Recientemente se ha incrementado el número de editoriales de América Latina que abren sede en España o de editores que arrancan proyectos aquí. Buscamos las claves de este fenómeno
ANDRÉS SEOANE / LA LECTURA
Desde que a finales de los años 90 y principios de los 2000 naufragó el sueño de unificar el mercado de ambas orillas, el mundo del libro en español busca la manera de recrear una fórmula de conexión que estreche lazos entre su diversa geografía repartida por dos continentes. Los datos globales del sector son halagüeños y lo posicionan entre los diez mejores del mundo, con un valor en torno a los 4.500 millones de euros y cerca de 300.000 títulos publicados en 2020, según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC). Sin embargo, estas cifras esconden fuertes desequilibrios. De este total, la edición española se ocupa de más de 80.000, seguida por Argentina y México, con más de 20.000 cada uno, repartiéndose entre los tres países casi la mitad de la cifra.
Mayor socavón se aprecia en el capítulo de exportaciones. Según el Informe de Comercio Exterior del Libro 2021, las exportaciones de España a Latinoamérica suponen un 47% del total, dejando un saldo de 182 millones de euros, mientras que apenas el 2,5% de las importaciones que llegan a nuestro país tienen origen hispanoamericano. Unos números sorprendentes que el informe El ecosistema del libro en Iberoamérica, publicado por CERLALC en 2022, explica aduciendo que «España, a través de sus volúmenes de exportación, de la amplia presencia de filiales de sus empresas y de la publicación de buena parte de los principales autores latinoamericanos es, desde hace varias décadas y cada vez con mayor fuerza, el gran organizador de los flujos regionales«.
Sin embargo, el documento también destaca que «desde América Latina a España hay un trabajo importante de pequeñas editoriales que están haciendo un buen trabajo presentando y poniendo en circulación autores, sobre todo autoras. Hay autores y autoras que están vendiendo 1.500 ejemplares, lo cual está muy bien para editoriales unipersonales. Las independientes hacen un buen trabajo porque conocen el nicho. De América Latina a España mejora en función de nichos. Hay un cierto optimismo en este sentido».
La base del optimismo se halla, como viene ocurriendo desde hace años, en el trabajo de las pequeñas editoriales y el dinamismo y variedad de sus propuestas frente a lo que fue la idea de concentración editorial proyectada hace tres décadas por los grandes grupos, como defendía el profesor universitario, crítico literario y ensayista Gustavo Guerrero en su visionario ensayo Paisajes en movimiento. Literatura y cambio cultural entre dos siglos (Eterna Cadencia, 2018). «Hubo un gran voluntarismo y un proyecto ambicioso por parte de Alfaguara y después de Planeta. Pero las condiciones de esa ‘edad dorada’ que fue el Boom no se repitieron en los años 90. Se trató de recrear aquel mercado, pero se fracasó porque creo que hubo una subevaluación de las dificultades que presentaba reconstruir esa comunidad de lectores, tanto desde el punto de vista político como de la circulación fiscal del libro».
UN ‘EFECTO REBOTE’
En este sentido, el también consejero literario de Gallimard asegura que hoy en día el proyecto de unir ambas orillas es más sólido porque «se está haciendo de abajo para arriba, con pequeñas editoriales como Eterna Cadencia, Sexto Piso, Periférica y muchas otras que distribuyen en ambos lados. El objetivo es consolidar primero los públicos locales y después ir de lo local a lo global, y no al revés, lo que fue uno de los errores en su día. Sigue existiendo la ambición de crear ese mercado, capítulo destacado en nuestros programas de cultura hispanoamericana para el siglo XXI».
La novedad en este flujo nunca roto, pero discontinuo y desigual, no se halla en la dirección, sino en el sentido. Aunque hay notables ejemplos de editoriales latinoamericanas que trabajan desde hace años en nuestro país -la mexicana Sexto Piso, las argentinas Eterna Cadencia y Adriana Hidalgo o la chilena RIL-, en los últimos años, y especialmente meses, su número se ha disparado. ¿Cuáles son las causas? Como explica el escritor chileno y editor de MilMadres Julio Espinosa Guerra, que lleva 22 años en España, una de ellas puede ser el efecto rebote. «Este fenómeno es, en buena medida, una respuesta al desembarco de editoriales independientes españolas en Latinoamérica desde hace años. La llegada de Candaya, Asteroide, Impedimenta o Páginas de Espuma, generó una reacción: ¿si ellos lo están haciendo acá, por qué nosotros no podemos hacerlo allá? La pregunta es si a un editor latinoamericano le sale a cuenta tratar de controlar el mercado desde su país de origen o desde España», reflexiona.
La respuesta la tiene Adam Blumenthal, editor en España de la argentina Sigilo, fundada en Buenos Aires en 2014 por Maxi Papandrea y que trabaja en nuestro país desde 2018. «Nos dedicamos principalmente a la literatura latinoamericana contemporánea. Allí trabajamos con autores más consolidados como Valeria Luiselli o Juan Cárdenas, y aquí más primeras o segundas novelas. Decidimos abrir una sede España también por el peso del país. Cuando una editorial tiene mercado aquí y en otro país americano, es mucho más fácil conseguir derechos y publicar autores«.
VENTAJAS DE EXPORTACIÓN
Según cuenta, la idea de venir a España surgió por la ambición de crecimiento del proyecto. «Argentina es un mercado importador y España uno exportador. Por eso, aunque te vaya bien en Argentina, el mercado local no alcanza de por sí para mantener una editorial que tiene la ambición de publicar tanto autores latinoamericanos importantes como libros traducidos. Además, es más fácil exportar desde España a México o Perú. La inflación crónica de Argentina obliga a las editoriales a mantener una cuenta estable en divisa, una parte del negocio que pueda manejarse con una moneda estable. Por eso exportaciones y productos como ebooks y audiolibros se hacen desde aquí».
Los desequilibrios de todo un continente
«Hablamos de un continente y de varios países que son casi continentes y eso hace imposible una identificación con España», advierte el editor de Páginas de Espuma Juan Casamayor, que visita anual-mente casi todos los países del ámbito hispánico. «Son más de 20 literaturas muy distintas entre sí, sometidas a unas características socio-políticas y culturales muy diversas». Las más nocivas: mercados editoriales poco conectados y nacionales, bajos índices de lectura y de poder adquisitivo o grandes costes de aduanas.
«En Latinoamérica es muy difícil mover libros entre países. La aduana y los transportes son caros, y muchas veces los libros que se distribu-yen en Ecuador no se conocen en Chile y los de Uruguay en Colombia», explica. De hecho, suele ser más rentable que los libros pasen antes por España que que crucen una sola frontera. «A mi distribuidor uruguayo le sale más barato traer libros de Samanta Schweblin desde España que desde Argentina, y hablamos de cruzar el río de La Plata».
Una realidad que conoce bien Leopoldo Kulesz, de Libros del Zorzal, que decidió trasladar su editorial desde Argentina a España. «Empecé a sacar libros puntuales aquí y la experiencia y el apoyo fueron buenos, pero a distancia es complicado«. Hace año y medio se radicó en Barcelona, aunque comenzó a sacar libros el septiembre pasado. «La editorial argentina sigue funcionando como siempre, el sello y el catálogo es el mismo, pero aquí ya editamos con ISBN español». Kulesz tiene claras las ventajas de cruzar el charco. «Argentina desde hace algún tiempo es un país cerrado. Exportar e importar es una actividad casi épica y muy laboriosa sujeta a miles de trabas. Hay dos monedas, una oficial, que es la que computa en la exportación, y otra no oficial que es la del mercado. Así, cuando uno exporta tiene que vender los libros al doble de precio para cobrar la mitad», detalla. «Además, cuando el librero español ve que el ISBN es local ve el proyecto mucho más sólido. Porque, si un libro funciona bien y se agota, sabe que lo puede reponer pronto, y si es de fuera pueden pasar meses».
Un caso similar nos cuenta el venezolano Ulises Milla, editor de la recién fundada Big Sur. Nieto del fundador de la mítica editorial Alfa de Montevideo, trasladada por su padre a Caracas en 1977, su proyecto editorial, que lleva cuatro títulos, se centra en la no ficción narrativa internacional. «En Venezuela, publiqué a varios autores latinoamericanos y fue muy difícil llegar a otros países. Ya hay editoriales, españolas y latinoamericanas, que lo están haciendo muy bien en lo tocante a narrativa en español, así que decidí probar algo distinto«, explica. «Si trabajas con catálogo local es probable que te muevas muy bien dentro de tu mercado nacional, pues es el natural, pero definitivamente, introducir autores latinoamericanos aquí es muy difícil, porque hay mucha competencia. Incluso existen casos de autores latinoamericanos que en sus países no eran muy vendidos y que tras ser publicados por editoriales como Anagrama o Asteroide se convierten en fenómenos editoriales. La marca de la editorial española los legitima».
FOMENTAR EL DIÁLOGO
Esta especialización es un valor que destaca Guillermo Quijas, de Almadía, una editorial muy potente en su México natal que desembarca ahora en España. «Lo conversaba el otro día con los amigos de Sexto Piso, que nacieron casi con nosotros, pero llevan en España casi 20 años, que las editoriales que nacen en los últimos años tienen ya claro el perfil que buscan, qué quieren editar, a qué públicos dirigirse… Están mucho más profesionalizadas. Muchas ya nacen con vocación más global, tanto de edición como de difusión. Ahora es muy visible el esfuerzo por las jóvenes editoriales independientes latinoamericanas por venir a España y por llegar a todo el ámbito hispánico».
En su caso, la aventura española arrancó en 2022 tras ser postergada por la pandemia, pero era un proyecto que tenían desde el principio. «Queríamos hacerlo, sí, pero esperamos a que la editorial estuviera consolidada en el mercado mexicano y latinoamericano, que fue el proyecto principal, circular por todo el continente». Más allá de las ventajas de distribución -«desde España es más económico y operativo»-, Quijas explica que «el peso editorial de España es lo principal para venir aquí. Es un buen puente para otros mercados, como el europeo. Si bien nuestro catálogo siempre ha sido un 85-90% latinoamericano, llegar aquí supone una pequeña modificación para adaptarnos a un mercado distinto, y las traducciones crecerán en los próximos años. La idea, supongo que como la de todos, es fomentar el diálogo entre ambas orillas«, concluye.
En este diálogo incide, Espinosa Guerra, que aporta también que muchos países latinoamericanos dan facilidades a sus editoriales. «Cada país es un mundo, pero en muchos casos es el Estado el que promueve estas iniciativas. Por ejemplo en Chile, el gobierno practica una política económicocultural, está intentando proyectar las editoriales chilenas en España y en algún otro país europeo», explica. «Por un lado, trata de que las editoriales chilenas hagan coediciones con editoriales españolas para que adquieran la experiencia del mercado de aquí y que, a medio plazo, puedan abrir una sucursal en España».
Detrás de esto, opina, está el interés por retener, en cierto sentido, el talento local. «Hay muchos autores que conocen el éxito en una editorial independiente latinoamericana que luego dan el salto a España desde una española, independiente o de un gran grupo que los ficha internacionalmente. Y eso se quiere evitar. Para monopolizar el circuito de edición, quieren eso, para que no les coman mercado», defiende. «Si una editorial latinoamericana le dice al autor que su libro va a estar también en España, ese es un polo de atracción muy potente a la hora de conseguir autores. E incluso de retenerlos y que no se vayan a Candaya o a Páginas de Espuma. Y también para tener más peso local, en el mercado nacional.
No obstante, tras más de dos décadas en nuestro país, el escritor y editor recuerda que es complejo pensar en una conversación fluida entre un territorio tan amplio y diverso, más allá de la unión lingüística. «Es utópico pensar que toda la literatura latinoamericana se conoce entre sí porque hablamos de todo un continente. Es como preguntarnos aquí qué autor de 30 años está triunfando en Alemania… Igual nos llega por Planeta o Penguin el último best seller, pero que fluya la literatura es más complejo». En cuanto a España, concluye que, por encima de todo, «está el deseo, la utopía, el sueño de consolidarse aquí, porque España sigue siendo referencia. Como que al padre no se le ha matado del todo».
Fuente: https://www.elmundo.es/la-lectura/2023/03/24/641c94de21efa0d3028b4586.html