buenista y bienpensante del primer mundo.

Fuente: https://www.abc.es/cultura/abci-sentido-comunidad-arquitecto-africano-diebedo-francis-kere-premio-pritzker-2022-202203151500_noticia.html

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