La pinacoteca madrileña lo exhibirá de manera individual en una sala. Todos esperan que, después de este periodo de tiempo, el propietario decida renovar el acuerdo y mantenerlo en el museo.
JAVIER ORS / LA RAZÓN
A veces no es únicamente el cuadro. También es la aventura que lo acompaña. El museo del prado exhibe ya el «Ecce Homo» de Caravaggio. Un lienzo sobre el que existe una anuencia total sobre su autoría, pero sobre el que todavía penden los flecos de algunas dudas relacionadas con la fecha exacta de su realización y el lugar donde lo pintó. Está datado en una horquilla que oscila entre 1605 y 1609, y no existe un consenso sobre la ciudad en que se pintó: Roma o Nápoles, aunque la mayor parte de las opiniones parecen inclinarse hacia esta segunda opción. Su imprevista aparición en abril de 2021 en una casa de subastas, donde había sido anunciada su venta como el trabajo de un discípulo de José de Ribera, hizo saltar todas las alarmas y, también, la expectación del público y el ámbito académico.
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El Ministerio de Cultura prohibió entonces su exportabilidad y en menos de 24 horas, la Comunidad de Madrid lo declaró BIC. Los avatares de su pasado, desde que salió de Italia, probablemente en el mismo barco que «Salomé con la cabeza de Juan Bautista», un óleo del mismo pintor que ahora está depositado en la Colecciones Reales, su llegada a la familia Pérez de Castro y el posterior olvido de su atribución a lo largo del siglo XIX salpicaron las páginas de los periódicos con cientos de historias y artículos.
Ahora, por fin, el Museo del Prado acoge esta obra en sus salas. En estos últimos meses, el «Ecce Homo» ha sido vendido y adquirido por un particular de nacionalidad británica por una suma que, aunque no se ha precisado, parece que gira alrededor de los 36 millones de euros (en el mercado internacional habría superado con creces esa cifra). Desde entonces, la tela ha sido restaurada y limpiada, proceso que ha llevado a cabo el especialista Andrea Cipriani y su equipo bajo la supervisión de la Comunidad de Madrid, algo que ha permitido apreciar mucho mejor y con detalle todos sus matices. Esto ha dado pie a asentar mejor su atribución. Maria Cristina Terzaghi, catedrática de Historia del Arte Moderno en la Universidad Roma Tre, subrayó durante la presentación en Madrid las concomitancias que guarda con otros exponentes del catálogo de Caravaggio: la tela presenta las habituales marcas que solía realizar el artista para acotar y orientar su composición, las habituales pinceladas cruzadas propias de su estilo, aparte de otros paralelismos técnicos y las acostumbradas influencias que asoman en él. Todo esto refrenda mejor quién es el autor.
Una enorme expectación
Su presentación en la pinacoteca madrileña ha estado a la altura de la expectación que había provocado su redescubrimiento. Docenas de cámaras, murmullos, comentarios sobre su tamaño y una afluencia inusual de Prensa internacional daban cuenta de la atracción que ha generado este Caravaggio. David García Cueto, responsable del departamento de Pintura italiana y francesa del Prado, señalaba que no había sucedido nada igual desde hace 45 años, cuando apareció la «Santa Úrsula» depositada en Nápoles de este mismo artista. Él mismo recalcó que esta pintura aporta además información nueva, y relevante, para el estudio del artista. La figura que existe detrás de Cristo, en lugar de provenir del retrato de un modelo vivo, parece extraído de la memoria de Caravaggio, algo que viene a desmontar la teoría de que el pintor jamás trabajaba con recuerdos. Pero este lienzo también ayudará a los especialistas a estudiar mejor cuál fue la influencia que ejerció en sus coetáneos y, sobre todo, en aquellos creadores que vinieron después de él y que se sumaron a su estela pictórica.
De momento, El Prado ha llegado a un acuerdo con su reciente propietario para exhibirlo durante los siguientes nueve meses. Hasta octubre se podrá contemplar en una sala reservada solo para él. Una manera adecuada para que el público lo observe sin distracciones. A partir de ese mes se añadirá a la colección y el público tendrá la oportunidad de verlo al lado de «David vencedor de Goliat», el Caravaggio que conversa el Museo del Prado. Esto permitirá apreciar mejor las enormes diferencias estilísticas que existen entre ellos. David García Cueto apuntaba que entre los dos cuadros se produjo una evolución en el artista. Esta evolución tiene que ver con sus experiencias vitales. Si el primero es un logro excepcional de calidad técnica y creadora, en el segundo, se aparta de estas premisas y avanza hacia una clara expresividad y unas tonalidades que transparentan las tormentas biográficas que agitaron su existencia durante ese periodo de su vida. Es un óleo más «intenso, dramático y expresionista».
El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, dijo que el cuadro permanecerá en la pinacoteca durante los siguientes nueve meses. «Hemos pactado un embarazo -bromeó-. Lógicamente es un periodo lo suficientemente extenso para ver si al propietario le gusta cómo funciona en esta institución, cómo se articula con la colección y si responde a la expectación que ha generado. Hay que tener en cuenta que es una obra privada y que él tiene la última palabra. Querrá ver cómo ha sido la respuesta del público y la Prensa».
No es la primera vez que la pinacoteca exhibe una obra de titularidad particular por un determinado periodo de tiempo. De hecho, en estos momentos acoge una: un «San Jorge y el dragón», de Jorge Inglés. Falomir subrayó que la finalización de este plazo de tiempo no indica que el «Ecce Homo» no prosiga exhibiéndose en El Prado. «Esto todavía hay que hablarlo. El compromiso del propietario es mostrarlo en una institución pública. Aunque la lógica indica que el lugar más adecuado es este museo madrileño».
Por su parte, Javier Solana, presidente del Patronato del Prado, expresó un deseo a este respecto: «No todos los días aparece un Caravaggio perdido. Espero que seamos capaces de que este cuadro siga donde tiene que seguir». Este acuerdo no excluye que la obra pueda prestarse para exposiciones temporales, dentro o fuera de España, como, por ejemplo, la que se está montando en estos momentos en Italia en el Palacio Barberini. Los comisarios de esta muestra ya han solicitado el préstamo y esperan que el propietario y El Prado accedan. Sería la acción definitiva para que el «Ecce Homo» se incorpore al catálogo de Caravaggio.