Por Humberto Aguilar Coronado
En 1994 México cambió radicalmente. Desde el inicio de ese año se sucedieron una serie de lamentables hechos que modificaron sustancialmente la vida política de nuestro país.
El alzamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) fue el principio de esos eventos traumáticos que terminaron con el asesinato de José Francisco Ruíz Massieu el 28 de septiembre, pero quizá el hecho que más marcó el cambio en nuestra historia moderna fue el terrible asesinato del candidato presidencial del entonces poderosísimo partido de estado, el Partido Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Durante años se investigó por parte de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) y se llegó a la conclusión que se sabía desde el mismo día del asesinato, que el asesino era un sujeto llamado Mario Aburto.
Por eso llama la atención que casi 28 años después, la fiscalía general de la República (FGR) anuncie que se reabre el caso del magnicidio y que se integrará un equipo especial para realizar una “investigación exhaustiva de los hechos” y retomar los procesos penales contra las personas involucradas.
Entonces la primera pregunta que nos hacemos es si Colosio vive. ¿Porqué después de 28 años este gobierno, perdón, esta fiscalía reabre una investigación que a nadie dejó satisfecho en cuanto al o los autores intelectuales?
Será que el presidente ordenó esta reapertura de la investigación para poner nuevamente el apellido Colosio en el imaginario colectivo, distraer la atención, incorporar a un Colosio dentro de los precandidatos presidenciales y hacer creer que ¿Colosio sigue?
Es cierto que en los estudios demoscópicos que hasta ahora se han conocido, el joven alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, tiene un nivel de conocimiento importante como para ser considerado con oportunidad de encabezar la candidatura de su partido, pero hasta el momento, movimiento ciudadano no ha definido candidato y mucho menos, si se sumará al esfuerzo colectivo que está haciendo la oposición en nuestro país.
El argumento es que al fin se reconocieron las inconsistencias y violaciones en el famoso caso Colosio, pero también es cierto que, en otros asesinatos, también se han denunciado inconsistencias y violaciones en la integración de los expedientes.
En lo personal, no pienso que a la fiscalía o al gobierno le interese reabrir los casos, por ejemplo, de los asesinatos del cardenal Posadas o del entonces diputado José Francisco Ruíz Massieu.
Creo que, a 28 años de distancia, es mucho más importante que la fiscalía se ocupe de los feminicidios y de los homicidios que día a día crecen en nuestro país. Eso, si es de actualidad y de importancia capital.
*Es Diputado Federal del PAN