Los cristianos que habitan los territorios palestinos se acercan al 1% de la población.
REDACCIÓN BBC NEWS MUNDO
En menos de una semana, el conflicto palestino-israelí escaló drásticamente y de forma violenta: dejó al menos 127 muertos y centenares de heridos por ataques desde ambos bandos.
Es la situación más grave que se vive en cinco años. y la Organización de Naciones Unidas teme por una «guerra a gran escala».
Y en medio de esta crisis, una minoría observa cómo un conflicto – que ya lleva casi 70 años sin resolverse- pone en peligro su existencia misma: los cristianos que residen en los territorios palestinos.
Habitantes milenarios de esta región, los cristianos palestinos, que representan el 1% de la población, señalan que para muchos la única opción es migrar. Abandonar su nación.
«Nosotros no somos cristianos únicamente. Somos ante todo árabes, palestinos. Y todo lo que pasa acá nos afecta directamente«, le dice a BBC Mundo Bandak Saleh, un cristiano ortodoxo que vive en Belén, en Cisjordania.
«Si el conflicto no se resuelve, no van a quedar cristianos en la tierra donde nació Cristo», señala.
La mayoría de los cristianos que viven en Jerusalén son palestinos.
En BBC Mundo consultamos a varios líderes y miembros de las iglesias cristianas que residen en los territorios palestinos para conocer cómo ven esta crisis, la escala de violencia y su futuro dentro de la región.
1. «Una ‘ideología extremista’ desangra la Ciudad Santa»
Actualmente, la población cristiana en los territorios palestinos es de unas 50.000 personas (apenas el 1%), que se distribuyen en las ciudades de Belén, Ramala y Jerusalén. Además de los que residen en la Franja de Gaza.
De todos ellos, el 48% pertenencen a la iglesia Ortodoxa griega, un 38% a la iglesia católica y el resto a iglesias protestantes, presbiterianas y ortodoxas de otros ritos (sirio y armenio).
En estas ciudades están algunos de los centros de peregrinación centrales para sus creencias religiosas: los lugares donde nació, predicó y murió Jesús, según el relato bíblico y la tradición cristiana.
Para los líderes cristianos en la región, el principal reclamo es que las acciones del gobierno de Israel hacen parte de «un intento inspirado en una ideología extremista que niega el derecho a la existencia a quienes viven en sus propias casas», como lo expresó el patriarca latino en Jerusalén, el obispo católico Pierbattista Pizzaballa, en un comunicado reciente.
«Y eso desangra el alma de la Ciudad Santa», agrega.
Por su parte, para el secretario general del Consejo de las Iglesias Cristianas de Oriente Medio, Michel E. Abs, hay una consecuencia clara: «Cualquier conflicto, guerra, enfrentamiento político siempre causa desplazamiento, que la gente tenga que irse del lugar donde vive», le dijo a BBC Mundo.
Para Abs, al ser los cristianos una minoría, esa amenaza de fondo hace que estén en mayor riesgo de desaparecer si el conflicto se mantiene.
«Los árabes cristianos que tienen que huir no tienen muchos países o comunidades cercanos donde establecerse y, al ser una minoría, tampoco tienen las mismas posibilidades de apoyo que sí tienen los árabes musulmanes, que son la mayoría».
Eso podría condenar a la comunidad que ha habitado por siglos la región de Palestina, opina el secretario del Consejo.
«Sin embargo, la amenaza es constante. No se puede crecer o tener una vida tranquila si constantemente hay una entidad que te quiere sacar de tu casa, cortar el árbol que está en tu patio o que no te deja caminar tranquilamente», señala.
Un punto clave para los cristianos ha sido la ayuda que han recibido de cristianos palestinos que viven fuera de los territorios -en otros países, otros continentes- y que han ayudado a fortalecer la red de apoyo creada por los centro comunitarios, especialmente en Cisjordania.
«El papel que han jugado los líderes religiosos cristianos ha sido más efectivo a nivel micro: el apoyo a sus comunidades a través de las parroquias, de forma espiritual, sin importar si el beneficiario es cristiano o no», concluye.
«La comunidad cristiana tiene un peso simbólico, pero es muy pequeña»: Mariano Aguirre, experto en temas de Medio Oriente.
El conflicto afecta fuertemente a todos los que viven en Jerusalén, especialmente en la parte denominada Ciudad Vieja y el lado Este, donde habitan palestinos constantemente desplazados y que se sienten hostigados por los colonos israelíes.
La comunidad cristiana, en particular, se ve muy afectada por dos razones. Una, por el acoso creciente que tienen las comunidades cristianas ortodoxas y sus representantes religiosos por parte de los colonos israelíes.
Otra, porque de los aproximadamente 16.000 cristianos que viven en Jerusalén, alrededor de 13.000 son palestinos.
La comunidad cristiana en Jerusalén es muy pequeña. Tiene un peso simbólico y una presencia religiosa fuerte pero su capacidad de influir políticamente en el conflicto palestino-israelí es limitada.
Aun así, en la actualidad así como en otros momentos de alta tensión, líderes cristianos de Tierra Santa (agrupados en el Consejo de las Iglesias Cristianas de Oriente Medio) han denunciado que, desde su posición, la violencia en la ciudad tiene su origen en la política de ocupación de Israel de los territorios palestinos y los lugares sagrados desde hace siete décadas.
2. «Si hay conflicto, no hay economía»
En Jerusalén, los empresarios turísticos han denunciado a entidades israelíes por supuestas maniobras de presión para apoderarse de varios hoteles en la ciudad antigua que son propiedad de las iglesias cristianas.
Walid Dajani es dueño del hotel Imperial, que fu nciona dentro de un edificio que es propiedad de la iglesia ortodoxa griega y está ubicado en el barrio cristiano del sector antiguo.
Dajani dice que ha sido testigo de la presión que han ejercido grupos radicales israelíes para que abandone estos lugares y ceda su posesión.
«Ha sido una pesadilla. Este edificio ha sido propiedad de la iglesia cristiana ortodoxa por siglos y, por decisiones judiciales que no comprendemos, están a punto de perder ese control», le dice Dajani a BBC Mundo.
«Para lograrlo, han tomado una serie de decisiones: aumento de los impuestos a las iglesias, ataques verbales e incluso propuestas para aprobar la expropiación de nuestras propiedades», asegura.
El gobierno de la ciudad de Jerusalén y el de Israel han negado que exista una campaña para sacarle el control de los edificios a las iglesias cristianas, según han repetido en distintas declaraciones.
Una de las entidades israelíes que está señalada estar detrás de esa presión es Ateret Cohanim, que ha negado las acusaciones de «acoso» y de ataques verbales a presbíteros ortodoxos.
«Las afirmaciones o acusaciones del Patriarcado griego sobre ‘colonos radicales’ que atacan a sus sacerdotes con abusos verbales, etc. son absurdas, inaceptables y vergonzosas», le dijo al diario británico The Guardian, Daniel Luria, vocero de Alteret Cohanim.
«Ateret Cohanim cree en la convivencia con cristianos y musulmanes por igual, viviendo uno al lado del otro sin vallas ni fronteras, viviendo en cualquier barrio de Jerusalén», añadió.
Lo cierto es que la gran mayoría de los cristianos que reside en los territorios palestinos vive de la industria del turismo. Sobre todo, en Belén.
En el centro de esta ciudad, el Grand Hotel se impone con sus siete pisos de altura. Y desde hace años viene sufriendo las consecuencias del conflicto y ahora de la pandemia del covid-19.
«Habíamos logrado sobrevivir a la pandemia y cuando ya comenzaban los potenciales visitantes a reservar otra vez y veíamos la luz al final del túnel, este escalamiento nos obliga a volver a cerrar», le dice a BBC Mundo Fares Bandak, cristiano ortodoxo y propietario del Grand Hotel.
«Y así ha sido siempre: es imposible pensar que alguien va a venir de viaje si tiene que vivir su vacación con la sensaciónde que puede haber un bombardeo. Sin estabilidad es muy difícil construir una comunidad».
Para Bandak, ahí radica uno de los grandes problemas: el turismo depende totalmente de lo que permita Israel.
«Nosotros no tenemos aeropuerto, o sea, los viajes a Belén o a Jerusalén dependen en su mayoría de Ben Gurión (el aeropuerto internacional ubicado cerca de Tel Aviv, en territorio israelí)», señala.
Y agrega que mientras en Israel llevan adelantada una gran campaña de vacunación contra el coronavirus que ha permitido la reactivación turística, en los territorios palestinos apenas están comenzando.
Igual también es consciente que del lado palestino hay obstáculos para llegar a un acuerdo de paz. Y uno muy concreto es Hamas, la principal organización militante palestina que controla la Franja de Gaza.
«No hago parte de Hamas porque es una organización musulmana y aunque si tiene una posición extremista, no creo que sea una organización terrorista como lo señala Israel», señala.
«Por supuesto que Hamas es un obstáculo para alcanzar un acuerdo de paz, pero ellos están buscando defender los intereses de todos los palestinos de una ocupación y un acoso constante por parte de Israel», agrega.
3. «No podemos visitar las iglesias«
Saleh Bandak ha sido arrestado reiteradamente. Y ha pasado varias jornadas en prisiones israelíes.
Después de varios años de activismo político, ahora se dedica al negocio de la gastronomía. Vive en Belén donde tiene un restaurante cerca de la iglesia la Natividad, uno de los principales centros de atracción que tiene la llamada «Tierra Santa».
«Soy cristiano ortodoxo y muchas veces cuando quiero ir a rezar al templo de María Magdalena, que es uno de los templos sagrados que están en Jerusalén, no me permiten el paso, no puedo hacerlo», le dice Saleh a BBC Mundo.
Y para él esto podría tener un impacto a futuro, hasta el punto de que no haya más cristianos en los territorios palestinos.
«Nadie quiere vivir así. La gente quiere vivir tranquilamente, si quiere ir a rezar, que es algo cotidiano, debería poder hacerlo sin necesidad de presentar documentos en su camino a la iglesia», reclama.
«Lo vengo diciendo: si continúa el conflicto, no habrá más cristianos en la tierra de Cristo. Donde nació y donde murió Jesús», señala.
Y ante la pregunta sobre Hamas como un posible obstáculo para alcanzar un acuerdo de paz en la región, cree lo contrario.
«Hamas no es nuestro enemigo. Al contrario, tengo varios amigos que militan en Hamas. Ellos nunca han sido una amenaza para los cristianos en Palestina», señala.
Al igual que Saleh, Bandak no es optimista sobre el futuro.
«No se trata solo de que afecta a los cristianos en Palestina, sino que no soy optimista de lo que va a pasar con los palestinos en general. Cada vez hay más amenazas y más acoso por parte de Israel», señala.
«Y no veo cómo el conflicto vaya a detenerse».
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-57108299