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El bioquímico que lo sabe todo sobre la dieta de la longevidad: «Ganas 20 años de vida» | El Mundo

El reputado bioquímico Valter Longo, experto en el envejecimiento y las enfermedades asociadas, nos cuenta algunas claves de sus investigaciones

Valter Longo hace unos días en Madrid. JAVIER BARBANCHO

ROCÍO R. GARCIA ABADILLO / EL MUNDO

La humanidad lleva milenios buscando la fuente de la eterna juventud. Una de las primeras menciones la hizo Heródoto cuando contó que los persas querían saber por qué los etíopes eran longevos y tenían una excelente salud. Los africanos les llevaron a ver una fuente «cuya agua pondrá al que se bañe en ella más empapado y reluciente que si se untara con el aceite más exquisito», relató el historiador, no muy convencido de esa razón y refiriendo la dieta de los etíopes.

Puede que siempre lo hayamos tenido ahí y no hayamos querido entenderlo, pero lo que comemos es vital para vivir más y mejor. Para el bioquímico Walter Longo esto ha sido una obsesión desde niño. Director del Instituto de Longevidad de la Facultad de Gerontología de la Southern California University, Los Ángeles (uno de los principales centros de investigación sobre el envejecimiento y la enfermedad asociada a la edad) y director del laboratorio de longevidad y cáncer del Instituto de Oncología Molecular (IFOM) de Milán, ha dedicado su vida al estudio de la longevidad. Por algo es uno de los científicos más reputados en esta materia.

«Mi padre estaba en la habitación cuando murió mi abuelo y esa vivencia de la muerte cuando yo tenía cinco años me marcó, no lo razoné entonces pero se me quedó en la cabeza y siempre pensé machaconamente en el envejecimiento. Yo creo que la pregunta es por qué envejecemos, por qué morimos, más que cualquier otra motivación». Esa motivación creció cuando tenía 16 años y vivía en Chicago. «Mis parientes empezaban a ser diabéticos, varios de ellos con enfermedades cardiovasculares, y todos procedían de Calabria, del sur de Italia, y en Calabria no recordaba que la gente tuviese estas enfermedades».

Con ese estímulo, lleva 30 años estudiando el envejecimiento y 15 años los tumores, centrado en los efectos positivos del ayuno y las dietas que imitan el ayuno sobre la salud y las enfermedades. Esta semana ha estado en Madrid para presentar su último libro, El ayuno contra el cáncer (editorial Grijalbo), donde sigue desplegando sus teorías sobre el ayuno aplicadas a la prevención y tratamiento de los tumores.

«El ayuno es una parte fundamental de nuestra existencia, todos ayunamos por la noche, no comemos desde las 8 de la tarde hasta las 8 de la mañana, por ejemplo. Los pingüinos emperadores, los osos grizzly o la mayoría de los microorganismos, por ejemplo, las bacterias, están constantemente ayunando y, de vez en cuando, consiguen comida y vuelven a tener hambre. Esa es la historia de todos los organismos«, señala Longo a EL MUNDO. También el ser humano hace 10.000 años, que comía cuando conseguía alimento.

«Por primera vez en la historia hemos abandonado esta práctica completamente. Eso no significa que solo por que vuelvas a hacer ayuno sea algo bueno. Significa que algunas versiones y para algunas personas en el momento adecuado va a ser bueno y algunas otras versiones para algunas personas en el momento no adecuado va a ser malo», recalca el especialista, quien añade: «Siempre digo que el ayuno es bueno, malo y neutral, no significa nada, como comer. Algunos tipos de ayunos son muy buenos y otros tipos de ayunos son muy malos».

La dieta que imita el ayuno (Fasting Mimicking Diet, FMD) surgió cuando hicieron el primer ensayo en la Southern California University en 2009 en pacientes con cáncer y, al margen de la quimioterapia, les sometieron a ayuno solo con agua. Pensaron que al tener cáncer estarían motivados, pero no fue el caso. «Los oncólogos estaban muy preocupados y los pacientes estaban incluso más preocupados. La sorpresa es que nos dijeron: ¿Por qué nos dais solo agua? Parece que nos estáis engañando, ¿este es el tratamiento? Fuimos al Instituto Nacional del Cáncer y pedimos fondos para desarrollar una dieta que simulara el ayuno pero no fuera solo agua para que no se sintieran engañados. La idea es conseguir los cambios en la sangre (glucosa, etc.) que se obtienen con el ayuno solo con agua. Y ahora la FMD está disponible para muchas aplicaciones diferentes, no solo para el cáncer».

Al margen del ayuno, Longo habla también de la dieta de la longevidad (así se titula otro de sus libros) dirigida en general a todo el mundo.

¿Cuántos años más realmente nos puede proporcionar la dieta?

Un metaanálisis noruego hecho en 2022, basado en dos millones de personas de Europa, China y EEUU, analiza qué alimentos son muy buenos para las personas y cuáles son muy malos, y son exactamente los que habíamos preconizado nosotros con la dieta de la longevidad. El estudio noruego demostraba que los que empezaron esta dieta a los 20 años y la siguieron han vivido hasta 13 años más de la esperanza de vida y si se empieza la dieta a los 60, eran 9 años más de esperanza de vida. Si lo comparamos con la dieta occidental, la esperanza de vida es de 20 años más. La dieta occidental no es solo la que se sigue en EEUU, sino también en España, Italia, Grecia, Francia… La gente suele pensar ‘soy mediterráneo, coma lo que coma es mediterráneo’, pero no es así. En uno de mis libros hablo de niños italianos y españoles que tienen más sobrepeso que los estadounidenses en ciertas franjas de edad. Los estadounidenses están mucho peor, pero los europeos se están acercando, se están americanizando.

¿Es una garantía para todas las personas esa mayor esperanza de vida si se hace la dieta de la longevidad, a pesar de las cuestiones genéticas?

Es independiente de la genética. En el sur de Italia hay una población que sufre de manera genética el Alzheimer ya cuando tienen 40 años. Pero a veces, dependiendo lo que hagan, pueden vivir hasta 100 años y a lo mejor el Alzheimer les aparece cuando tienen 80 años. Eso significa que incluso si tu genética es mala y estás condenado genéticamente a sufrir una enfermedad, la nutrición y el estilo de vida pueden marcar una diferencia enorme. Otro ejemplo, si coges a los ratones y les provocas una mutación que elimina un supresor tumoral tienen cáncer enseguida. Si les das esta dieta que imita el ayuno, pueden vivir hasta dos o tres años más. Viven menos porque les han manipulado y van a morir de cáncer, pero viven más que los otros ratones manipulados que no siguen la dieta.

¿Y cómo es esa dieta, qué tenemos que comer para vivir más?

Muchas legumbres y muchos granos enteros, una buena cantidad de frutos secos como avellanas, nueces, almendras… Muchos vegetales y algo de fruta, no demasiada. Mucha gente dice ‘me tomo tres plátanos y muchas uvas, es fruta, es sano’, pero con eso es suficiente para entrar en la obesidad. Lo ideal es nada de carne roja ni blanca, pero se puede incluir poca carne blanca; pescado dos o tres veces a la semana, con alto contenido en omega 3, omega 6 y vitamina B12 (salmón, boquerones, sardinas, bacalao, dorada, trucha, almejas y gambas); aceite de oliva, un poco de chocolate negro, y muy poco azúcar y granos refinados.


Tomen nota. Esta redactora no tuvo el coraje de preguntarle por el jamón (aun siendo ibérico). Supongo que lamentablemente todos imaginamos la respuesta… Y eso puede ser un esfuerzo tremendo para algunas personas que les lleve a plantearse si merece la pena. «Lo principal es que la persona se comprometa, se suba al tren y que trabaje con nosotros, sea lo que sea: si pueden al menos dejar una cosa y que hagan la dieta una vez al año, eso es un comienzo, y luego vamos poco a poco. Si alguien se come todos los días un filete, no le vamos a decir que tiene que cambiar y no tomarse nada de carne, le vamos a preguntar qué puede hacer, ‘¿puedes tomarte la mitad de filetes?’ O ‘¿puedes hacer tres veces al año la dieta que imita el ayuno?’. Pues comencemos con eso y poquito a poco gradualmente. Puede que prohibir tajantemente algunos alimentos sea más beneficioso para la salud, pero a la gran mayoría le va a costar mucho seguir una dieta sin esos ingredientes y la acabarían dejando«.

DIETA MEDITERRÁNEA: ES BUENA, PERO NO TANTO

Longo recalca que la dieta de la longevidad es para personas entre 20 y 70 años de edad. «Después de los 70 la dieta mediterránea es mucho más adecuada porque tiene más proteínas y más variedad». Y pone el ejemplo de Emma Morano, una italiana que vivió hasta los 117 años, de las personas más longevas del mundo. «Cuando tenía unos 100 años, su médico Carlo Bava le recomendó 100-150 gramos de carne cruda al día. Eso que en una persona de 40 hubiera sido horrible, quizá permitió que Morano llegara a los 117 años porque tiene otras necesidades y lo que menos le tiene que preocupar a esa edad es el cáncer».

«La combinación de la dieta que imita el ayuno y la dieta de la longevidad con la dieta mediterránea en los niños y en los mayores, por ejemplo, permite que podamos conseguir una diferencia de 20 años más de esperanza de vida«, subraya Longo.

Siempre se ha dicho que la dieta mediterránea (la auténtica, no la que tomamos ahora) era muy buena, pero no parece tan ventajosa como la dieta de la longevidad, a tenor de una revisión de estudios que publicó en abril pasado Longo junto a Rozalyn Anderson en la revista Cell, donde analizaban distintas dietas famosas. «La dieta mediterránea es una idea basada en un hombre llamado Ancel Keys, un señor de Minnesota que en los años 50 fue a Salerno y dijo ‘esta gente no tiene enfermedades cardiovasculares’, pero eso no es así, es como un fotograma en la historia, nada más. El metaanálisis noruego mostraba que con la dieta mediterránea hay un 6% menos de cáncer, 6-10% menos de enfermedades cardiovasculares y el efecto mayor es en las enfermedades neurodegenerativas: un 10-13% menos. Es buena, pero no es tan tan buena. Con la dieta de la longevidad hemos visto en algunos casos que se ha reducido el cáncer en un 50%, las enfermedades cardiovasculares un 50% y se han eliminado muchas otras enfermedades«.

Un detalle más de la dieta de la longevidad: se recomienda limitar todas las comidas a un intervalo de 12 horas, de 8 de la mañana a 8 de la tarde, dejando 3-4 horas sin comer antes de acostarse. ¿Y los que tienen otros horarios laborales? «Pueden cenar a las 10 y desayunar a las 10 o un día a las 9 y otro a las 10, pero lo más estable posible porque al cuerpo no le gustan los cambios». Por cierto, ni se les ocurra saltarse el desayuno (etimológicamente viene del latín y significa literalmente ‘romper el ayuno’) ya que se asocia en muchos estudios a vivir menos.

AYUNO APLICADO AL CÁNCER

Cuando Longo empezó a hablar de incluir el ayuno en los pacientes con cáncer, los oncólogos lo miraban como si estuviera loco. «Hace 15 años todo el mundo decía que ni hablar. Ahora casi todos los oncólogos te dicen que si el paciente les insiste dejan que lo haga. Así que espero que en unos cinco años, cuando se hayan hecho 20 ensayos clínicos más, la mayoría diga ‘aunque no tiene aprobación de la FDA para combinarlo de manera automática con la quimio o la inmunoterapia, hay muchos estudios en animales y personas y es una locura no intentarlo en un paciente’.

Los oncólogos precisamente siempre han sobrealimentado a los pacientes porque les preocupa que pierdan peso, argumenta Longo, pero el beneficio es mayor para las células tumorales. «Cada cáncer lo enfrentas de una manera distinta, pero también es importante ir a las propiedades fundamentales de las células cancerígenas. Son células tontas que no dejan de crecer y si tienen mucho azúcar, muchos nutrientes pueden seguir creciendo«. En el libro, Longo indica que cuando se deja de alimentar a un organismo entra en una modalidad de ‘no crecimiento’ y de alta protección. Con el ayuno o dieta que lo imita justo antes de la quimioterapia u otra terapia contra el cáncer, las células sanas levantan una especie de escudo protector, pero las tumorales como no dejan de crecer siguen siendo vulnerables, por lo que la terapia eliminará más células tumorales y reducirá los daños en las sanas». Hasta ahora todos los ensayos clínicos realizados han arrojado resultados positivos.

¿Es el ayuno entonces esa fuente de la eterna juventud que llevamos buscando siglos?…

Quizá la juventud eterna no, pero sí que estamos demostrando que, por ejemplo, podemos dañar el páncreas y si ayunamos y hacemos la realimentación las células madre se ponen a trabajar y reparan y regeneran. Estamos viéndolo también en el hígado, en músculos, en los intestinos… El ayuno y la realimentación pueden regenerar parcialmente todos estos órganos. ¿Es posible que se pudiese hacer algo para que el órgano sea totalmente joven otra vez? Pues no lo sé, pero la posibilidad se abre. Y lo que es más importante, ¿es posible que todos los órganos vuelvan a ser jóvenes al mismo tiempo? Pues eso está muy lejos, pero sí que la puerta está abierta.

¿Es por ese proceso que usted explica en las levaduras de ‘canibalismo’, de autofagia?

Sí, por ejemplo, después de un mes sin alimentación pierdes el 30-40% de tu peso, te reduces muchísimo, y en ese proceso, al menos en los animales y seguramente también en las personas, se ha visto que después de 7 días de ayuno en las personas el conteo de células blancas se reduce un 20% porque el cuerpo empieza a comerse, a fagocitarse. Y luego parece que lo que hace en primer lugar es comerse los componentes que están más dañados. Y luego tenemos beneficio doble: Te reduces como estás fagocitando tus componentes malos, y empiezas el programa regenerativo; y ya se empieza a dar alimentación.


Longo, que practica sus teorías, cree que no se trata de decir ‘voy a evitar el cáncer o las enfermedades cardiovasculares’, sino de trabajar en el envejecimiento. «El foco es reducirlo o revertirlo y el resto [que no haya otras enfermedades] viene solo», recalca. En este momento su equipo realiza 20 ensayos clínicos en todo el mundo sobre distintas enfermedades, no solo cáncer. «También nos interesa mucho ver si es posible que las personas coman más y con más calorías y pierdan peso. Estamos empezando a conseguir evidencias que nos dicen que no se trata de las calorías que entran y las que salen, sino que puedes ingerir más calorías y perder peso, e ingerir menos calorías y subir de peso. Va a depender de lo que comas, el contenido de lo que comes y nos interesa mucho eso».

EL CÁNCER COMO PROGRAMA DE ‘MUERTE ALTRUISTA’

En el libro el ‘juventólogo’, como él mismo se denomina ya que dice que estudia cómo mantenerse joven en el tiempo, señala que en un congreso en Italia hace muchos años expuso una teoría a partir de lo que sucede en las levaduras: a lo mejor el cáncer forma parte de un programa de ‘muerte altruista’ de los seres humanos. Y ante las reacciones la aparcó, pensando en retomarla más adelante. «Sigo pensando eso de la muerte altruista. En los humanos no lo sé, pero en la naturaleza sí que está en los organismos más simples, en los organismos unicelulares, por ejemplo. Es simplemente abrir la puerta a si estamos programados para morir. Pero lo que sí creo es que estamos programados para vivir ¿y ese programa lo podemos cambiar? Quizás seamos los únicos que hemos cogido esta idea de que puedes ‘hackear’ tu longevidad, lo que pasa es que es muy difícil cambiar 3.000 millones de años de evolución«.

Longo continúa: «¿Hay algo que ya esté ahí que se pueda explorar para cambiar, por ejemplo, el programa de reproducción y crecimiento a un programa de larga vida? ¿Y se puede hacer este cambio? Porque el programa está ya ahí, ¿no? Por ejemplo, hace unos 110 años, el British Medical Journalpublicó una historia sobre una familia rusa, de Siberia, que se estaban muriendo de hambre y decidieron unirse todos y calentarse los unos a los otros. Se levantaban una vez al día, comían un trocito de pan y volvían a dormir todos juntos, como hibernando. Y consiguieron pasar varios inviernos sin comida, pero la pregunta es: ¿Se puede hibernar al mismo tiempo que eres activo? Son algunos de los temas interesantes en los que estamos trabajando».

El bioquímico remata: «Yo creo que va a haber dos tipos de poblaciónuna a la que le va a dar igual, van a tomar sus fármacos, van a comer carne, lo que sea, y van a vivir hasta los 70 años y a los 45 años ya tendrán dos enfermedades crónicas, de los 40 a los 70 van a vivir con una enfermedad crónica. Y luego va a haber un segundo tipo de población, medio millar de personas, quizá 1.000 o 2.000 millones de personas, que va a vivir hasta los 110 años y yo creo que la mayoría de ellos va a llegar a esa edad sin enfermedades, pero eso sí, seguidos por este equipo multidisciplinar de profesionales de la salud con programas a largo plazo».

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Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2023/01/17/63c15df7e4d4d8b60c8b45aa.html

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