Auténticos ‘templos de consumo’, su impacto fue innegable y sigue resonando en la actualidad, pese a la creciente presión digital.
Sophie Fernández / Magas / El Español
En una era donde la digitalización está aglutinando un número cada vez mayor de consumidores, parcialmente a costa de los comercios físicos, resulta fundamental recordar que ir de compras de forma presencial era, hasta hace poco, una costumbre mayoritaria.
El fervor que generan periodos como las rebajas se debe, en parte, a la creación de un concepto que revolucionó para siempre el sector de la moda hace ya más de un siglo: el de los grandes almacenes.
¿Pero cómo nacieron estos ‘templos de consumo’? ¿Por qué se presentaron como una oportunidad? ¿A quién se dirigían inicialmente? Analizamos el impacto de estos edificios cuyo espíritu ha sobrevivido hasta hoy.
El origen
A mediados del siglo XIX, y tras cientos de años de consumo en comercios locales o por encargo, la sociedad empieza a requerir estructuras más ambiciosas destinadas a fomentar la economía. Los grandes almacenes se presentan, por ende, como una respuesta clara, no solo a la necesidad de innovación, sino a la demanda creciente de la población.
Encuentran su origen en Europa, esencialmente en Reino Unido y Francia. En 1835, Charles Henry Harrod, un comerciante de tés y mayorista de ultramarinos, abre su tienda, Harrods, en Stepney, antes de mudarse a Knightsbridge en 1849. Su boutique crece de forma progresiva, al ritmo del barrio en el que se encuentra.
Vista general de Harrods, en 1889. Getty Images
Desde entonces y con varias reformas a sus espaldas, su presencia es imparable. Richard Burbidge se convierte en su director general en 1891, impulsando el estatus del establecimiento tal y como lo conocemos en la actualidad. En 1909, emerge Selfridges, una cadena fundada por el norteamericano Harry Gordon Selfridge, que apuesta por este modelo en Oxford Street (Londres) y Birmingham, entre otros.
En Francia, su nacimiento está directamente relacionado con las reformas estructurales y de la política económica establecidas por Napoleón III. Numerosas ciudades, entre ellas París, viven una transformación completa: la capital cambia gracias a figuras como Haussmann, dando paso a nuevas calles, vías de transporte y establecimientos, como las galerías comerciales, de más fácil acceso.
«En una sociedad en la que se están asentando los inicios de una cultura de masas y se perfila paulatinamente una cierta modernidad del ocio, el shopping‘ se convierte, como el teatro, el baile, el café o el concierto, en una nueva distracción burguesa«, recuerda el Museo de las Artes Decorativas de París, que firma la exposición La naissance des grands magasins 1852-1925 Mode, design, jouets, publicité.
Su principal artífice es Aristide Boucicaut: empleado de la mercería Au Bon Marché, en 1838, perteneciente a los hermanos Videaux, conquista rápidamente por su buen gusto y sentido innovador. En 1852, se asocia con los fundadores, siendo partícipe de la evolución del negocio.
Apoyado por su esposa, Marguerite, impulsa un cambio significativo, teniendo en mente una idea clara: una tienda inmensa, con dependientas expertas y una cantidad de artículos amplia, destinada a satisfacer a la clientela, esencialmente femenina.
Ilustración de Au Bon Marché, publicada el álbum de de la Compagnie des Messageries Maritime, en 1894. Getty Images
Con esta idea pionera, que le habría surgido en 1855 durante la Exposición Universal al pasear entre los puestos, el emprendedor desea participar en la democratización de la moda. En 1863, se queda con la integridad de la empresa que, en la actualidad, sigue existiendo en la capital francesa.
Boucicaut no solo es un visionario por el desarrollo del propio negocio (potencia la decoración, la presentación y el servicio al cliente de forma inédita), también fomenta medidas laborales inusuales en ese momento, como la baja por maternidad.
Una evolución imparable
Por primera vez, las clientas tienen la posibilidad de contemplar los productos de cerca, tocarlos y probarlos. Cuentan con asesoramiento experto, pueden comprar por catálogo e incluso realizar pedidos a domicilio. Esta revolución inspira a autores como Émile Zola, quien publica Au bonheur des dames, haciendo eco de este proyecto.
Pero más que crear un establecimiento de éxito, Boucicaut fomenta una dinámica de consumo que se instalaría para siempre: en 1869, Ernest Cognacq y su esposa, Marie-Louise Jaÿ, deciden abrir una tienda inspirada en el Bon Marché, La Samaritaine. En 1893, Alphonse Kahn y Théophile Bader crean las Galeries Lafayette, siguiendo también su modelo de negocio, con una visión más enfocada al lujo.
Entrada de las Galeries Lafayette, en 1899. Getty Images
Esta fiebre se extiende a otros países europeos: los hermanos Bocconi abren en Milán una tienda de ropa llamada Aux Villes d’Italie en 1877. En Alemania, el KaDeWe es inaugurado en 1907 por Adolf Jandorf. Cuenta con 24.000 m² y cinco pisos en sus inicios.
España se suma, con la creación de ‘Conde, Puerto y Compañía’ en 1881, en Barcelona. Obra de Eduardo Conde Giménez, Ricardo Gómez del Olmo y Saavedra y Pablo del Puerto Arrey, la empresa dedicada al comercio minorista crece sin cesar. En 1921, pasa a llamarse ‘Grandes Almacenes el Siglo’.
Llega a proponer más de 30.000 catálogos y contar con 25 camiones para efectuar el reparto a domicilio de sus productos. En 1932, un incendio acaba con el establecimiento. En 1929, emerge Almacenes Capitol, en la calle Pelayo de Barcelona, que tiene un éxito notable en su primera década de vida.
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Madrid también cuenta entonces con un espacio similar: la Sociedad Madrid-París nace en 1924. Ubicada en Gran Vía, solo permanece abierta unos años. La década de los 30, marcada por grandes cambios políticos y sociales, precipita su cierre. El edificio se vende a tres organismos: Unión Radio, la cadena musical 40 Principales y la Sociedad Española de Precios Únicos (Sepu).
En 1934, Pepín Fernández abre las Galerías Preciados, en la calle del mismo nombre, en la capital española. Es la ampliación del establecimiento Sederías Carretas, ubicado en la calle Carretas. Más adelante, llega El Corte Inglés, en manos de Ramón Areces y César Rodríguez González.
La oferta se extiende a Estados Unidos. En 1860 nace Bloomingdale’s de la mano de Joseph y Lyman G. Bloomingdale en Nueva York, mientras que en 1879, Franklin W. Woolworth funda Woolworth’s, un establecimiento que populariza el concepto de venta de cinco y diez centavos. Apenas unas décadas más tarde, en 1902,Macy’s ve la luz en La Gran Manzana.
Vista general de la tienda Macy’s en Nueva York, en 1895. Getty Images
El final del siglo XX marca el boom de estos negocios: el consumo se dispara en un gran número de países y su oferta los convierte en espacios de gran poder de seducción para los consumidores. El inicio del milenio es, sin embargo, un momento crítico por la aparición creciente de tiendas de grandes firmas de moda, otras especializadas y, por supuesto, del comercio online.
Reinventados, reformados y partícipes de cambios sociales inevitables, los grandes almacenes marcaron un cambio profundo en la manera de consumir, sobre todo en el ámbito de la moda.
Contribuyeron, sin duda, al acercamiento de la sociedad a productos antes inalcanzables y sus edificios se convirtieron en iconos. Su herencia es innegable, pese a las polémicas que generaron y generan en la actualidad por el hiperconsumismo que pudieron llegar a fomentar.