Un año después de la muerte del gobernador Miguel Barbosa, su grupo político sufrió fracturas y está desmantelado; y ninguno de sus integrantes fue competitivo para pelear la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla, estado donde los caciques locales siguen mandando.
GABRIELA HERNÁNDEZ / PROCESO
Puebla, Pue., (Proceso).- A un año de la muerte del gobernador Miguel Barbosa Huerta -fallecido el 13 de diciembre de 2022-, lo que pudo identificarse en algún momento como su grupo político ha quedado prácticamente desmantelado.
En el gabinete del mandatario sustituto, Salomón Céspedes Peregrina, sólo quedan cuatro secretarios que fueron nombrados por el extinto Barbosa: en Medio Ambiente, Desarrollo Rural, Trabajo y en Turismo. En este año se han registrado 13 cambios de titulares, entre relevos y renuncias.
NOTICIAS RELACIONADAS
- Alcalde de la ciudad de Puebla buscará la candidatura a gobernador por el Frente Amplio
- Sheinbaum entrega a Alejandro Armenta su constancia de precandidato a gobernador de Puebla
- Barbosa revictimizó a desaparecidos en Puebla, concluye Juez Osogobio
La alianza barbosista en la que participaron el primo del mandatario, Julio Huerta Gómez; la viuda Rosario Orozco Caballero y el diputado priista Jorge Estefan Chidiac, pacto que operó para lograr la designación de Céspedes Peregrina, se resquebrajó en pocos meses.
El actual mandatario se rodeó de su propio equipo, por lo que desde marzo empezó las remociones en el gabinete, a pesar de que en un principio se aseguró que se mantendría “barbosista”.
Uno de los cambios más representativos fue la salida de Verónica Vélez Macuil, considerada una de las colaboradoras más cercanas e influyentes con Barbosa Huerta. Primero fue relevada de su cargo como vocera estatal, para ser nombrada directora del Sistema Estatal de Telecomunicaciones, pero sólo duró cuatro meses en ese puesto.
“En la vida hay que saber retirarse de donde no se pertenece”, escribió en sus redes sociales, cuando dio a conocer su renuncia el 14 de junio.
Unos meses antes, en abril, el gobierno de Céspedes Peregrina dio a conocer que la administración del fallecido mandatario invirtió en 2021 más de 600 millones de pesos en el banco Accendo, apenas tres meses antes de que éste perdiera su licencia para operar.
En junio también se dio a conocer otro hoyo financiero generado en la era barbosista, pues el gobierno poblano tuvo que pagar al Servicio de Administración Tributaria (SAT) 722 millones de pesos por “errores” que se cometieron en el cálculo de impuestos en los años 2019 y 2020.
Tras hacerse público esto, Rosario Orozco, la viuda de Barbosa, dio la primera señal de rompimiento y acusó que había “dolo” en la información divulgada. “Rechazo enfáticamente cualquier insinuación de daño patrimonial… Denuncio enérgicamente la difusión de información errónea y malintencionada con el objetivo de dañar la imagen del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta”, declaró en un comunicado.
Céspedes Peregrina les respondió que, si bien no había persecución, su gobierno no taparía nada. “La omisión también es un delito”, manifestó, al aclarar que su administración estaba obligada a presentar las denuncias contra los funcionarios responsables por la inversión de recursos públicos en banco Accendo.
Y mientras que Barbosa criticó constantemente las obras realizadas por Rafael Moreno Valle, Céspedes reconoció la “gran visión” e hizo un reconocimiento al también fallecido exmandatario panista.
Para la candidatura de Morena a la alcaldía de Puebla, se asegura que Céspedes impulsa al priista José Chedraui -quien es su amigo- y no a un perfil barbosista.
El gobernador sustituto, quien antes de incorporarse a Morena fue priista y morenovallista, ha evitado la confrontación y rispidez que caracterizó la administración de Barbosa. Durante este año salieron de prisión la mayoría de los más de 30 personajes que fueron encarcelados durante los tres años y cuatro meses que duró el gobierno barbosista.
Lo mismo obtuvo su libertad el principal operador morenovallista, Eukid Castañón que el periodista Arturo Rueda; el exsecretario de Movilidad y Transporte, Guillermo Aréchiga y los exalcaldes Alejandro Martínez Fuentes, de Quecholac; Edwin Mora, de Huaquechula; Leoncio Paisano, de Cholula y Juan Navarro, de Ciudad Serdán, entre otros.
Además, algunos de los que acusaron a Barbosa de persecución política, como el exdiputado local, José Juan Espinosa, retornaron a Puebla.
Nuevos pactos
Al mismo tiempo, Rosario Orozco Caballero hizo evidente su alejamiento con Julio Huerta Gómez, quien en un principio fue identificado como el proyecto del barbosismo para la candidatura de Morena a gobernador.
Sin aclarar el origen de los recursos, el exsecretario de Gobernación se promovió por todo el estado con el apoyo de alcaldes de todos los partidos políticos.
Hasta mediados de año, la viuda de Barbosa expresaba su respaldo al primo del fallecido mandatario, pero en septiembre cambió su postura y en diversas entrevistas dejó entrever que había una ruptura.
Con sus antiguos colaboradores del Sistema Estatal DIF, Orozco -quien era la persona en la que Barbosa confiaba para leer todos los documentos y solventar los problemas de vista que tenía por su severa diabetes- empezó a promoverse para participar en el proceso interno de Morena para definir candidato a gobernador. Dijo que había tomado la decisión al observar que algunas cosas en la entidad “involucionaron” tras la muerte de su esposo.
Huerta, por su parte, también buscó en entrevistas marcar diferencias con su primo, al hacer ver que tenían personalidad y estilo distintos.
Incluso, el equipo del exfuncionario revelaba tras bambalinas que buscaban desmarcarse del extinto Barbosa, aunque fue éste quien apoyó a Huerta para que Claudia Sheinbaum lo nombrara coordinador de su campaña en Puebla, pese a que en su carrera política apenas tenía el antecedente haber sido regidor en el municipio de Zinacatepec.
La pregunta que se hicieron en ese momento los analistas políticos poblanos era si los otrora grupos barbosistas, que eran mayoría en el Consejo Estatal de Morena, votarían por la viuda de su fallecido líder o por Huerta, quien, con la anuencia de Barbosa, operó para ganar su conformación.
De los 111 consejeros de Morena, sólo 10 votaron por Orozco Caballero, mientras que Huerta obtuvo la primera posición. El respaldo para los perfiles femeninos fue a favor de Olivia Salomón y Lizeth Sánchez, lo que puso en claro a quién respondían ahora los grupos que fueron cercanos a Barbosa.
No obstante, en la encuesta que realizó Morena Huerta quedó en cuarto lugar, por debajo del senador Alejandro Armenta, del diputado federal Ignacio Mier y de la exalcaldesa Claudia Rivera.
El 24 de noviembre, el equipo de Huerta hizo circular un comunicado en el que anunciaba que éste sería el coordinador de campaña de Armenta, triunfador de la encuesta. Pero esto fue desmentido públicamente por el propio senador, quien ratificó en esa posición a Pavel Gaspar.
Cacicazgos “reciclados”
La politóloga Xóchitl Campos López considera que el barbosismo nunca llegó a ser un grupo político en Puebla.
Recuerda que el propio Barbosa hizo su carrera política en la entidad al cobijo del morenovallismo, pues en 2010, como líder del PRD fue un impulsor fundamental para la conformación de la alianza con el PAN, Convergencia y Nueva Alianza, que fue la que llevó al panista a la gubernatura.
Barbosa se sumó a Morena hasta 2017 para buscar ser candidato a la gubernatura, y sólo hasta entonces tuvo un rompimiento con Moreno Valle.
Luego, Barbosa tuvo a morenovallistas como parte de su gobierno y se mantuvo en confrontación con liderazgos identificados como fundadores de Morena en esta entidad.
La profesora investigadora en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) considera que el experredista, previo a ser gobernador, no había consolidado un grupo político destacado en su entorno y tampoco lo hizo en el ejercicio del poder.
Además de tener un inestable gabinete con continuos cambios, indica que Barbosa impuso un liderazgo personal, “tradicional” y unilateral, que impidió el crecimiento político de sus colaboradores.
“No hay una tendencia o una facción política que podamos identificar como barbosismo”, resume, “tal vez un liderazgo personal, pero que no hereda nada a Morena, ni podemos decir que tales personajes son sus herederos políticos y mucho menos podemos identificar una herencia doctrinal”.
Tan es así, que dos de sus cartas son miembros de su familia (la viuda y un primo) sin una carrera política destacada a nivel estatal.
Lo que se observa a un año de la muerte de Barbosa, señala la académica, es que no hay grandes cambios entre lo que había antes de Moreno Valle y ahora, pues con Morena se han fortalecido los grupos caciquiles regionales, que son altamente rentables para ganar elecciones, contrario a los liderazgos sociales de Morena, que son vistos como no efectivos para operar los comicios.
Añade que Puebla se caracteriza por la presencia de una oligarquía fuerte que “maneja a la perfección los principales códigos del clientelismo y el cacicazgo”, por lo que aún con la alternancia, los cambios democráticos son “casi imperceptibles”.
“Cualquier fuerza política que llegue al poder está obligada a ser una camarilla burocrática al servicio de la casta”, apunta.
“Morena está reciclando los cacicazgos en Puebla para asegurar el triunfo electoral, son liderazgos personales tradicionales que ya conocíamos, son actores que nunca se fueron y están muy por encima de discusiones entre partidos políticos, proyectos ideológicos o doctrinarios, y que ahora están con Morena, pero igual se irán con otro partido si así les conviene”, explica.
Señala que este pragmatismo, que igual se impuso cuando Barbosa fue designado candidato y ahora con la postulación de Alejandro Armenta como precandidato de Morena, se traduce en un rezago político, económico y social de la entidad.
Destaca que con la postulación de Armenta no se espera que Morena en Puebla promueva una agenda progresista.
“Morena en Puebla es conservadora, el PAN es conservador”, advierte al indicar que los principales contendientes por la gubernatura, que serán Armenta y el panista Eduardo Rivera -quien es considerado representante del Yunque- no tendrán muchas diferencias de fondo y lo que hará ganar a uno o a otro será la operación de estructuras a las que, “de siempre”, han recurrido los partidos.