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De Vitruvio a Gibson: así ha cambiado el canon de belleza a lo largo de los siglos | El Confidencial

El cuerpo perfecto siempre ha estado marcado por el momento que nos ha tocado vivir, y ha variado mucho con el paso del tiempo

Foto: iStock.

ADA NUÑO / EL CONFIDENCIAL

Ya sea para saber cómo se ha puesto así de musculoso Henry Cavill para su último papel o cómo le queda ese vestido a una de las Kardashian, todos en mayor o menor medida estamos influidos por la industria del espectáculo, hasta el punto de que nos hemos convertido en parte de la misma: la civilización del espectáculo. Son los famosos y los ahora llamados ‘influencers’ los que suelen marcar las pautas de todo aquello que se pone de moda, y el resto de la población, los que suelen seguir estas pautas diligentemente.

Cumplir con el canon estético, relacionado con el cuerpo perfecto, es algo a lo que muchas personas aspiran. Por ello, los gimnasios suelen estar llenos a cualquier hora del día, más allá del famoso ‘mens sana in corpore sano’. Pero también la publicidad nos bombardea continuamente e introduce en nuestro cerebro ese humano deseo de convertirnos en seres mejores y superiores a los que ya somos.

Y el canon siempre ha estado ahí, por supuesto, como señala este vídeo con mejor o peor acierto, recorriendo diferentes épocas de la historia de manera, quizás, un poco genérica.

El vídeo se centra en la mujer probablemente debido a que el canon corporal de ellas a lo largo de la historia ha sufrido muchas más fluctuaciones que el de ellos. Hacemos ahora un breve recorrido por algunas de las estéticas que más han marcado a la humanidad, muy relacionadas con el momento que les tocó vivir (como es lógico).

El hombre perfecto, el de Vitruvio

Como decíamos, el canon para los hombres ha sido menos voluble y cambiante a lo largo de la historia. El cuerpo perfecto sería, como bien dejaron claro los griegos en sus representaciones clásicas, el delgado y musculoso como bien representa el David de Miguel Ángel. Aun así, pocas personas han indagado tanto en el tema como Leonardo da Vinci, cuando en 1490 decidió llevar a cabo su estudio de lo que serían las proporciones ideales del cuerpo humano. Se lo denomina así por el romano Vitruvio, arquitecto de Julio César durante su juventud.

Y, ¿cómo debe ser el cuerpo perfecto, entonces? Recapitulemos:

  • El rostro desde la barbilla a las raíces del pelo debe medir una décima parte de la altura total.
  • Lo mismo sucede con la palma de la mano (desde la muñeca al extremo del dedo corazón).
  • La cabeza (desde la barbilla a la coronilla) debe medir una octava parte del cuerpo.
  • Del esternón a las raíces del pelo hay una sexta parte del cuerpo.
  • De la parte media del pecho a la coronilla, una cuarta parte.
  • Del mentón hasta la nariz, una tercera parte del rostro.
  • La frente mide igualmente otra tercera parte del rostro.
  • El pie equivale a un sexto de la altura del cuerpo.
  • El codo una cuarta parte de todo el cuerpo.
  • El pecho equivale igualmente a una cuarta parte de todo el cuerpo.
  • El ombligo es el punto central del cuerpo humano. En efecto, si se coloca un hombre boca arriba, con las manos y los pies estirados, situando el centro del compás en su ombligo y trazando una circunferencia, esta tocaría la punta de ambas manos y los dedos de los pies.
  • La figura circular trazada sobre el cuerpo humano nos posibilita el lograr también un cuadrado: si se mide desde la planta de los pies hasta la coronilla, la medida resultante será la misma que se da entre las puntas de los dedos con los brazos extendidos.

Un estudio de 2020 llegó a la conclusión de que el cuerpo humano ideal de Da Vinci y las proporciones contemporáneas son muy similares

Por supuesto, más allá del significado meramente estético del hombre de Vitruvio, la obra de Leonardo tiene un significado mucho más profundo: con el Renacimiento, el teocentrismo da paso al antropocentrismo. El hombre es el centro de todas las cosas. Pero, curiosamente, un estudio realizado en 2020 dirigido por la matemática Diana Thomas, de la Academia Militar de EEUU en West Point, llegó a la conclusión de que el cuerpo humano ideal de Da Vinci y las proporciones contemporáneas son muy similares. Para llegar a esta conclusión, utilizaron unos escáneres de alta tecnología que midieron los cuerpos de casi 64.000 hombres jóvenes y algunas mujeres.

La belleza con curvas…

Guste o no, la mujer siempre ha estado más sometida a los cambios y las variabilidades del canon estético en cuanto al cuerpo se refiere. La historia de la humanidad es amplia y la belleza de una generación poco ha tenido que ver con la siguiente. La pintura, antes de la fotografía, nos ha ayudado a sumergirnos en mundos ya extintos y conocerlos mejor. Al igual que en momentos más remotos, en las que las curvas representaban la fertilidad (recordemos las Venus paleolíticas, con enormes pechos y tripas, muy diferentes a las esculturas neoclásicas), los cuadros de determinados pintores nos han servido para conocer el cuerpo ideal de la mujer en diferentes épocas.

Los últimos estudios al respecto sobre las Venus de la Edad de Piedra son muy interesantes. Siempre se había creído que representaban la fertilidad y la feminidad, pero una investigación de Richard Johnson, de la Universidad de Colorado, llegó un paso más: podrían haber significado un símbolo de supervivencia en la época de las glaciaciones, cuando se daban periodos de hambruna prolongados.

En tiempos de glaciaciones, el ideal de belleza era el de supervivencia: la mujer mejor alimentada era la que tenía más posibilidades de vivir

En otras palabras, el ideal de belleza en aquellos momentos (y el que se representaba, por tanto, al tallar las estatuas) era la mujer bien alimentada y gorda, por una mera cuestión de supervivencia: ella era la que podría sobrellevar las duras condiciones climáticas.

Quizá menos antropológicas, pero también fascinantes, son las creaciones de Boticcelli, que nos acercan al Renacimiento. ‘Las tres gracias’, de Rubens, entradas en carnes (quizá por gusto personal del pintor) nos acercan un poco al Barroco. Las composiciones de este último son mucho más sensuales y, por qué no decirlo, rellenas.

En muchos casos el canon y la diferencia delgadez-gordura también ha estado marcado por el alimento disponible, como veíamos con las Venus, aunque eso fue en un tiempo anterior a la moda que podía marcar la publicidad. Hacia 1770, en Europa comenzó a ponerse el énfasis en las caderas y el trasero de las mujeres introduciendo rellenos y el llamado rodillo.

Un anuncio de los 50: «Si estás muy delgada por unos malos hábitos alimenticios, ganar el peso deseado puede ser más fácil de lo que imaginas»

En los años 50 en Estados Unidos los periódicos anunciaban unas pastillas milagrosas que hacían engordar a las mujeres: «Si quieres lucir mejor y estás muy delgada por culpa de unos malos hábitos alimenticios, ganar el peso deseado puede ser más fácil de lo que imaginas». Ver para creer. Y esto no era exclusivo de las mujeres: «Ningún hombre delgado tiene un gramo de ‘sexappeal’ o éxito con las mujeres«. Anuncios que repetían la estrategia de otros más antiguos, creados durante la Primera Guerra Mundial, como el que exponemos a continuación.

Ya no hay necesidad de estar delgado y poco desarrollado. (Wikimedia commons)

… o la extrema delgadez

En contraposición con las mujeres con curvas, ha habido épocas en la historia en las que la delgadez extrema marcaba la belleza predominante. En los años 20, por ejemplo, las ‘flappers’ dominaron la escena. La razón del cambio era claramente sociológico: ellas se deshacían de sus corsés, liberándose de alguna manera de su pasado y emancipándose. El cuerpo andrógino era la norma, al igual que el peinado a lo ‘garçon’ (llamado también ‘corte bob’, imitando a la actriz Louise Brooks), tratando de emular de alguna manera la libertad y emancipación de los hombres.

El cuerpo andrógino era la norma para la ‘flapper’, al igual que el peinado a lo ‘garçon’, tratando de emular la libertad de los hombres

Tras la Primera Guerra Mundial, en ese periodo de corta felicidad antes de la siguiente contienda, las ‘flappers’ fumaban, consumían cocaína, conducían, escuchaban jazz, salían de bares, se maquillaban y tenían una actitud independiente. Eran la evolución natural de las primeras ‘it girls’ de la historia, las chicas Gibson, algo así como ‘la chica de al lado’ de la Belle Époque. La chica Gibson fue el ideal de belleza de principios de siglo, y como la ‘flapper’, era alta y delgada. La delgadez venía acentuada por el corsé, pero cuando llegaron los años veinte ya se consideraban bastante anticuadas.

Hasta los años sesenta, la delgadez en el siglo XX no volvería a ser considerada ideal de belleza. La llegada de la modelo Twiggy cambiaría de nuevo el concepto. Twiggy (literalmente ‘ramita’) era extremadamente delgada y no medía más de 1,68, y rápidamente se la comparó con otras supermodelos de la época como Jean Shrimpton. Probablemente, junto con Audrey Hepburn y posteriormente con Kate Moss, Twiggy ha sido uno de los mejores ejemplos de esa combinación de belleza y delgadez.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-02-18/canon-corporal-largo-tiempo-belleza_3371864/

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