El Museo del Enervante es una cápsula del tiempo donde se encuentran algunas de las armas aseguradas al narco por las fuerzas federales en los gobiernos de Fox y Calderón.
NADIA SANDERS / LA-LISTA
En vitrinas que parecen exhibidores de una relojería antigua, sobre un fieltro verde, se encuentran decenas de armas de narcos capturados a lo largo de más de 20 años.
Pistolas con cachas de oro, con las siglas de sus dueños originales en brillantes incrustados en la empuñadura, rifles AK-47 con acabado en metales finos y el nombre Beltrán Leyva grabado forman parte de las piezas de la sala 7 del Museo del Enervante, un espacio didáctico sobre el combate al narcotráfico por parte de las Fuerzas Armadas, con acceso restringido.
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Los trofeos en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional apenas caben en unas cuantas vitrinas de madera y tienen al lado una ficha técnica que describe el nombre del dueño, el cártel al que pertenecían y la fecha y lugar en donde fueron aseguradas.
“En la vida, la familia, el honor y la humildad es lo primero”, se lee a lo largo del cañón de una sub ametralladora con acabado en negro y dorado, la cual fue asegurada a integrantes del Cártel de los Beltrán Leyva.
Se encuentra también una pistola calibre .38 marca Colt, con cachas doradas, un águila grabada y las iniciales “ACF”, que coinciden con el nombre de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”.
Según la ficha técnica, como las que tienen los museos de piezas arqueológicas, la pieza no fue asegurada a quien fue líder del Cártel de Juárez, sino al narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán cuando fue capturado la primera vez, en Guatemala, en 1993.
Entre las pistolas, revólveres y rifles de alto calibre que se pueden ver a través de un cristal, también hay esclavas de oro, celulares con carcasa dorada y piedras brillantes, como tantas muestras de lujo en el mundo del narcotráfico.
Las armas y joyas que se exhiben en este museo lucen encimadas, como prendas de una casa de empeño, porque los muebles resultaron pocos para tantas piezas.
Como si fuera un muro de recuerdos, en las paredes lucen fotos enmarcadas de narcotraficantes como Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo“; José Gerardo Álvarez Vázquez, “El Indio”, Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del Cártel del Golfo, y “El Güero” Palma, entre otros capos y lugartenientes del narcotráfico en México.No te pierdas:La defensa de García Luna pide excluir dos testigos del gobierno
¿Dónde está la pistola de ‘El Grande’?
Algunos de esos narcotraficantes fueron capturados por el Ejército, la Marina o la Policía Federal, cuando Genaro García Luna fue secretario de Seguridad Pública, en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012).
Quien tenía al mando a más de 30 mil elementos de la Policía Federal, es hoy el exfuncionario de más alto nivel en enfrentar un juicio en EU, donde el Departamento de Justicia le ha fincado cinco cargos relacionados con el tráfico de droga al recibir sobornos del Cártel de Sinaloa.
De ser hallado culpable, García Luna podría recibir una sentencia mínima de 20 años y una máxima de cadena perpetua.
El primer testigo del gobierno para declarar en su contra fue Sergio Villarreal Barragán, alias “El Grande”, uno de los principales operadores de los Beltrán Leyva.
“El Grande” señaló en el primer día del juicio que García Luna recibía sobornos del Cártel de Sinaloa por montos de entre uno y un millón y medio de dólares desde que era director general de la AFI, en el gobierno de Vicente Fox, cifra que aumentó cuando formó parte del gabinete de Felipe Calderón.
También relató en el interrogatorio que él fue capturado por la Marina una tarde de domingo en septiembre de 2010, cuando estaba en su casa junto con su familia
“Yo estaba en mi domicilio con mi esposa y mis hijos. Los de la Marina tumbaron el portón y entraron. Les dije que yo era al que buscaban, que por favor dejaran a mi familia en paz, se robaron lo que pudieron y luego me trasladaron a la Ciudad de México”, relató “El Grande” en el contra interrogatorio que le hizo César de Castro, abogado que encabeza la defensa de García Luna.
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Agregó que lo interrogó un almirante de la Marina al que le pidió que lo llevara con agentes de la DEA (Agencia de Control de Drogas).
De Castro, le preguntó entonces sobre la fortuna que había acumulado por el trasiego de droga, sus lujos y si su arma tenía sus iniciales inscritas con diamantes. “Tenía mi apodo en diamantes, no mis iniciales“, lo corrigió “El Grande”.
“También tenía una versión del mapa de Latinoamérica con diamantes en una empuñadura de oro con zafiros y diamantes“, le recordó el abogado en tono de reproche.
“Las cachas sí fueron especialmente hechas”, respondió con memoria lúcida el testigo cooperante del gobierno de Estados Unidos.
Acto seguido, el abogado de la defensa caminó hacia él y le mencionó uno a uno los autos que tenía: Mercedes, BMW’s, Porsches y Toyotas blindados, como para intentar mostrarlo como un capo ante el jurado y restarle credibilidad.
“Tenía 10 vehículos, pero se robaron ocho (al momento de su captura)”, denunció “El Grande” ante la Corte que dirige e juez Brian M. Cogan.
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En la colección del Museo del Enervante no fue posible encontrar en exhibición una pistola como la que describió “El Grande”, con su alias y un mapa de Latinoamérica con diamantes y zafiros.
Fuente: https://la-lista.com/mexico/2023/01/29/donde-esta-las-armas-mas-lujosas-aseguradas-de-los-narcos