Por Humberto Aguilar Coronado
Los partidos políticos están atravesando por difíciles momentos por las definiciones en torno a la posibilidad de aliarse con otros partidos, y la nada sencilla definición de quienes serán los candidatos que los representen en los diferentes cargos de elección popular, seguramente habrá un dolor humano en muchas y muchos de los que no se verán favorecidos.
Los procesos de elección en los partidos muchas veces tienen altos cuestionamientos por la forma de organización de la jornada, por las autoridades electorales internas, por los precandidatos que participan, y por supuesto, por el resultado.
Pues imaginemos lo cuestionadas que pueden ser las designaciones para las posiciones más importantes, y el número de mujeres y hombres que, sintiéndose en todo su derecho, no resultan favorecidos con las decisiones tomadas por los órganos directivos partidistas.
El resultado desafortunadamente provoca dolor y ese dolor se puede manifestar de diferentes maneras.
Lo más común es que al no ser considerados como candidatos, los dirigentes de otros partidos políticos los busquen para enarbolar las siglas de otro partido, provocando un daño a la institución que querían representar primariamente, y generando un daño a la política en general, dado que es aquí donde se acuña la expresión del “chapulineo”, es decir, esos saltos que dan algunos políticos de partido en partido, sin importar la ideología y mucho menos las propuestas que se presentan.
Del bien común, pues mejor ni hablamos.
Otro caso es que al considerarse que eran mejor opción que la persona que fue designada, se inicie la “huelga de brazos caídos”, es decir, la no participación en campaña y por supuesto, la no promoción del voto para la causa del partido al que quería representar. Ejemplos hay muchos y en todos ellos, el resultado final ha sido la derrota del partido político en las urnas.
Pero el caso más complicado sin duda alguna será el “fuego amigo”, es decir, esas descalificaciones, filtraciones y campaña negra que pueden realizar los que no fueron beneficiados, en contra de la candidatura que sí fue favorecida, en contra de la dirigencia municipal, estatal o nacional y en contra del partido.
Pero también hay que decirlo. En muchas ocasiones, las dirigencias de los partidos políticos ofrecen candidaturas a ciudadanos que no tienen ninguna militancia partidista pero que cuentan con un trabajo social y un reconocimiento importante, y que al final, por los “jaloneos” y reclamos internos no es posible cumplirles, provocando un sentimiento de frustración y desencanto por la política y los partidos políticos.
En este tipo de definiciones hay dolor, espero que no haya reclamo. En lo personal, en muchas ocasiones no me he visto favorecido por las decisiones que ha tomado la dirigencia en torno a las candidaturas y me he mantenido en el partido.
Hago un llamado a todas y todos los panistas que en esta ocasión no van a ser favorecidos con una candidatura, especialmente a los jóvenes para que se mantengan en el esfuerzo. El reto es enorme, debemos ir todos, juntos y en la misma dirección.
*Es Politólogo y Maestro en Negociación y resolución de conflictos por la Universidad Carlos III de Madrid, España.
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