Por Jesús Manuel Hernández
Dos asuntos al interior de Acción Nacional llaman la atención, ambos coinciden en el exceso de rudeza aplicada en las decisiones.
Por un lado, la imposición en Puebla de Pablo Rodríguez Regordosa al frente del comité municipal rodeado de una serie de denuncias externas e internas, incluso en el senado en torno a la deshonestidad de su función pública, otras entre los militantes locales que no acudieron a la asamblea e iniciaron declaraciones en contra, como es el caso de Pablo Montiel Solana, otrora colega de grupo político de Pablito.
La asamblea fue despreciada por la militancia, solo el 16 por ciento acudió a votar en su favor, el vacío se hizo en el comité municipal tal vez como una estrategia que pretende demostrar que los panistas de la ciudad están hartos del morenovallismo.
Este asunto tiene íntima relación con otro, el que en el orden nacional compromete más la alianza de Margarita Zavala, Josefina Vázquez Mota y Ricardo Anaya en contra de Rafael Moreno Valle a quien se le ha puesto en el banquillo de los acusados.
El ex gobernador, que ahora despacha en su casa de Las Fuentes, había prometido su apoyo a la candidata por el Estado de México bajo la condición de que no fuera incluido Eduardo Rivera en el equipo de Vázquez Mota. Pero dadas las experiencias del pasado, nadie le creyó y por tanto Josefina lo nombró coordinador de estrategia de la campaña.
En consecuencia, el morenovallismo actuó en el Congreso contra Rivera inhabilitándolo y multándolo, sin consultar con los actuales mandos políticos del estado, un asunto que además se convierte en la piedra en el zapato para la gobernabilidad local.
Las universidades privadas reaccionaron, los empresarios se sumaron, los panistas se ausentaron de la asamblea y Ricardo Anaya designó a Eduardo Rivera delegado del partido en el Estado de México, una clara manifestación de reto a la fuerza de Rafael.
La confrontación está a la vista, el rompimiento es claro, y todo por una rudeza innecesaria. Eduardo Rivera nunca hubiera llegada a ser candidato del PAN a gobernador de Puebla, el número de militantes en el estado controlados por el morenovallismo es muy superior al del grupo tradicional concentrado más en la capital.
Lalo Rivera jamás fue un peligro para la continuidad del proyecto transexenal, el verdadero problema, la piedra en el zapato es la necedad de su líder.
O por lo menos, así me lo parece.
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