Triunfa este verano junto a otras técnicas como el encaje Richelieu y el guipur. Aires victorianos en prendas de punta en blanco
ANNA TOMÀS / MAGAZINE
Paciencia y perseverancia. Estas son las cualidades de todo bordador y lo que hace que toda prenda con ojales que dibujan motivos florales o geométricos desprenda ese romanticismo de la era de la reina Victoria, cuando se popularizó la técnica de la broderie anglaise. Cartas de amor, libros de las hermanas Brontë, el té de las cinco y bordados infinitos en forma de flores, enredaderas o tallos. En el siglo XIX este era el día a día de las damas de sociedad. javascript:falseSkip
“¡Y apareció Mary Quant! La iconoclasta diseñadora de los sesenta reinterpretó esta técnica en un vestido blanco de calicó con gorro a juego, convirtiendo así a este tipo de bordado que se remonta al siglo XVI en una tendencia al alza, eliminando su herencia virginal a base de babydolls y combinaciones con minifaldas y hot pants. Hoy, es sinónimo de verano en lugares suntuosos como Capri, Biarritz o Comporta, de dejar entrever la piel y jugar al misterio. No olvidemos que incluso una actriz tan sensual como Brigitte Bardot se casó con un vestido todo bordado”, apunta Joy Clements, profesora en la escuela de diseño Central Saint Martins de Londres.
De la broderie anglaise al encaje Richelieu o el guipur. Las técnicas de bordado son múltiples y este verano las vemos en prendas de firmas como Dior, Hermès o Dolce & Gabbana, dejando a un lado incluso el color blanco. Precisamente la firma fundada por el tándem italiano es la que lleva más veranos empleando el bordado en sus propuestas. Un guiño más a su voluptuosidad recatada que tantas veces recuerda a los cuadros de Rubens.
No hay prenda que se resista al bordado esta temporada. Camisas, tops, faldas e incluso vestidos de alta costura, como vemos en las creaciones esculturales de Daniel Roseberry para Schiaparelli. En nuestro país, Llamazares y de Delgado firman caftanes y camisas cuello mao con las típicas cenefas del bordado inglés. “Hemos querido jugar con los bordados en prendas de orígenes lejanos y empleando telas de seda y algodón que aportan esa frescura mediterránea al armario y que tamizan esa constricción avant la lettre de la broderie anglaise por excelencia”, exponen Jaime Llamazares y Fabricio Pérez, al frente de la marca.
Con bordados en forma de raquetas de tenis se hizo el vestido que lució Zendaya en la première de la película Challengers en Londres. Asimismo, en la próxima temporada de And Just Like That… Sarah Jessica Parker lucirá vestidos largos con los ojales típicos de estas técnicas. “El blanco impoluto bordado es como un lienzo para accesorios como la joyería con piedras preciosas, las sandalias trenzadas y el capazo de día o el clutch en color block de noche”, añade Michelle Connors, estilista para Grazia UK.
El blanco se apodera también de la decoración cuando suben las temperaturas, tanto en mobiliario outdoor como en ropa para el hogar, con sábanas y cojines con distintos bordados y los flecos característicos de la ropa veraniega. Y, en homenaje al té inglés y a los azulejos de Madeira, donde el bordado inglés tuvo gran presencia durante la ocupación inglesa, Gucci ha lanzado una colección para tomar el té idílica, como una tarde en la campiña británica.