El Colegio de México cumple el sueño del historiador Daniel Cosío Villegas al publicar en 8 tomos esta colección, coordinada por el director de Estudios Históricos del plantel, Pablo Yankelevich, y el historiador Javier Garciadiego, quien resume aquí el proyecto.
JUDITH AMADOR TELLO / PROCESO
Ciudad de México (Proceso).- Una crítica al economista, historiador y politólogo Daniel Cosío Villegas a su famoso ensayo “La crisis de México”, hecha por el escritor José Revueltas, dio origen a la colección “Historia de la Revolución Mexicana”, que ahora –a más de siete décadas de haber sido proyectada– entrega El Colegio de México (Colmex), por primera vez completa.
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Coordinador con Pablo Yankelevich de esta edición en ocho tomos, que abarca de 1910 a 1960, el historiador Javier Garciadiego Dantán relata vía zoom a Proceso los avatares de esta empresa, desde el momento en el cual fue planeada por Cosío Villegas hasta hoy.
“La crisis de México” se publicó en 1947 y –a decir de Garciadiego– fue “absolutamente revelador, un parteaguas, en el cual argumentaba que la Revolución Mexicana había entrado en crisis en el tránsito de Manuel Ávila Camacho a Miguel Alemán, y que había una crisis moral, es decir una crisis de corrupción, una crisis de liderazgo, y que la revolución había perdido sus lineamientos originales y fundamentales”.
El ensayo trajo muchos comentarios y críticas, pero la que más impactó a Cosío Villegas fue la de Revueltas, quien dijo que el politólogo no tenía visión histórica del país, “como diciendo que no entendía el siglo XX mexicano”. El ensayista se definía como alguien que usaba “muchas casacas”, pues además de economista era director del Fondo de Cultura Económica (FCE), había sido fundador de la Casa de España y del Colmex, diplomático y, ciertamente, “no había utilizado la casaca de historiador”.
La frase del autor de “Los días terrenales” y “Los muros de agua” hizo tanta mella en Cosío Villegas que le cambió la vida, relata Garciadiego. Decidió dejar el FCE y se puso a hacer investigaciones históricas. Partió de la idea de que para entender al México del cual hablaba Revueltas tendría que remontarse al porfiriato. Más aún, lo hizo yendo al triunfo del liberalismo en el siglo XIX, pues lo consideró el inicio del Estado mexicano moderno. Se publicó a mediados de los años cincuenta del siglo XX la “Historia moderna de México”, cuyos primeros tomos son sobre la República Restaurada.
Para continuar con el porfiriato, el historiador armó otro equipo, “pero fracasó por pleitos internos”, sólo lograron algunos tomos documentales de archivos. Garciadiego señala que indistintamente usaba los nombres de Historia Contemporánea de México o de la Revolución Mexicana, “lo que le importaba era entender el presente a partir del conocimiento histórico, como se lo había señalado José Revueltas”.
Hacia 1972 organiza otro equipo con nuevos historiadores y aparecieron los primeros tomos entre 1976 y 1978. Se proyectaron ocho tramos históricos que correspondían, “más o menos”, a los diferentes periodos presidenciales. Al final aparecieron tres tomos de 250 páginas para los diferentes periodos, que derivaron en la publicación de 19 de 23 volúmenes.
Resultó que el equipo uno, encabezado por Eduardo Blanquel, no hizo nada, pues murió en 1987 sin haber entregado una página. Garciadiego considera un error haberle encargado a él el proyecto, ya que “siendo extraordinario maestro, no era un autor de mano suelta, se le conocían muy pocas páginas”. El equipo dos, dirigido por Álvaro Matute, sólo entregó dos de tres tomos. Entonces quedaron pendientes cuatro.
Y fue hasta que el propio Garciadiego llegó a la Dirección de Historia, ya a finales del siglo XX, cuando se organizó un nuevo equipo, con la maestra Josefina Mac Gregor, quien aceptó “encantada” hacer un tercer intento. Aunque esta vez fue el nombramiento del historiador al frente del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) y posteriormente en la presidencia del Colmex lo que retrasó de nuevo el proyecto.
Temas para reflexionar
Tras todo ese periplo, que en sí mismo ya forma parte de la historia, el pasado lunes 4 de septiembre, en la Sala Alfonso Reyes del Colmex se presentó por fin la colección completa, con la participación de Pablo Yankelevich, director del Centro de Estudios Históricos del Colmex; Garciadiego; Luciano Concheiro, subsecretario de Educación Superior en la Secretaría de Educación Pública; Silvia Giorguli, presidenta del Colmex; y los autores Leonardo Lomelí y Lorenzo Meyer.
El primer volumen va de 1910-1914 y contiene el material inédito elaborado por siete autores “de la segunda y tercera generación de historiadores” respecto de la del grupo original: Josefina Mac Gregor, Santiago Portilla, Felipe Arturo Ávila Espinosa, Leonardo Lomelí, Pedro Salmerón y Pablo Yankelevich. Y se divide en “La caída del Porfiriato”, “La república democrática” y “La dictadura y la lucha constitucionalista”.
Los otros siete tomos son el legado de Cosío Villegas: El segundo es de 1914 a 1917, coordinado por Berta Ulloa; tercero 1917-1924 por Álvaro Matute y Leonardo Lomelí; cuarto 1924-1928 por Enrique Krauze, Jean Meyer y Cayetano Reyes; quinto 1928-1934 por Lorenzo Meyer, Rafael Segovia y Alejandra Lajous; sexto 1934-1940 por Luis González y González, Alicia Hernández Chávez y Victoria Lerner; séptimo 1940-1952 por Luis Medina Peña y Blanca Torres; y octavo 1952-1960 por Olga Pellicer, José Luis Reyna y Esteban L. Mancilla.
Garciadiego destaca que Cosío Villegas se propuso en sus diversos proyectos, como la “Historia mínima de México”, que los mexicanos dispusieran de una opción completa de la historia. Aquella “mínima”, de unas 120 páginas, para quienes no son profesionales en la materia pero sí interesados o estudiantes. Y ésta, mucho más amplia, también para interesados, pero igual para investigadores. El grupo que decidió retomar el proyecto se propuso a su vez, “no dejar compromiso con los bibliotecarios del mundo (en Harvard, por ejemplo) que constantemente preguntaban por la aparición del periodo pendiente”.
Se le comenta que aparece, además, justo cuando en los últimos años se han estado conmemorando hechos y personajes de la Revolución Mexicana, como los centenarios de los asesinatos de Emiliano Zapata (2019), Venustiano Carranza (2020) y este año el de Francisco Villa. Puntualiza que no se propusieron su lanzamiento en este sexenio en el cual se habla de un interés por temas históricos del presidente Andrés Manuel López Obrador, fue una coincidencia.
Si bien, destaca, las efemérides son buen momento para organizar trabajos académicos como publicaciones y mesas de análisis y debate. Vale recordar la colección “Los grandes problemas nacionales” (en alusión al libro de Andrés Molina Enríquez), realizada para conmemorar el bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución en 2010, que –sin duda–contribuye al estudio y abarca otros periodos históricos.
Asimismo, se le pregunta si ahora que nuevamente son momentos de definición para México, ayuda conocer nuestra historia, cumplir con la idea de Cosío de tener una visión completa, o es falso que saber la historia contribuye a no repetir errores.
Señala, de acuerdo con la frase de Cicerón, que la historia es la maestra de la vida, pero considera que la idea del filosofo estadunidense George Santayana acerca de si los pueblos no conocen su historia están condenados a repetirla, no es así, pues el ser humano, “dice un refrán”, es el único animal que tropieza con la misma piedra:
“Ojalá fuera garantía que conocer la historia ayuda a no cometer errores”.
No obstante, en su opinión, sería muy útil para los políticos hacer política más juiciosa, no con aquella historia de datos, sino saber por qué fracasaron distintos proyectos. Por ejemplo, conocer bien el origen de la Constitución de 1917 para entender por qué aparentemente entra en contradicciones, o por qué el cardenismo, que fue el sexenio más radical, transitó a uno moderado con Manuel Ávila Camacho y de ahí a uno abiertamente derechista como el de Miguel Alemán.
La importancia de instituciones como el Partido Nacional Revolucionario y lo costoso de la Guerra Cristera que duró tres años (1926-1929), conlleva la lección de no caer en la confrontación religiosa:
“Son algunas de las grandes reflexiones que nos da la historia de México, que no concluye en los años sesenta”.
La colección está disponible en librerías y en el portal de publicaciones de El Colegio de México (https://libros.colmex.mx).