Los Periodistas

Educación financiera, herencia para una mejor calidad de vida

Por Fernando Manzanilla Prieto

Está por iniciar el último mes del año, diciembre, el cual es sinónimo de fiestas, posadas, regalos, alegría y, para algunas personas con empleos fijos, el mes del aguinaldo, una prestación que hace felices a los bolsillos de los trabajadores cada fin de año.

Muchos mexicanos que reciben esta prestación, establecida en la Ley Federal del Trabajo, ven esta temporada como un momento idóneo para hacer compras de cosas o servicios necesarios para su hogar e incluso para muchos otros “darse un gusto” que de manera cotidiana saldría de su presupuesto.

Sin embargo, es cierto que este dinero extra que reciben los asalariados, en muchas ocasiones, es gastado y no invertido; la diferencia estriba en la trascendencia que el mismo tendrá para mejorar o no la calidad de vida de ellos y sus familias.

Se trata del dilema entre la cultura material o consumista contra la cultura del ahorro. Por una parte, la cultura material provee de una satisfacción inmediata e incluso dota de aceptación en ciertos círculos sociales. En contra parte, la cultura del ahorro no es sólo un elemento, sino un conjunto de características y hábitos en la forma de llevar las finanzas personales que desarrollarán otros hábitos.

Ahorrar no se da de la misma forma para todos los sectores y grupos sociales, ya que esto tiene que ver directamente con la propia educación financiera, la cual es un proceso que permite a las personas adquirir conocimientos y habilidades básicas para administrar mejor sus recursos, al incrementar y proteger su patrimonio con la ayuda del uso adecuado y responsable de los productos y servicios financieros.

Desafortunadamente, en México, se puede visualizar que existe escasa educación financiera y por ende una carente cultura del ahorro que permita solventar una posible crisis personal o prepararse para el futuro, lo cual también incide en la propia dinámica de la economía nacional.

Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF 2021), presentada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en ese año 56.7 millones de personas de 18 a 70 años (67.8% del total de este universo) contaban con al menos un producto financiero formal (cuenta de ahorro, crédito formal, seguros o Afores).

Aunado a ello, sólo el 66.6% de la población de 18 a 70 años lleva un registro de sus gastos o los de su hogar. El 51.4% separa el dinero para pagos o deudas del gasto diario, 41.5% lleva un registro de los recibos o deudas, mientras que solo el 23.5% hace anotaciones de los gastos.

Ante este escenario, es importante aprender a administrar los recursos económicos de la familia y, mucho más, hacer rendir el dinero extra que pueda llegar en esta temporada.

Lo primero es considerar que un gasto responsable y planeado nos ayuda a no derrochar más de lo debido, lo cual se puede conseguir con la elaboración de un presupuesto que nos permita visualizar los gastos fijos e ingresos.

Además, un presupuesto nos ayuda a planear los gastos para las fiestas de Navidad y Fin de Año, y así evitar las compras de pánico, ya que si prevemos nuestras necesidades podremos comparar precios y aprovechar verdaderas ofertas.

Otra regla de oro, es no abusar de la tarjeta de crédito, debemos tener en mente que el dinero de éstas, tarde o temprano lo tendremos que pagar, así que si no contamos con lo suficiente, el comprar a crédito compromete nuestros ingresos futuros.

Como decía al inicio, diciembre es una temporada donde imperan la convivencia y generosidad, por lo que si decidimos hacer obsequios, hay que procurar que sean de acuerdo con nuestros ingresos y posibilidades.

Otra importante medida es no aplazar los pagos pendientes, por lo que si tenemos deudas, lo más recomendable es tratar de liquidarlas.

Y finalmente, pensar a futuro, nunca es tarde para empezar con el hábito del ahorro. Uno de los propósitos para el siguiente año puede ser precisamente éste, planificar de manera responsable nuestros ingresos para apostar a no sólo gastar, sino también invertir.

Tengamos presente que esta práctica de educación financiera es una de las mejores herencias que podemos dar a los más pequeños, ya que tanto la cultura del ahorro, así como la de la inversión, abren una ventana de oportunidad para México y sobre todo son clave en el bienestar económico de la población.

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