Los estudios forenses de los cinco jóvenes muertos, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, elevan las dudas sobre la actuación de los militares que dispararon
PABLO FERRI / EL PAÍS
Un cuerpo con 12 heridas de bala y la cabeza destruida, otro con 10 y la espalda y las piernas hechas pedazos, otro con un único tiro en la sien… Son parte de los resultados de las necropsias a los cuerpos de los cinco jóvenes muertos a manos de militares, el fin de semana pasado en Nuevo Laredo, en el Estado de Tamaulipas. Los estudios muestran que las víctimas, todas entre 20 y 25 años, sufrieron en total 30 heridas por los balazos. Los soldados dispararon en total más de 60 veces.
Elaborado por peritos de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas entre el 26 y el 27 de febrero, el informe, del que EL PAÍS tiene copia, ilustra la intensidad y precisión de los balazos castrenses, abriendo aún más incógnitas sobre la actuación de los militares, que además de dejar cinco muertos, mandaron a un sexto muchacho al hospital. Hasta este miércoles, el joven seguía en coma inducido. Un séptimo muchacho sobrevivió. Las balas impactaron además en una vivienda cercana a la masacre, en la fachada y los cuartos interiores, donde viven un matrimonio mayor, su nieto, su esposa y los hijos de ambos, de dos y cuatro años. Ninguna de estas personas sufrió heridas.
La agresión ocurrió en la madrugada del domingo, cuando los jóvenes, siete en total, volvían en la camioneta de uno de ellos de pasar la noche en una discoteca. Pasadas las 4.00, los militares empezaron a seguir a los muchachos, según ha informado la Secretaría de la Defensa (Sedena). En un comunicado, la dependencia ha explicado que un convoy militar que andaba en la zona vio la camioneta justo después de escuchar balazos en los alrededores. Los militares siguieron el vehículo hasta que chocó con otro, en la colonia Cavazos Lerma. Fue entonces cuando empezaron a disparar.
El Ejército asegura también que los muchachos aceleraron la marcha cuando vieron los vehículos militares, pero el séptimo pasajero de la camioneta, Alejandro Pérez Benítez, el único de los muchachos que resultó ileso, ha explicado estos días que ellos siguieron a lo suyo, manejando, que pararon cuando se dieron cuenta de que los seguían y que fueron los militares quienes chocaron con ellos, antes de empezar a disparar. Sea como sea, lo único seguro es que los muchachos no llevaban armas ni cartuchos en la camioneta. Así lo narró el oficial castrense que firmó el informe de lo sucedido, documento que consta en el expediente del caso, en manos de la Fiscalía General de la República (FGR).
No está muy claro cómo y desde qué puntos dispararon los soldados. Se sabe que fueron cuatro en total, según la narración del oficial que firmó el informe, un capitán de caballería. Según el mando, sus hombres dispararon sin que él lo autorizara y pidió que parasen enseguida, vía radio. Ni el oficial ni la Sedena han dado detalles de los disparos, pero las necropsias sugieren posiciones múltiples de los soldados: los cuerpos presentan heridas de proyectil, de frente, de espaldas y de lateral.
No queda claro tampoco qué ocurrió después de la primera ráfaga de disparos. El superviviente Benítez ha explicado estos días que después de los primeros balazos, al menos uno de los militares disparó en dos ocasiones al joven que ahora está en coma en el hospital. Pérez dice también que mientras los militares lo tenían sometido, pecho en tierra, escuchó al menos dos disparos más. El joven no sabe si fueron dirigidos contra alguno de sus amigos.
Desangrado, ahogado en sangre
Las necropsias muestran que los dos cuerpos más maltratados por las balas fueron los del conductor y su copiloto, que sufrieron 12 y 10 heridas de bala respectivamente. Resulta extraño este aspecto, atendiendo al comunicado que emitió el martes la Sedena, que da a entender que los militares dispararon a la camioneta de los muchachos desde atrás, cuando acabó la persecución. Por otro lado, el informe que el oficial al mando de los soldados rindió ante la FGR tampoco habla de disparos hechos desde el frente. Solo dice que las camionetas militares “se emparejaron” con la camioneta de los muchachos y entonces escuchó disparos de sus hombres.
Las otras tres víctimas iban en la parte de atrás de la camioneta. Una recibió cinco impactos, otra dos y la tercera, uno. No se sabe cuántas balas impactaron en el muchacho que está en el hospital. De los tres de atrás, uno recibió un único disparo en la sien. La bala entró por el lado izquierdo de la cabeza y salió por la parte “posterior del cráneo”, como narra el perito.
De los dos de adelante, el conductor fue el que más heridas sufrió. En la fotografía del rostro que acompaña el informe forense, el cráneo presenta un enorme agujero, justo encima del ojo izquierdo, que sube hasta la línea del pelo y se extiende hasta el final de la ceja. La bala que le produjo esa herida entró por la sien izquierda. El muchacho recibió además balazos en el cuello, el pecho, el hombro izquierdo, los brazos, la rodilla izquierda…
El copiloto también salió mal parado. Él no recibió ningún disparo en la cabeza, pero sufrió múltiples heridas en el pecho, los brazos, el abdomen y las dos piernas. Algunas de las balas entraron por delante y otras por la espalda. El perito escribe en su informe que el joven murió por un “hemotórax secundario a perforación pulmonar” por los disparos recibidos. Se le inundaron los pulmones de sangre.
De los tres muchachos que iban en la parte de atrás llama la atención las heridas de uno de ellos, que apenas recibió dos balazos, uno en las nalgas, que el perito describe como “hueco pélvico”, y otro en el antebrazo izquierdo. El perito escribe en sus conclusiones que el joven falleció por un “choque hipovolémico producido por lesión de la arteria lumbar”, producto del balazo en el hueco pélvico. Es decir, que el muchacho murió desangrado.
Es importante lo anterior, porque una de las protestas de estos días del muchacho superviviente, Alejandro Pérez, y del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, que ha seguido el caso desde el principio, es que los militares mantuvieron allí a los muchachos durante horas, antes de pedir ayuda. En el informe que rindió a la FGR, el oficial al mando señala que la ambulancia que trasladó al muchacho herido llegó antes de las 5.20. El oficial no habla de la víctima del párrafo anterior.
De los otros dos, que iban igualmente en la parte de atrás, uno fue el que recibió un balazo en la sien. El otro sufrió cinco impactos, cuatro de los cinco en la espalda. Según el relato de los peritos, las balas salieron por el costado, como si el agresor hubiera disparado no directamente desde atrás, sino desde el lateral. Según el especialista, este joven murió por la herida que sufrió en el tórax. Su cuerpo ha sido el único del que los peritos rescataron una de las balas disparadas.
Suscríbase aquía la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país