El miedo a que la cocaína o el éxtasis estén cortados con dosis letales de opiáceos u otros componentes peligrosos desata una ola de histeria entre los consumidores de narcóticos, pese a las llamadas a la calma de las autoridades y especialistas
Micaela Varela / El País
Carlos lleva desde octubre intentando disminuir su consumo de cocaína, por miedo y por precaución. Suele tomarla los fines de semana en Ciudad de México con sus amigos, pero empezaron a notar que los efectos eran distintos: más intensos, más cortos, más adictivos. Ahí se desató el pánico. “A lo mejor trae fenta”, escribió Carlos en un chat de colegas a finales del año pasado. Unas semanas después de que se publicara un estudio que advertía de que la mitad de la droga testada en un festival cerca de la capital estaba alterada con fentanilo, decidieron dejar de tomarla tan asiduamente. “Te puedo asegurar que de hace unos ocho meses para acá está circulando un perico que viene tocado”, sentencia. Él es parte del grupo de consumidores que han acudido a un análisis gratuito y comunitario de sustancias por parte de la asociación DiVU. Nerviosos, algo preocupados y con bolsitas de plástico con polvos blancos o pastillas, todos están aquí por lo mismo: los rumores de que las drogas del mercado de la capital estén cortadas con fentanilo.
El nombre de Carlos no es realmente Carlos. Ninguno de los asistentes a este encuentro quieren que se les identifique por el estigma que rodea todavía al consumo recreacional de las drogas. Sin embargo, en este entorno pueden hablar abiertamente de sus hábitos, de sus dealers, incluso de las características de los viajes que experimentan con dos científicos especializados en química que analizan las sustancias bajo microscopio y en probetas para ver si tienen algún tipo de adulterante. En apenas dos horas ya han salido varias dosis de ácido mezclado con anfetamina, MDMA al que le han puesto sustancias desconocidas para aumentarle el volumen y, sobre todo, varias muestras de coca adulterada con levamisol, un peligroso desparasitante de uso veterinario. Pero no hay rastro del temido fentanilo.
Este potente y barato opiáceo, 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más eficaz que la morfina, dio el salto de analgésico en los quirófanos a las calles y está causando una crisis de salud pública en el vecino del norte, donde ha dejado ya más de 70.000 muertes por sobredosis. Sin embargo, — y pese a que los republicanos estadounidenses culpan a México de ser laboratorio y distribuidor de esta droga— las autoridades mexicanas de Salud aseguran que el fentanilo no ha llegado al mercado nacional. “Afortunadamente en México no es todavía un problema importante de salud pública y no queremos que lo sea, por eso estamos actuando al respecto,” afirmó el pasado septiembre el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez. Es cierto que no existe un registro con datos oficiales de consumo, pero en las ciudades fronterizas es ya un problema.
Una investigación testeó en 2022 en un festival de música electrónica cercano a la Ciudad de México 51 muestras de drogas de 40 consumidores. Pese a que ninguno de los voluntarios que llevaron a analizar sus drogas esperaban que salieran positivo en fentanilo, apareció en 14 de 22 muestras examinadas de MDMA y en dos de cuatro dosis de cocaína. Silvia Cruz, coautora del estudio y una de las primeras investigadoras en hacer trabajo de campo sobre el fentanilo en México, insiste en que es mejor alertar a la población. “Pudiera haber falsos positivos. Nosotros hicimos lo posible por disminuirlos, y aun así encontramos dos cocaínas positivas sin análisis confirmatorio. Donde más se da es en la metanfetamina”, dice en entrevista por teléfono. La experta advierte de que en el norte de México el 80% de las muestras de heroína testeadas contenían fentanilo, por lo que la posibilidad de que esta sustancia esté circulando en el centro del país es “altísima”. “El fentanilo se acerca peligrosamente, existe el riesgo. Si asumimos que no está y no tenemos el antídoto, la gente se va a morir”, sentencia.
Por su lado, Ruben Diazconti, antropólogo y responsable del programa de reducción de daños en la Clínica Condesa, hace un llamado a la calma. “Creemos que los resultados del festival del estudio son falsos positivos, posiblemente se utilizaron tiras reactiva”. Esta prueba, que puede comprarse en Internet, puede dar resultados dudosos si la droga tiene una combinación de componentes precisa o es muy alta en pureza. “Las personas que consumen heroína en la ciudad son las más expuestas y no han dado alerta”, asegura. Añade que de ser ciertos los resultados de que en más de la mitad de las muestras había fentanilo, hubiera habido una alarmante ola de sobredosis, especialmente si los consumidores no sabían que estaban tomando fentanilo. A él le preocupan otros adulterantes que se está hallando en los narcóticos, como el levamisol que causa necrosis en las fosas nasales. La Secretaría de Salud de Ciudad de México y el Instituto de Adicciones y Prevención fueron contactados en reiteradas ocasiones por este periódico para confirmar o desmentir la presencia del opiáceo en las calles y otros adulterantes, pero en todas las ocasiones no ha habido respuesta.
La falta de un antídoto
Mientras los académicos todavía buscan un punto en común a su percepción de la crisis del fentanilo en territorio mexicano, la histeria ya está presente en los consumidores. A principios de febrero, la muerte sospechosa de un conocido DJ de la ciudad desató una ola en las redes sociales con mensajes de advertencia. En ellos, escritos en su mayoría en inglés porque estaban destinados a los extranjeros que visitaran la capital durante la semana del arte, se avisaba de comprar sustancias solo a fuentes conocidas, intentar evitar la cocaína y llevar encima naloxona. Este medicamento sirve como antídoto para las sobredosis con opiáceos y se encuentra disponible en venta libre en EE UU, pero es muy difícil de encontrar en México por estar clasificado como un medicamento con efectos psicotrópicos.
Uno de los asistentes al testeo comunitario de DiVU reconoce que al ver esos mensajes en Instagram y Twitter prefirió ser precavido y traer su MDMA para analizarlo. “Los narcos ponen en las mantas que no van a vender fentanilo en México, pero también dicen que no van a matar y ya sabemos lo que pasa”, dice preocupado. A finales del año pasado, en diferentes ciudades de la frontera se desplegaron pancartas con esas promesas firmados por diferentes cárteles criminales. En este encuentro, también se comparte el consejo de a pedir a conocidos que estén viajando al vecino del norte que les traigan a la vuelta naloxona y que la tengan a la mano cuando consuman.
Astron Martínez, activista social y divulgador científico que trabaja en DiVU, señala la falta de estudios para determinar la presencia de fentanilo en México. Desde la asociación civil en la que trabaja hacen testeos voluntarios, pero no han alcanzado las 100 muestras todavía. Estima que en una de cada 25 de ellas han encontrado fentanilo. “Tenemos una subestimación de datos. Por narrativa política no hay una contabilización de datos real, no tenemos autopsias, ni registros de drogas”, reitera. El Instituto RIA, otra de las organizaciones de referencia en políticas públicas sobre drogas, también está haciendo análisis periódicos de sustancias, también con un muestreo bajo por ahora, y no han encontrado fentanilo. “Necesitamos más datos y servicios de análisis con mayor alcance y protección para el usuario. De otro modo, corremos el riesgo de centrarnos demasiado en la supuesta alerta del fentanilo y prestar menos atención a otras sustancias probadas y con mucho riesgo, como la metanfetamina”, añade Zara Snapp, directora de la organización.
Los expertos consultados para este reportaje coinciden en una falta de voluntad de las autoridades para documentar los casos de consumo y sobredosis de drogas. Sin embargo, Martínez reconoce que gracias a las redes sociales hay más demanda de testeos. Él y su equipo lo notan en la escasez de las pruebas de análisis, que también están disparando el precio de los reactivos usados en el laboratorio.
Precaución en los festivales
El inicio del año en el centro de México ha estado marcado no solo por la histeria por el fentanilo. También por los festivales de música, donde desde hace cinco años se instalan carpas con pequeños laboratorios para realizar análisis gratuitos de drogas. En estos espacios, los organizadores han notado que los asistentes han perdido el pudor a acercarse y sacar sus sustancias. Monse Castera, promotora cultural en el festival Ceremonia, explica que en otras ocasiones no buscaban fentanilo en el evento. “En los resultados que nos daban otros años había veneno para ratas en las tachas”, indica e insiste en que los eventos no promueven el consumo, pero tienen una mesa ahí para fomentar la seguridad. Este año van a incluir el opiáceo en la búsqueda de los análisis. “Si no quieres que te pase nada mejor no consumas, pero el uso de drogas recreativas debería ser un derecho para el entretenimiento. Desde la prohibición y la negatividad se vuelve un tema tabú y ahí está el problema, por lo que no lo vamos a dejar de hacer”, asegura. Castera cuenta que en una fiesta privada en la semana del arte que organizaba llevaron análisis y de 22 muestras estudiadas una dio positivo en fentanilo y otra fue un falso positivo. “La clave para prevenir accidentes es la comunicación. Hablar de las drogas sin tabú y sin miedo”, añade.
La responsable de un festival de música electrónica que prefiere no dar su nombre ni el del evento indica que de las casi 10.000 personas que asistieron en la edición pasada, 370 llevaron sustancias para analizarlas y ninguna dio positivo en fentanilo. “Hubo sustancias no detectadas, porque no entraron en los parámetros de las que sabemos que existen. También vemos muchas drogas mezcladas con más cosas, algunas con efectos contrarios”, advierte. Estas son las políticas de prevención que los especialistas como Silvia Cruz incentivan viendo cómo la crisis del fentanilo hace estragos en el norte. “No se busca que haya una persecución al consumidor, se busca que haya servicios de emergencia. Mejor nos preparamos, ¿no? En el norte del país la epidemia llegó para quedarse, la probabilidad de que se expanda es muy alta. La gente se mueve y tenemos mucho turismo gringo. Ojalá estemos equivocados”, dice.
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